ESPECTáCULOS › HAY MAS PROGRAMAS DE ARCHIVO A LOS QUE SE LES SUMAN LAS PARODIAS A LOS EXITOS
Una pantalla dada vuelta (sobre sí misma)
La tele se cierra cada vez más sobresus propios lenguajes y contenidos. Crece la tendencia autorreferencial.
Por Julián Gorodischer
La TV se mira el ombligo: elimina el mundo exterior y multiplica sus horas de archivo y parodia de novelas. “¿Qué otra cosa es más masiva que la propia tele?”, dice el productor que vio el filón y sólo piensa en programas como cajas de mamushkas. Es “la regla”: hacerlo autorreferencial, enredado en sí mismo, mirando al costado para sacar aunque sea una tajada del éxito del vecino. Pero si lo que dominaba era el archivo bajo la dura vara de Diego Gvirtz, productor de TVR, o con la candidez de los Portal, antes en PNP y ahora en El ojo cítrico, el último fetiche es el de las ficciones clonadas, que revisan a Padre Coraje o Rebelde Way hasta demoler con sarcasmo el mito de los “canonizados por el rating”.
Hablar de TV tiene sus beneficios: cientos de horas de programación en el aire y el cable que proveen “un mundo”. Se ven contradicciones de políticos, peleas de vede-
ttes, errores de conductores... En su forma menos sofisticada, la tele autoparódica solamente pide un buen archivo y un comentador. Aunque usted no lo viera (conducido por Matías Martin, los martes por Telefé) nació para rellenar la vacante dejada por El Deseo y pasó a la liga mayor de los más vistos (tuvo picos de 34 puntos de rating). “Durante muchos años la tele no tuvo archivos –dice Damián Kirzner, de la productora Fatto in Casa, asociada al programa– y la memoria no se consideró valiosa, ni útil, ni interesante. Una nueva generación de productores de 30 y pico le damos otro valor al pasado, y también encontramos en él un buen negocio.” La línea dura promueve el editorial: si una tradición más blanda, que nació con PNP (el programa de Raúl Portal), imaginó la fiesta del blooper, los herederos de TVR reivindican nuevas posibilidades de lectura. “Así se trate de un tipo al que se le cae un farol en la cabeza o de un segmento patético de Menem, siempre hay que aprovechar para decir cosas. Los bloopers son divertidos, pero dar una opinión es más interesante”, dice el productor.
Pero el batacazo autorreferencial, en 2004 lo dio No hay 2 sin 3 (con Pablo, Pachu y Freddy Villareal, de lunes a viernes por Canal 9), más precisamente su sketch Ricos y Mocosos, que nació como una parodia directa de Rebelde Way. Sucedió algo imprevisto: el programa captó el mismo target de adolescentes que seguían la trama del colegio rico y el profesor pobre como si vieran su comedia juvenil favorita y la historia eligió recorrer ese límite sutil que separa el cuentito del sarcasmo. Ricos y Mocosos es un extraño experimento que desmantela varios mitos televisivos: la lolita (aquí, Soledad Fandiño), el chivo encubierto (aquí, un chivo descarado), el galancito (aquí, un viejo) y el lenguaje adolescente. La fórmula “tipo, nah” es el latiguillo que más se escucha en colegios, boliches y recitales de banditas pop. Con 14 puntos de rating promedio a la hora de Los Roldán, el productor celebra el minuto en que se decidió a parodiar a la TV. No es nuevo en el oficio: Gustavo Neistat es un experto en el arte de hacer clones de éxitos; su prontuario incluye “pegadas” como Curtiembres argentinas, Franco Vendeverdura y Los Soldán, en el interior de Videomatch.
–¿Qué claves debería reunir una parodia eficaz?
Gustavo Neistat: –Vas observando el original, tomás los personajes más fuertes, copiás y exagerás, como en el proceso de la caricatura. Pero todas las parodias no son efectivas: hay que elegir un objeto muy popular, como el de Padre Carajo (se ve actualmente en Videomatch). Si tomás algo demasiado humorístico como Los Roldán, no creo que salga; es más difícil agregar el humor a un programa humorístico.
–El tono de Ricos y Mocosos parece un golpe al corazón de la propia TV...
–Puede ser que estemos poniendo en jaque a un género. Habría que preguntarles a los chicos por qué se engancharon. Y es cierto que esto es más difícil: la parodia al estilo Videomatch es el humor más fácil para hacer: ya se conoce el original, y no hay que distanciarse demasiado. Como pasa en Padre Carajo: tomás el original, lo vestís a José María Listorti de cura y la gente compara con Facundo Arana y se ríe. Ricos y Mocosos no se ocupa sólo de Rebelde Way; parodia la comedia juvenil en general.
Como todo boom, prevé corrientes internas: nadie está muy de acuerdo con lo que hace el de al lado. Al archivista clásico (los de TVR) le molesta el espíritu jodón de El ojo cítrico. Y también la compulsión a “colgarse del éxito ajeno” (dicen) que implica cualquier parodia ficcional. Lo dice Claudio Morgado: “La parodia de programas es sencilla, simple, es como la estudiantina. Se trata de ridiculizar programas, como antes hacíamos con los profesores”. El argumento para descalificar dirá que el mérito es de otro, de un original que se hizo masivo. Como en una guerra de vede-
ttes, Padre Coraje podría repetir ante la experiencia de Padre Carajo: “No se cuelguen de mis tetas”. Pero sus imitadores no declinan: la telenovela del 13 llegó parodiada también hasta CQC. Los duelos entre los protagonistas del fenómeno llegaron, a veces, muy lejos: provocaron hasta un juicio de los Portal a Diego Gvirtz por los derechos de la idea de “hacer archivo”. “El dueño es el inventor de la videocasetera”, responde Gvirtz (ver aparte). Donde todos coinciden es en las prioridades a la hora de recrear la tele desde adentro. “Para satirizarlo, el objeto debe ser masivo”, dice Damián Kirzner. Para Luis Rubio, conductor de El ojo cítrico, “hay que tener una atención flotante que permita ir más allá de lo que dicen, ver qué está pasando atrás. Y no buscar solamente errores; también animaladas, bizarreadas...”. Pero la clave del éxito, según Claudio Morgado, será tener un manual de estilo particular: “Si no definís una línea editorial, te perdés la mejor parte”.