ESPECTáCULOS › EL NUEVO FILM DEL SUECO LUKAS
MOODYSON ESTALLO EN MAR DEL PLATA
El Apocalipsis cabe en un “living”
Un hueco en mi corazón cuestiona el arquetipo del padre con imágenes revulsivas y una apuesta extrema.
Por Horacio Bernades
Mientras el 20º Festival de Cine de Mar del Plata multiplica sus actividades, sobre la competencia oficial cayó una película que produce el efecto de una bomba de fragmentación. Si hay algo llamado a provocar las reacciones más extremas es la presentación de Un hueco en mi corazón, nueva película del sueco Lukas Moodyson, conocido en Argentina por sus anteriores Fucking Ämal y Together. Si aquéllas eran películas de las que pueden considerarse “normales”, Un hueco en mi corazón parece casi más un virulento acto de desestabilización que lo que suele entenderse (o aceptarse) como película de cine.
Si hubiera que reducir Un hueco en mi corazón a su sinopsis argumental, debería decirse que lo que Moodyson narra es la filmación de una película porno casera, que tiene lugar en el living de un departamentito de dos por dos y cuenta con la única participación de un director y dos actores. En una habitación contigua se recluye el hijo del director, en silencio y a oscuras, eventualmente desvariando tesis disparatadas sobre la época en que los hombres tenían dos cabezas y ocho miembros. Con un aspecto que lo asemeja al Neil Young de los años más depresivos, el muchacho tiene un defecto congénito (un muñón en lugar de mano) y vive acosado por el recuerdo de la madre, que murió cuando él tenía cuatro años.
A su turno, y como el director de la película porno la filma en estilo cinéma vérité, los límites entre lo que él y los actores viven y filman se confunden. Los dos hombres tienden a descargar sobre la chica toda clase de agresiones, vejaciones y humillaciones (incluido hacerle tragar kilos de comida, así como beber orina y vómito) y la relación entre padre e hijo no es menos violenta. Pero lo peculiar de Un hueco en mi corazón es que toda esa carga de agresión está llevada a la propia forma de la película, llena de toda clase de violentas interrupciones e intrusiones, tanto visuales como sonoras. Verdaderos bombardeos sobre las retinas del espectador (que parecería puesto en un lugar semejante al del protagonista de La naranja mecánica, en la famosa secuencia de la tortura visual), estas furiosas imágenes incluyen detalles de una operación de vulva y de otra a corazón abierto.
Visto desde cierta distancia, todo parecería apuntar a una revulsiva puesta en cuestión del arquetipo del padre, para quien la mujer y el hijo aparecen como víctimas primordiales. Es como si de pronto toda la civilización occidental hubiera ido a parar a ese living caótico y mugriento, y lo que estuviera teniendo lugar allí fuera una suerte de pequeño apocalipsis. Apocalipsis en el que la película misma se hunde, entre vórtices de sonido y de furia. Está claro que la película de Moodyson no nació para agradar y hasta es difícil evaluarla con los criterios con los que normalmente se estiman las películas, pero tampoco hay dudas de que asume riesgos extremos, tomando los sentidos del espectador por asalto.
Otra película presentada en competencia fue Vital, del japonés Shinya Tsukamoto. Realizador célebre en los circuitos del cine de culto gracias a la famosa Tetsuo, y con una retrospectiva completa que le dedica la sección “Cerca de lo oscuro”, Tsukamoto está presente por estos días aquí en Mar del Plata. Tras un accidente, el ubicuo Asano Tadanobu (a quien puede verse también en Café Lumière y El gusto del té, presentadas en otras secciones del Fimdp) es como si regresara a la vida, pero con su memoria estragada. Entre los huecos del recuerdo se le cuelan los de una novia muerta, y como el muchacho estudia medicina sucede que se topará con el cadáver de la chica sobre la mesa de disección. A partir de esta situación básica y sin eludir del todo el peligro de la reiteración, Tsukamoto logra confrontar lo mórbido con la idea romántica del amor después de la muerte, anotando puntos en ambos terrenos gracias a una delicada construcción de climas.
Hoy, con la presentación del último film de Volker Schlöndorff (El noveno día) y de la segunda de las películas argentinas en competencia –la muy esperada Un año sin amor– quedará cerrada la muestra oficial. Entonces habrá llegado la hora de esperar hasta mañana a la noche, cuando el 20º Festival de Cine de Mar del Plata anuncie su premiación.
Un hueco en mi corazón se verá mañana a las 12 en el América. Vital, el mismo día y a la misma hora en el Teatro Colón.