ESPECTáCULOS › JOAN MANUEL SERRAT HABLO DE LA CRISIS ARGENTINA, A SALA REPLETA

“Estoy tan confundido como ustedes”

El músico catalán no pudo ni quiso eludir el tema de la situación local, al ser abordado por una legión de fanáticos y admiradores en la Feria. “Gracias, Nano, por estar en estos momentos”, le dijeron. “Como en las promesas nupciales, estoy con ustedes en la salud y en la enfermedad”, contestó.

 Por Silvina Friera

La Feria del Libro brilló por segunda vez en menos de una semana con la presencia de Joan Manuel Serrat, que aglutinó a unas 2 mil personas en la Sala José Hernández. Afuera, docenas de mujeres eufóricas, que no pudieron ingresar, preguntaban por qué puerta saldría, a qué hora, con quién, hacia dónde. Algunas señoras, que no se resignaban a escuchar la charla desde la entrada, se consolaban imaginando un beso, un abrazo, un guiño o un gesto de despedida. Cuando el artista catalán apareció, junto al periodista Carlos Ulanovsky, un rugido de aplausos y gritos hizo temblar las paredes de la sala. “Gracias Nano por estar en estos momentos”, aulló una voz femenina al borde de la exasperación. Y Serrat no se sustrajo a la oportunidad de opinar sobre la crisis argentina: “Me gustaría desearles que fueran felices, pero sería bobalicón de mi parte hacerlo en las actuales circunstancias. Tampoco quiero pedirles paciencia ni prometerles que las cosas van a mejorar, porque no está claro que así vaya a ser, pero sí les digo que, como en las promesas nupciales, estoy con Argentina en la salud y en la enfermedad”.
Aunque músico, e invitado a una Feria del Libro, la política no podía estar ausente en la charla. Conocedor agudo de la Argentina, a la que viene desde hace treinta años “en situaciones difíciles, como durante las dictaduras o en la guerra de Malvinas”, o en situaciones más normales, el catalán ensayó un paralelo entre el llamado Pacto de la Moncloa, celebrado entre los partidos políticos españoles tras la caída del franquismo, y el acuerdo que el gobierno argentino intenta sellar con los gobernadores y el Congreso. “Aquí no sé qué van a pactar los diferentes grupos políticos, pero deberán tener la oportunidad de hacer aquello para lo que fueron elegidos”, sentenció.
Serrat contó que se siente cómodo escribiendo canciones, y lejos de la posibilidad de convertirse en un escritor de poesía. “Las ideas que tengo las vuelco en la canción, que es un medio estupendo de comunicación. No tengo necesidad especial de publicar un libro de poemas. Siempre mi eje está en la canción”, señaló cuando los elogios a la calidad de sus textos le sonaron excesivos. El cantautor, que es un emblema de una España que se rebelaba contra el régimen franquista, recordó que una de las herramientas para expresar esa rebeldía era la defensa del idioma catalán. Serrat contextualizó esa actitud: “Me gusta cantar en la lengua que me prohíben. No por llevar la contra, sino por un derecho a sentirme libre y poder escoger en cada momento algo que es tan natural como hablar en castellano o en catalán. El simple hecho de prohibirme lo uno o lo otro hace que automáticamente me incline por defender aquello que me prohíben y sobre todo por enfrentarme a aquel que lo hace”, contestó Serrat.
El apodo de Nano (que significa pibe, en catalán) le permitió ironizar respecto del paso del tiempo. “A veces uno se encuentra con pibes de 60 años”, bromeó. Durante la charla, Serrat repasó algunos aspectos de su infancia, sus comienzos artísticos, algunas curiosidades (su participación como extra en una película de Orson Welles, Campanadas de medianoche) y su primera visita a la Argentina, en octubre de 1969, invitado por Ben Molar, que estaba sentado en la primera fila siguiendo con atención las respuestas del artista. Esa visita, que Serrat calificó de “fructífera”, fue el inicio de la peculiar relación de afecto y amor que lo une con el público argentino.
“La persona que más me alentó fue un locutor de Radio Barcelona, gran amigo mío al cabo de los años, que se llama Salvador Escolina. Aunque siempre es injusto simplificar y reducir a una persona. Mucha gente te echa una mano en los momentos que te hacen falta. Este oficio, como cualquier otro que tiene que ver con el mundo artístico, es de una gran delicadeza, está siempre coronado de hilos muy sutiles. Uno necesita el soporte constante de mucha gente y me sería difícil hacer una lista, entre otras cosas porque en esta lista habría que incluir a gente que desconozco que existe”, señaló. Respecto a su infancia en los años 40, Serrat consideró que la guerra civil española no terminó en 1939. “Estas dos Españas, de las que habla Antonio Machado en sus poemas y que se enfrentaron en la guerra, no estoy muy seguro de que se hayan unificado. Hay historias que las unifican, pero todavía existen comportamientos tremendamente reaccionarios y uno lamenta que un pueblo no sea capaz de aprender de su propia experiencia, para sacar ciertas conclusiones y entender la riqueza de la pluralidad.”
Serrat advirtió en la charla que el pensamiento plural ha sido absolutamente despreciado por el poder. “Sería interesante un mundo global pero esto exigiría una economía global, no una economía de explotadores y explotados”, reflexionó el catalán. El público, que ahora más que nunca se siente del lado de los explotados, entendió inmediatamente de qué estaba hablando el cantante y lo ovacionó. “El pensamiento único solamente puede ser algo castrante. Si la gente no difiere, no plantea forma distintas de ver la vida quiere decir que esa sociedad no está pensando o que le están montando un tinglado de una estupidez tal que le impide desarrollar esta maravilla que es pensar”, agregó.
La primera vez que el niño Serrat escuchó hablar de Argentina fue por una cuestión alimenticia. “En los años 40, Eva Duarte mandó una gran cantidad de alimentos a España. Un tipo de chaucha argentina, desconocida en la península ibérica, con una vaina muy grande y plana que hoy en día sigue llamándose la perona.” La segunda vez, en la casa de una vecina, el cantante recordó que vio una página del periódico que relataba la caída de Perón. Cuando Serrat se exilió en México, con el dolor doblegándole la pluma y la inspiración, no pudo componer ni una palabra. Afortunadamente, esta etapa de silencio quedó superada y no pudo apagar el eco de más de 300 canciones y 40 discos. “Por unas declaraciones mías a consecuencia de los últimos fusilamientos del fascismo en España, me abrieron un proceso por injurias al jefe del Estado (Franco) que evidentemente me impidió regresar en 1975. La única posibilidad de soportar una situación así es tratar de normalizar tu vida, aunque nunca llegas a normalizarla, nunca piensas que aquello puede durar porque siempre hay alguna razón que te anima a no anclarte. Es muy amargo no poder estar en tu casa”, confesó. Era inevitable: la charla volvió una y otra vez sobre la situación del país: “Yo tengo un nivel de confusión tan grande como el de todos ustedes. Cuando el ministro de Economía dice ‘chau Negro’ y ahora resulta que dice ‘hola Negro’, esto parece una película mexicana. Imagínense la confusión que debe tener el presidente”.

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Serrat dijo que le gustaría desearle suerte a los argentinos “pero sería bobalicón de mi parte”.
 
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