ESPECTáCULOS › A PARTIR DE HOY, DURANTE CINCO DIAS,
COSQUIN ROCK PROMETE MUCHA MUSICA Y AIRE PURO

Un festival con alma de rock and roll

En la comuna San Roque actuarán 94 grupos y solistas, desde Spinetta hasta Charly, pasando por Babasónicos, Riff, Molotov y Las Pelotas. Se tomarán rigurosas medidas de seguridad.

 Por Cristian Vitale

Pasada la dura y paranoica “prueba piloto” de Villa Gesell, el rock festivalero intentará paulatinamente recuperar algo de todo lo perdido después de Cromañón. Bajo el slogan “100 por ciento aire puro, el pogo no cansa”, la cruzada comienza esta tarde muy cerquita de Cosquín y Villa Carlos Paz, en el kilómetro 33 de la Ruta 55, con el festival cuantitativamente más importante del país –94 números (11 extranjeros) entre bandas y solistas– luego de la última versión del Quilmes Rock. Y el encargado de inaugurarlo será nada menos que Charly García, teloneado por El Club de Tobi –cuarteto de cuerdas uruguayo– y el exquisito Sexteto Irreal, de Fernando Samalea and Company. Charly tratará –ojalá sea así– de revalidar la impecable actuación de Villa Gesell en la única fecha gratis del festival, que se extenderá hasta el domingo cuando cierren, como es costumbre, Las Pelotas.
Los organizadores de Nueva Tribu y Perro Producciones dejaron la Plaza Próspero Molina, donde se realizaron las primeras 4 ediciones del Cosquín Rock, en manos de Jorge Guinzburg –encargado ahora del Cosquín Siempre Rock– y se trasladaron a la comuna San Roque, un pequeño poblado de 1500 habitantes rodeado de sierras chicas, con la intención de instituir una especie de “Woodstock Latinoamericano” o, al menos, imitar a uno más reciente: el Glastonbury inglés. El contexto, a priori, no está tan lejos de la idea. Además de cinco días casi garantizados de paz, amor y música (o sexo, drogas y rock and roll, como se quiera), hay al menos dos motivos funcionales para rescatar el espíritu de aquel festival de 1969: la convivencia de géneros y un lugar inmenso para “jugar un rato” a vivir en comunidad al aire libre, tal vez como reflejo tardío de la era flower power.
El camping que los organizadores diagramaron especialmente para recibir a los asistentes tiene capacidad para 1500 carpas y 6000 personas. Ubicado a 600 metros del predio donde se realizará el festival y a 400 del lago San Roque, el lugar cuenta con todo lo necesario para pasarla realmente bien: baños con ducha, proveeduría, expendio de bebidas –con el aliciente de bandas en vivo tocando todo el tiempo–, todo por 20 pesos por persona, los cinco días. La contracara ¿necesaria? es que en ese mismo lugar circularán día y noche parte de los 400 efectivos policiales que los organizadores dispusieron para controlar el orden dentro y fuera del predio. El tema seguridad, intensificado al extremo después de la tragedia de Cromañón, correrá al parecer por la misma cuerda que en Gesell. José Palazzo, uno de los organizadores, aseguró en conferencia de prensa que en el predio –apto para recibir casi 25 mil personas por noche– habrá dos autobombas y una cisterna con 200 mil litros de agua disponible, además de una intensa presencia policial.
La similitud con el Quilmes Rock, en tanto, radica en la disposición de tres escenarios –el central, el temático y el “Topline”– y la actuación en cada uno de bandas y solistas de los más diversos estilos y tendencias. A lo largo de cinco días, convivirán el glamour de Babasónicos con la crudeza heavy de Riff o Sepultura, pasando por el punk-rock de Marky Ramone, la ortodoxia stonera de La 25, la poesía inclaudicable de Luis Alberto Spinetta y el rythmn & blues de vieja cepa en manos de Miguel Botafogo –con el familiero Don Vilanova en las alforjas– y La Mississippi. “Creo que el festival va a ser un éxito –señala Ricardo Tapia, cantante de Mississippi–. Argentina es el país festivalero por excelencia de América: hay cada vez más bandas y más público, es como la inflación del rock. Pero lo de los escenarios por género no cae muy bien. Parece cuando tu mamá te ordenaba los discos que habías dejado tirados en tu pieza.”

De todo y para todos
La convivencia de grupos ya no es la excepción sino la norma en el rock argentino post 2000. Mañana –luego de la apertura de hoy con Charly García–, la jornada contará con la presencia de dos prohombres de la música argentina (León Gieco y Spinetta), que actuarán salpicados en el mismo escenario entre Pappo, Los Pericos –prestos a partir otra vez a México– y dos de los números extranjeros más relevantes: Molotov –presentando los covers de Con todo respeto, su último disco– y los pesados brasileños de Sepultura. A la par, el escenario temático tendrá su bautismo de fuego con una tarde-noche al más puro reggae con Los Cafres, el muy prolífico Fidel Nadal –editó cuatro discos entre 2003 y 2004–, los uruguayos de Abuela Coca (banda revelación del Cosquín 2003), Armando Flores y Riddim. “Para nosotros será una especie de revancha –manifiesta Pety, cantante de Riddim–, porque la lluvia hizo que se suspendiera la fecha del Oye Reggae en la que teníamos que tocar. Queremos que la gente que nunca nos escuchó disfrute de buen reggae y del mensaje consciente que brinda la banda y que todo el evento se desarrolle en paz y armonía.” El plan C, para los amantes del heavy alternativo, será el escenario Topline con las presencias de Huinca –única banda chilena– y Jesus Martyr, entre otros.
El viernes, los decibeles irán en alza de la mano de Divididos, Catupecu Machu y Carajo –dos bandas éstas con mucho por mostrar de El Número Imperfecto y Atrapasueños, sus últimos trabajos– en el escenario A y dos presencias rutilantes en el temático, que será ese día de heavy metal: la legendaria banda española Barón Rojo –también con disco de versiones ajenas bajo el brazo– y otro regreso de Riff, con el Carpo nuevamente en escena 24 horas después de presentarse como solista. Entre los metálicos que antecederán a ambos grupos están Horcas, O’Connor y Tren Loco. Gustavo Zavala, bajista de este último –y confundador de la Unión de Músicos Independientes–, hace hincapié en la contribución de este tipo de festivales a la identidad del rock nacional. “Estos maratónicos eventos con música argentina muestran la calidad de los músicos y su poder de identificación con la gente. Al fin, los productores tercermundistas se fijan en esto y no sólo en invertir su dinero en bandas foráneas.”
Para el sábado –ver grilla completa– se perfila una jornada mezcla de diversión y frescura –Babasónicos, Dante Spinetta, Los Estelares–, con una banda muy interesante (Cuentos Borgeanos, del ex Catupecu Miguel Sosa) y las mejores propuestas vernáculas de rock and roll y blues (Botafogo, Mississippi, Viticus y Lovorne). El domingo, una serie de bandas de punk rock con Marky Ramone a la cabeza –buena oportunidad también para escuchar de qué va Superocho, nuevo disco de Dos Minutos– coexistirá con la banda mimada de Surco: Arbol, más Karamelo Santo, las explosivas Manos de Filippi y Las Pelotas, animadores principales del escenario A. “Realmente nos divertimos mucho en estos shows en el interior. El viaje, las horas de hotel, los momentos en los camarines propios y ajenos. Este es el verdadero rock. A los que anden buscando rock del clásico, valvular y del que sacude... se lo vamos a dar en medio de los ojos”, promete el Vasco Urionagüena, baterista de Viticus, que anuncia de paso la salida inminente de Súper, el nuevo disco.

Una gran vidriera
Detrás de los grupos y solistas consagrados que le ponen el moño a los grandes festivales, asoman el sacrificio y las aspiraciones de las bandas que vienen remando desde el under. Significativamente, en esta edición del Cosquín Rock, casi la mitad de los grupos forman parte de ese mundo. Entre ellos, Guerrero Inmortal –los cordobeses que alguna vez telonearon a Motorhead–, Motor Loco –grupo de Fachi, ex Viejas Locas–, La Negra, banda hacedora de Veneno, un hit inmortalizado por La Renga, y La Perra que los Parió: “Ni por asomo nos imaginábamos a comienzos del 2004, apenas editado el disco, que íbamos a estar tocando al año siguiente en Cosquín. Vamos a tratar de aprovechar la oportunidad al máximo. Somos conscientes de que para una banda independiente y de pocos recursos, es muy grosso tocar acá”, sostiene Nahuel, cantante de La Perra. La numerosa agrupación porteña tocará mañana en el escenario temático de reggae, el mismo día que otro grupo afín, pero oriundo de Córdoba: Armando Flores. “En 40 minutos pensamos resolver temas de los 4 discos, pero en especial del último, que tiene una temática más profunda. Habla de la tierra y de sus problemas, de las mentiras que nos dicen de niños sobre la colonización y esas cosas, es una buena plaza para trasmitir nuestras intenciones”, anuncia Félix Scotto, el guitarrista.
Los Estelares, por su parte, arderán en el escenario pop del sábado antes de Spinetta hijo y después de los Súper Ratones. “Personalmente, me atrae el espíritu del Cosquín Rock, esa comunión de artistas, asistentes y técnicos llegando a las sierras con sus mochilas llenas de luces, distorsión, estribillos yriffs, y sobre todo mucho rock”, manifiesta Víctor Bertamoni, el guitarrista. Muy populares en Rosario –se cuenta que en el recital que adornó con música el Congreso de la Lengua fueron más festejados que Litto Nebbia y Spinetta padre–, los Cielo Razzo aparecen como uno de los números más fuertes del festival, entre las bandas no bonaerenses. Están anunciados para preceder a Spinetta padre en el escenario A, mañana, y la intención de Nano, su guitarrista, es clara: “Que la gente pueda disfrutar del festival en general y no sólo de alguna banda en particular”. Juan Deferrari, cantante de Buda –grupo previsto para cerrar el escenario Topline del domingo– aporta la mirada irónica sobre el bendito sponsoreo, otro de los factores clave de la era de los festivales. “La gran cantidad de bandas hace interesante la propuesta, pero lo único que me resulta extraño es tocar en un escenario sponsoreado por chicles y no por alguna bebida burbujeante.”

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Divididos, la aplanadora del Woodstock criollo.
 
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