ESPECTáCULOS › LA DANZA FUE OTRA DISCIPLINA QUE SUPERO UNA TEMPORADA DIFICIL
Bailando sobre el oleaje de la crisis
El fenómeno ya comprobado en otras disciplinas artísticas se repite con la danza, que tuvo en 2001 una actividad aceptable y expresiones que mostraron, ante todo, vitalidad y ganas de crear. Aquí se ofrece un repaso.
Por Silvina Szperling
El 2001 no fue precisamente un año que invitara a hacer balances, pero hubo un fenómeno que se repitió en varias áreas de la cultura: una temporada económica y socialmente devastadora arrojó un resultado artístico positivo, que demuestra hasta qué punto la creatividad puede resolver las carencias materiales. Para la danza, 2001 fue un año productivo e intenso, en términos de estrenos locales y visitas extranjeras y, especialmente, en términos de reposicionamiento dentro de las artes escénicas vernáculas. Hubo fenómenos de convocatoria del Ballet del Teatro San Martín, de la sección danza del III Festival Internacional de Buenos Aires, de las comedias musicales con Chicago a la cabeza, de algunos grupos independientes como El Descueve o De la Guarda en un plano masivo y de tantos otros grupos que se mueven en menor escala. Eso se sumó al fenómeno de convocatoria de compañías bajo la batuta de grandes figuras como Julio Bocca (definitivamente instalado en Buenos Aires), Maximiliano Guerra o Iñaki Urlezaga. En un hecho inusual, se vieron directores de cine yendo a ver a la alemana Sasha Waltz al mando del tanque de la Schaubühne, músicos de rock en Hermosura, de El Descueve, gente que nunca había pisado el Teatro San Martín en algunas de las 32 funciones de Carmina Burana.
No es tampoco menor el dato de la concreción de la Ley de Danza de Buenos Aires. Luego de un proceso de reglamentación de casi dos años (la ley fue sancionada por la Legislatura, a iniciativa de Co.Co.A., en febrero de 2000 y vio la luz en noviembre de 2001), la comunidad de danza porteña tiene su instituto, Prodanza, que en estos días está virtualmente repartiendo los $200.000 que la administración de la ciudad debe transferirle, como mínimo, cada año. En un llamado a concurso relámpago (10 días), los directores nombrados por el secretario de Cultura, Paula De Luque y Marcelo Isse Moyano, cubrieron los 3 cargos para vocales de la Comisión Directiva. Igual lapso se dedicó a la presentación de proyectos para subsidios. Un dato interesante es que Prodanza inauguró un registro de coreógrafos y grupos independientes. Es deseable que con los datos acopiados se pueda dibujar un mapa de la actividad a fin de solicitar a la ciudad los montos adecuados al caudal de artistas que la disciplina convoca. El panorama del reposicionamiento porteño se completaría con el inminente nombramiento de la coreógrafa e investigadora Susana Tambutti como directora artística del Festival Buenos Aires Danza Contemporánea 2002.
En el enorme abanico de emprendimientos independientes, las cruzas estuvieron a la orden del día: El Descueve se largó en enero con un musical en que danza, teatro y música se mezclaron con un toque de pornosoft. Sumergiéndose en la literatura, Susana Szperling estrenó Seres imaginarios, inspirada en El libro de los seres imaginarios de Jorge Luis Borges. En un terreno de una fuerte experimentación con lo sonoro, Silvia Pritz se unió al músico Oscar Edelstein para pergeñar la Transópera Temblor de Fe. Tres mujeres cuyos pulmones resultaban tan importantes como sus piernas, se movieron en un escenario surcado por tubos que llegaban hasta lo profundo de la platea, transmitiendo así los sonidos con los que emitían un texto en el cual la fe cristiana fue puesta en juego, con ecos de Carlos Saura y Luigi Nonno. Cruzando folklore con danza contemporánea, los hermanos Koki y Pajarín Saavedra presentaron De los pies: al mando de un grupo de eximios zapateadores y zapateadoras, los Saavedra levantaron literalmente el polvo del escenario del Santa María, luego de haber desgranado sus propias canciones, en unas armonías vocales mezcla de Spinetta y Quilapayún. Integrando video en escena, tanto Mariana Bellotto como Miguel Robles cerraron el año con sendos estrenos multimedia en una virtual reapertura de la sala Ernesto Bianco, del C. C. San Martín la cual, aparentemente, sería destinada a la danza contemporánea (otra vieja reivindicación de las huestes de Co.Co.A.). En Kyu Pink Show, Robles volvió al escenario interpretando un solo de gran fuerza y sensualidad filosa, mientras los bailarines se movían aprisionados por pesados ropajes y tocados orientales. Las cybergeishas (varones y mujeres) de Robles se deslizaban delante de un minimalista paisaje visual en fucsias y rosados. Bellotto, en cambio, presentó un descarnado espectáculo en los que las siete mujeres de la compañía CDT eran autosepultadas por capas de ropas que reformulaban su género e imagen. El paisaje era en este caso un horizonte pampeano, con tormenta incluida y la firma del videasta Gastón Duprat.
Sumando a la tarea multimedia una inclinación por lo étnico, la fotógrafa y videasta Andrea López atacó en octubre con Tsinay Kam (Mujeres de allá), una instalación-performance con coreografía de Ernesto López, artista wichi que nació y vive en el poblado de El Sausalito, en el impenetrable chaqueño. Tsinay Kam desembarcó en el C. C. Recoleta, luego de haberse estrenado en formato CD Rom en el Sexto Festival Internacional de Videodanza (Julio) y de entrar al sector “other movies” de la página web del CICV (Centro de Experimentación en Video), que dirige Pierre Bongiovani en Francia. Otro grupo que trabaja lo social, reformulando la educación por el arte de los ‘60, es la Fundación “Crear Vale la Pena” que, dirigida por la coreógrafa Inés Sanguinetti, trabaja en la zona de San Isidro con poblaciones de riesgo. Bajo el título De La Cava y el Bajo Boulogne a la Recoleta, varias agrupaciones artísticas de la fundación (el grupo de reggae Manchala, el combo de percusión Desafinado y la compañía de danza callejera Dance Time Group) dieron el salto de pasar del taller al escenario, de la periferia al centro. El grupo de danza contemporánea Viejas Locas presentó la coreografía de Susana Tambutti Ponéme bonita para merecer con un grado de eficacia interpretativa notable en estas recientes profesionales. Más tarde, se presentaron en el Teatro del Sur invitando a otros coreógrafos, y cerraron el año inaugurando un espacio en su propio centro cultural Puertas al Arte, a tres cuadras de La Cava.
El festival de Videodanza, que este año recaló en Recoleta, desarrolló su programación con dos principios: el rescate de material de archivo y la presentación de trabajos en la vanguardia de la experimentación tecnológica. Para este objetivo convocó a los alemanes de Palindrome, quienes presentaron su trabajo interactivo en forma de workshop y espectáculo, compartiendo cartel con el atlético taiwanés/americano JinWen Yu. La instalación de Margarita Bali La duna es móvil atrajo la atención de cultores de la plástica y la danza, inundando una sala de la Recoleta. En el rubro del archivo, el material de la Cinemateca de la danza de París se llevó las palmas, mientras que Sonia Sobral, responsable del área artes escénicas del C. C. Itaú de San Pablo, presentó su relevamiento de solos y dúos en Brasil. Este material quedó para consulta pública en la videoteca del centro de Estudios Brasileros.
Terminado el III Festival Internacional (ver recuadro), una catarata de estrenos : Dolentango, un espectáculo de Susana Zimmermann en homenaje a Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, ¿Quién es Lula?, comedia semifeminista por el grupo Estado de Tiempo en el Rojas y Efecto mariposa de María José Goldín sobre la teoría del caos, son sólo algunos ejemplos de una actividad que fue cobrando ritmo espiralado en los últimos meses. Sin sacarle el cuerpo a la realidad, la danza puede, en momentos claves, erigirse en un puente para elaborar traumas, proyectar deseos, sumergirse dentro o saltar por encima del caos, según la elección que artista y público hagan.