SOCIEDAD › CARMEN DE PATAGONES REANUDO LAS CLASES, SALVO EN LA ESCUELA 2
Lento y difícil retorno a las aulas
No fue jornada obligatoria. Ni de clase formal: hubo charlas y reflexión. Los alumnos de la Islas Malvinas se reunieron en otro lado con docentes y psicólogos. Ellos empezarán el lunes próximo.
Por Horacio Cecchi
Ayer, por primera vez desde que la tragedia dejó una marca impensable en esta ciudad, aparecieron las primeras señales de retorno a la normalidad, o a lo que se supone será una normalidad nueva y diferente: los chicos volvieron a clases. Aunque la escuela 2 siguió cerrada. Sus alumnos mantuvieron reuniones con los equipos de psicólogos, primero los del curso del 1B, que sufrieron el impacto en forma directa. La reunión se realizó en terreno neutral a pedido de los chicos, que prefirieron tomarse un tiempo para pisar aquellas mismas baldosas. Entre ellos, participó Dante, el amigo de Rafael, que fue recibido por el grupo con muestras de adhesión e inclusión. Pasado el mediodía, los alumnos espontáneamente salieron en marcha hacia el hospital Zatti de Viedma, donde a Pablo Saldías le retiraron el respirador artificial. Alumnos, padres y docentes acordaron reabrir las puertas de la escuela 2 el próximo lunes. Entretanto, psicólogos y coordinadores organizan, proponen, hacen, median, deshacen, preguntan, orientan, escuchan, reciben críticas. En Carmen de Patagones, el retorno a la normalidad no es fácil. Especialmente si ese retorno es a un lugar completamente nuevo.
El día de ayer llevaba una carga: sería el día en que se reabrirían las puertas de las 5 escuelas EGB y las 3 polimodales del área urbana de Patagones. También el día en que los alumnos del 1B se reunirían con el equipo de psicólogos locales y de Viedma. Durante el día pudieron verse los guardapolvos blancos intentando empezar el regreso. La reapertura de las escuelas fue considerado exitoso por las autoridades. Una recorrida por las instituciones indicó que alrededor del 70 por ciento de los alumnos retornó a las clases. Decirlo de esa forma sería describir la realidad desde lo formal. El regreso fue a las escuelas pero las clases, que no fueron obligatorias, eran apenas el primer aliento hacia una actividad normal. Cada escuela tuvo libertad para desarrollar el día a su manera.
“Nos agrupamos por grados, la consigna era escuchar, con todos los docentes. No dejamos a un docente solo frente a un curso porque no saben qué preguntas les van a hacer los chicos, pero en grupo se pueden encontrar respuestas”, dijeron Mónica Cavero y Estela Schiebert, directora y vice de la escuela 14. A la entrada, cuando se izó la bandera (a media asta), se produjo un silencio total. El momento coincidía con las 7.50 de aquel martes fatídico. “Los chicos todavía están reticentes a hablar –explicó Cavero–. Acá no fue el centro de lo que pasó, pero Carmen de Patagones es muy particular, es un pueblo, acá todos se conocen, los lazos se cruzan, hay docentes que además son padres, alumnos que tienen amigos de las víctimas, acá todos estuvimos muy conectados con lo que sucedía: atrás de la escuela está el hospital; por acá vieron pasar todas las ambulancias. Y por esta escuela pasaron Sandra y Evangelina, y una de las chicas heridas.”
Al mismo tiempo, en el Centro de Jubilados local se iniciaba una serie de reuniones de alumnos y padres con los equipos de psicólogos. “Los chicos pidieron hacerla en un lugar neutral –confió un funcionario de Educación bonaerense a Página/12–. No querían volver todavía a la escuela.” La reunión fue considerada satisfactoria. La presencia de Dante rompió con algunos mitos difundidos los últimos días. “¿Cómo que Dante está aislado? Hay que decir que es mentira”, aseguraron a este diario varios chicos que salieron de la reunión.
De hecho, además de la reunión, Dante participó de una marcha espontánea –una costumbre que debería atenderse y que está empujada, como suele ocurrir, por las mentes más espontáneas, las de los chicos–. La marcha derivó en un abrazo al hospital de Viedma. La espontaneidad de los chicos arrastró a padres, arrastró a médicos, arrastró a una multitud.
También los padres tuvieron sus reuniones. Todos mantuvieron un hermético y respetuoso silencio que sólo fue abierto, por convenio entre todos, por los funcionarios. “La posición del Ministerio (de Educación) es que no se trata de un caso de violencia escolar; ni un caso ordinario. Tampoco, que todo chico que se vista de negro es sospechoso –señaló Cristina Ruiz, directora de EGB bonaerense–. Durante las reuniones, fuimos enterándonos cómo habían vivido el día los profesores, los chicos, los padres. Los docentes vivieron también como personas, que es algo que se está olvidando.” Entre las preguntas que se fueron haciendo los profesores aparecieron el “qué les digo a los chicos y qué me van a preguntar. No hay un manual de procedimientos”.
Oporto organizó su gabinete en el lugar de los hechos y aunque el caso resulta absolutamente novedoso, desde el principio pusieron en marcha algunos conocimientos adquiridos en una tragedia previa: la intervención articulada de dos provincias diferentes, Chubut y Buenos Aires, en el caso de la caída del puente en Chubut, en el que murieron alumnos y docentes de la escuela pública de Merlo. Cuando el gabinete de Oporto se instaló en Carmen de Patagones, ya sabía cómo instrumentar algunas herramientas y cómo evitar que tres jurisdicciones (Buenos Aires, Río Negro y Nación) y cinco equipos diferentes no invadieran áreas y lograran mayor eficiencia.
De la reunión con los chicos, además, surgió la idea de reiniciar las clases de la escuela 2 el próximo lunes. El tema es debatido todavía. Muchos chicos están de acuerdo. Otros tantos, no. Por un lado, dicen que hay que volver a la actividad. Por el otro, que todavía no resisten acercarse a los pasillos donde vivieron el horror en diez segundos. Lo que está claro, aunque muchos se resistan a aceptarlo es que el retorno, el lunes, no será retorno.