ESPECTáCULOS › ENTREVISTA CON DAVE FOLEY, EL ACTOR CANADIENSE QUE SURGIO CON LOS KIDS IN THE HALL
“La clave era pelearnos como perros”
A punto de debutar en una nueva serie, Foley estuvo en Buenos Aires. La marca que dejó en él aquel programa de culto.
Por Roque Casciero y Emanuel Respighi
Apenas el actor canadiense Dave Foley pisó suelo argentino se fue a dormir, tras un agotador vuelo desde Los Angeles; cuando se despertó, encendió el televisor de su habitación de hotel y ahí se vio, con quince años menos, en una de las primeras temporadas de Kids In The Hall. “Fue grandioso descubrirlo, pero también muy extraño porque, si Buenos Aires está lejos de Los Angeles, está mucho más lejos de Toronto”, bromea Foley. Los KITH eran cinco humoristas que empezaron trabajando en clubes nocturnos de Canadá y que luego pasaron a la televisión: el programa (que I-Sat emite de lunes a viernes a las 7) se hizo un culto para quienes gozan del absurdo (aquí sirvió de inspiración para Cha cha cha y Todo X 2$). En los televisores argentinos también se vio a Foley en Newsradio y, más recientemente, como invitado estelar en Will & Grace. Además, a partir de noviembre Sony programará Celebrity Poker Showdown (ver aparte).
–Como canadiense, ¿cree que se le hubiera hecho tan fácil acceder a las grandes cadenas de televisión de Estados Unidos sin haber sido parte de Kids In The Hall?
–En mi caso, definitivamente me lo hizo más fácil. Cuando se terminó Kids In The Hall, Paul Simms me ofreció el papel principal en Newsradio, que había escrito pensando en mí porque él era un gran fan de KITH. Incluso hoy hay un respeto hacia KITH en Estados Unidos, especialmente entre los escritores de comedias, que suelen ser fans del grupo.
–¿Pensaron que el hecho de que usaran ropa de mujer iba a ser tan escandaloso en la época?
–Para nosotros no era perturbador, sino algo que surgió por pura necesidad: éramos cinco varones y no teníamos ninguna mujer en el grupo. Cuando empezamos en los clubes nocturnos, antes del programa, no nos vestíamos de mujer, simplemente actuábamos como mujeres. Cuando empezamos a usar ropa femenina queríamos lograr que no se notara el hecho de que éramos hombres vestidos de mujer, porque queríamos que los personajes femeninos se sintieran como personas reales. En la tele le dijimos a la gente de maquillaje y vestuario que no tratara de hacerlo gracioso, sino que nos vistiera o nos maquillara como a cualquier actriz, para que nos viéramos lo mejor posible.
–Se decía que usted era al que mejor le quedaba la ropa femenina...
–Definitivamente. Yo era la más linda (risas).
–Usted fue el primero en abandonar KITH durante la filmación de la película Braincandy. ¿Tan difícil le resultó?
–Sí, fue horrible. Mientras escribíamos el guión lo pasamos muy mal, porque no nos llevábamos bien y ya no disfrutaba de ser parte del grupo. Las cosas se pusieron tan mal que un día, después de tener la pelea número diez mil por algo, dije: “¿Saben qué? Tengo que irme. Estuvimos juntos durante diez buenos años, pero ya no puedo hacer esto”. En ese momento estaba trabajando en Newsradio y el contraste era muy fuerte, porque en ese programa me divertía mucho mientras lo pasaba horrible con los KITH. Creo que trabajamos juntos demasiado tiempo y siempre fuimos realmente malvados con el resto. Desde el primer show que hicimos juntos nos peleamos como perros.
–¿No radicaría en eso la clave de su humor?
–Supongo que sí. Lo importante es que, por más malvados que fuéramos entre nosotros, nos hacíamos reír. Teníamos una especie de ética punk: podíamos hacer cualquier cosa salvo ser aburridos. Nosotros nunca nos aburrimos el uno al otro, por más que estuviéramos tan enojados como para matarnos. Eran los tipos más divertidos que conocía, aunque no soportara verles las caras.
–Hace algunos años ustedes hicieron giras de reunión.
–Sí. Después de Braincandy no hablamos entre nosotros durante cinco años, pero a alguien se le ocurrió que podíamos hacer una gira de reunión por teatros, así que nos juntamos, charlamos y enseguida nos sentimos de regreso en el viejo ritmo: nos hacíamos reír el uno al otro mucho más fuerte que cualquier otra cosa en el mundo. Además, nada me hace a mí tan divertido como esos tipos: doy lo mejor cuando trabajo con ellos.
–¿O sea que se puede esperar algún programa especial o alguna película de KITH?
–Sería bueno. Quizá lo hagamos. De todos modos, seguramente no será algo como Braincandy. Para nosotros fue un error meternos en una película al modo de un gran estudio, que significa que se arma una agenda que hay que cumplir incluso si todavía no está escrito el guión (risas). Cuando empezamos la película, no podía creer que tuviéramos menos libertad creativa que haciendo el programa de televisión. Si hacemos alguna otra, supongo que será tipo Dogma, donde si se nos ocurre una idea podamos usarla enseguida.
–¿Le resultó difícil pasar de trabajar con el grupo a ser el personaje principal de Newsradio?
–No tanto. Cuando me fui a Newsradio llevé mucho del modo de trabajo de KITH hacia el nuevo grupo de trabajo. Por ejemplo, cuando estábamos ensayando, yo cambiaba cosas. Y eso le daba la posibilidad de hacerlo al resto del elenco.
–¿Fue difícil trabajar en el programa después de la muerte de su compañero Phil Hartman (fue asesinado por su esposa)?
–Fue muy difícil ir a trabajar. La muerte de Phil fue una de las peores cosas que me pasó en la vida, pero más difícil que hacer el programa hubiera sido no hacerlo. Eramos un grupo tan unido que la idea de que íbamos a perdernos el uno al otro, además de que Phil había muerto, era horrible.
–El programa no fue tan bueno sin él.
–Es verdad. Los guiones no eran tan buenos, en parte porque Paul Simms se puso a trabajar en un piloto para otra serie y delegó mucho en otra gente. Hicimos lo posible para que todo se sintiera bien, pero no lo logramos. El programa que me gustó fue el que hicimos sobre Phil, en el que cada personaje leía las cartas que Bill McNeil (el personaje de Hartman) había dejado por si moría. Fue muy emocionante.
–Usted ha puesto su voz en varias películas de animación. ¿Es muy diferente a la actuación?
–Es diferente: uno está parado en una habitación, tiene que imaginarse toda la situación en la película y tratar de encajar, así que se siente un pelotudo. Primero se graban las voces y recién después se hacen las animaciones. Pensé que iba a ser un trabajo sencillo, pero fue muy duro. Hice sesiones para Bichos durante dos años, mientras hacían la animación, y siempre fueron agotadoras. Pero la gente de Pixar es genial, hace películas sólo porque ama hacerlas.
–¿Y cómo le resultó poner la voz en la película South Park: bigger, longer and uncut?
–Eso fue pura diversión, porque con Matt Stone y Trey Parker siempre nos emborrachábamos juntos. Después de que me divorcié, me lo pasaba en casa de Parker, tomando éxtasis y metiendo chicas desnudas al jacuzzi. Así que cuando me llamaron y me dijeron si grabaría las voces de los hermanos Baldwin, contesté que no había problema, salvo porque no sabía cómo sonar como ellos. Pero me explicaron que eso no les importaba, que lo único que querían era que los hiciera sonar ridículos. Y eso podía hacerlo.