ESPECTáCULOS › LOS ESPECTACULOS QUE REEMPLAZAN
A LA CLASICA DESPEDIDA DE SOLTERO
La diversión antes de dar el sí
Obras de teatro, shows eróticos de lucha en el barro o de strippers matizados con monólogos han sustituido la típica despedida de soltero/a. Performances un poco bizarras en las que participan los agasajados.
Por Julián Gorodischer
¿Para qué se casa? La pregunta resuena cada vez que se ve al soltero desbocado, tirado en el barro con las strippers, gritando cosas al titiritero del pene o aceptando en público el gaste de Marcelo Polino: alguien está tratando de olvidar. Los shows porteños dedicados al rubro extienden una premisa de alto rendimiento: los grupos de solteros reditúan. ¡Hay que cazarlos! Se imponen las promociones para despedidas en teatros, las obras que aluden al fin de la soltería y las luchas en el barro en “centros de arte erótico”. Y hasta el chimentero deviene en presentador de strippers. Si la clásica despedida garantizaba apenas una torta con sorpresa, un hombre o mujer desnudos y a lo sumo un paseíto adentro del baúl, el nuevo show de la despedida prevé una industria con el halo vergonzante de la calentura, el grito del oficinista en el subsuelo de la calle Corrientes, la malicia en la mirada cuando escuchan el monólogo de Polino o el morbo por ver a Germán Kraus (en la obra 5gays.com: Despedida de soltero) haciéndose “la loca”.
Si Shangay, de José María Muscari (ver recuadro), es el hit de la última noche gay antes de la libreta de unión civil es –según el director– por su carácter “zarpado”: dos tipos que se besan, un desnudo. El soltero reclama su golosina, y recibe a cambio la promo especial con rebajas de hasta un 50 por ciento para grupos de más de 20, en varias de las obras mencionadas, y el plus de participar. “Hacemos subir al escenario a la agasajada disfrazada de Caperucita Roja, con los ojos vendados –dice Francisco Marqués, productor de Marionetas del pene– y de pronto se encuentra con dos tipos desnudos delante de 400 personas. ¡Se quiere morir! Pero me interesa que las minas estén contentas y cebadas dentro de la sala; eso potencia la función.”
Para atrapar al soltero se recrean todos los emblemas de la despedida: arrepentimiento, aparición del “ex” y hasta la duda sobre si “patear para el otro lado”. Todo ocurre en la comedia 5gays.com: Despedida de soltero, una muy televisiva obra sobre cinco gays que agasajan al amigo una noche antes de que se case con una mujer. La soltera que va por segundas nupcias (Mónica, rodeada de amigas) se sienta en tercera fila y aplaude cada ingreso de Germán Kraus y Diego Olivera, como se hacía en tiempos de Darío Ví-ttori; se conmociona, después, con el beso simulado entre dos de los actores. Tendrá lo que espera ver: triunfa el amor heterosexual. Y hay hasta un stripper que se queda en tanga (Matías Desiderio), con abdominales marcadísimos que la hacen repetir: “Yo no los amaso mejor”. “Vas a ir preso por portación de bijoux”, escucha Germán Kraus, y siguen los remates sobre gays, un clásico de cualquier despedida. “Lo que ayuda a convocar es la rebaja de un 40 por ciento para grupos de solteros; en el medio es una promo muy común”, explica el productor.
Ahora que el stripper “puro” está ligeramente démodé, para no dejar tan expuesta la calentura del soltero, se agregan: el ingrediente teatral (Marionetas del pene), el componente “artie” (L’Averno, centro de arte erótico) o el monólogo filoso del chimentero que demuele a las vedettes (Marcelo Polino). Pero ningún productor sería tan necio de eliminar el desnudo: es la quintaesencia de la despedida, ese fetiche que el soltero intenta manosear sin suerte, ese objeto que lo somete a quedar aplastado por dos morochas en la pelopincho con barro. Es lo que sucede en L’Averno, que nació como centro de arte con muestras de foto, portfolios, body painting y desfiles, pero ahora sólo ejecuta luchas en el barro con hombres y mujeres. “La idea original era hacer un multiespacio erótico con fiestas del tipo Morocco, desfiles de moda y sex shop sin llegar al porno, con un perfil chill out muy europeo. Ahora es un show más bizarro de lo que planeamos; yo quería algo más cool”, admite Leo, el encargado que se hizo famoso después de su aparición en Código Penal, en América. Las luchadoras en el barro califican su acto como una performance y hacen acrobacias que encantan a Mariano, el agasajado en calzoncillos que va por la décima cerveza. No habría despedida sin crueldad; los amigos reclaman a una luchadora: “Dejalo desnudo/ aplastalo/ dale con todo/ metele el consolador/ le gusta el pete con el travesti/ dejalo en coma...”. Y Mariano, desnudo y tragando barro, decreta su nocaut. “¿Por qué te casás?”, le preguntan al verle el hilo de baba en la comisura. “No me jodan”, preocupado por no salir en la foto porque “iría preso”. El trato es que sólo lo enfoquen de atrás. El culo es el tema que vuelve: “Bajate los pantalones/ tocáselo a la chica/ entregalo de una vez...”, con el tono zarpado que no se permitirían en la oficina, de la que siguen llegando compañeros.
El productor de shows de “despedidas” negará la existencia de “la cosa erótica”. “Vienen madres con las hijas, tías, mujeres grandes: es el show ideal para democratizar el target”, tienta Mónica Fuentes, encargada del pionero Golden. En las Marionetas... no faltan los cazadores que piden al acomodador estar al lado de las chicas de la despedida, a lo que el actor Martín Piñol responde: “Si quieren les damos los camarines para que charlen más tranquilos”. El negocio redondo arrastró hasta al periodista Marcelo Polino, que se puso a conducir los shows de Sólo para las mujeres, franquicia del espectáculo mexicano que combina strippers con monólogos y que prohíbe la entrada a los hombres (menos a Polino). “Los stri-ppers se quitan la ropa de policía, marinero, militar y hasta de fantasma”, describe el productor Fernando Castro, en una línea tradicional que todavía no contempla recreaciones de The Matrix o de Baywatch, como hay en Golden. Para un ranking final, se dirá que a las solteras les gusta dar golpes en la butaca y mandar al escenario a la agasajada; los solteros prefieren empujarlo al desnudo total en el centro de la pelopincho. Y Muscari redescubre una fauna que frecuenta las funciones de Shangay: “¿Es que el baile en calzones y los besos de verdad entre hombres son el morbo de la última noche sin libretita de unión civil?”.