ESPECTáCULOS › STEVEN SPIELBERG Y TOM CRUISE HABLAN DE
“GUERRA DE LOS MUNDOS”, QUE SE ESTRENA HOY

“Esto no es una típica superproducción”

Aunque dice que su inspiración fue el libro de H. G. Wells, el director asegura que lo que lo movilizó fue el guión de Orson Welles, del cual consiguió la última copia existente: “Después de leerlo, estoy seguro de que el objetivo de aquella emisión de radio era asustar a la gente”. El actor es terminante: “Steven es el mejor director”.

Por Jose Manuel Calvo *

Steven Spielberg y Tom Cruise vuelven a trabajar juntos en Guerra de los mundos. Al hablar de la película, ambos, amigos desde hace 20 años, se entienden tan bien que casi no necesitan al periodista: se torean, se interrumpen, se ríen de las gracias. Cruise no puede ocultar la admiración que siente hacia Spielberg y no ahorra ninguna intensidad para expresarla.
–¿La atracción por el tema viene del libro de Wells o de la versión radiofónica de Welles?
Steven Spielberg: –Mi principal inspiración fue el libro. La película no es muy similar, excepto por un par de imágenes iconográficas, los trípodes y los haces de luz roja y que está narrada en primera persona. Creo que es más un signo de los tiempos que vivimos, muy diferentes a los de la novela. El programa de radio demostró hasta qué punto era eficaz la historia y lo brillante que fue Orson Welles, cómo logró asustar a tanta gente, que creyó que era una noticia de última hora.
Tom Cruise: –¿Lo hizo a propósito?
S. S.: –Bueno, el teatro Mercury y Welles aseguraron que no habían tenido intención de asustar a la gente. Pero yo tengo la única copia que existe del guión original. Estoy convencido de que ése era el objetivo.
–Welles dio explicaciones confusas.
S. S.: –Fue muy ingeniosa su forma de explicar que era solamente una obra de ficción. Hoy, la Comisión Federal de Comunicaciones no dejaría que nadie se la llevara de arriba. Por algo así se puede ir a la cárcel. La policía registró el Mercury y confiscaron los guiones. Yo tengo esa copia porque Howard Koch, que había escrito el guión con Welles, se quedó dormido en su casa, no fue al teatro desde donde se hizo la emisión.
–¿Cómo se comprometieron a hacer esta película, dejando de lado muchos otros trabajos?
S. S.: –Nos conocemos hace 20 años. Trabajamos juntos por primera vez en Minority report y tuvimos una experiencia tan buena que sacrificamos las cosas en que estábamos para hacer otra película. Estábamos hablando de que teníamos que volver a trabajar juntos. Yo no quería crear unas expectativas que no fueran realistas, así que disimulé el vértigo que me había proporcionado el guión. Es una historia con un desarrollo magnífico, un relato brillante. Una visión intensa y oscura de un acontecimiento que, aunque no vaya a pasar, si ocurriera sucedería así. Eso marca el tono.
–¿Qué es y qué no es Guerra de los mundos?
S. S.: –No es la típica superproducción con extraterrestres y humanos, es una historia personal: la de un padre, poco entrenado en eso, que tiene que aprender a toda velocidad para poder salvar a su hija de nueve años y su hijo de ocho. Es un hombre-niño que tiene que hacerse adulto en 24 horas para ser el padre que necesita ser y salvar a sus hijos.
T. C.: –Es como un niño un poco mayor que sus propios hijos, pero no más. Es un hombre que ha sido un irresponsable...
S. S.: –Y egoísta, centrado sólo en sí mismo.
–¿Se reflejarán esas tremendas descripciones de H. G. Wells, los tentáculos que asoman cuando se abren los cilindros, los ojos repulsivos, el aliento de los alienígenas?
S. S.: –Una de las sorpresas, teniendo en cuenta mi pasado, es la diferencia entre un extraterrestre malvado y uno bueno. Hice dos películas con buenos: Encuentros cercanos del tercer tipo y ET. Esta es mi primera experiencia con malos. Y trabajé mucho con los efectos especiales para ver cómo tenían que ser y conseguir que fueran convincentes. No quería unos extraterrestres tan imaginativos que no tuvieran relación con el universo real. Y eso es difícil: ET tenía que ser físicamente muy verosímil y al mismo tiempo que te pudiera llegar al corazón. Los de Guerra... tenían que ser físicamente creíbles, pero con un rostro y un cuerpo con tal brutalidad que los espectadores puedan creer que unos seres así efectivamente podrían conquistar el mundo...
–¿Acabar con la etapa de los extraterrestres simpáticos significa que dio un giro hacia el pesimismo?
S. S.: –No, no me estoy convirtiendo en un pesimista. Y no renuncié a mi convicción de que en el universo inevitablemente hay vida, y, en mi opinión, esa vida es benévola. Yo miro al cielo de noche y lo que veo son mis sueños de un universo en armonía consigo mismo. Y miro a mi alrededor, veo las noticias en TV, y es la antítesis. A veces creo que una película como ésta es necesaria para demostrar que quizá, para llevarnos bien en el mundo y convivir en paz, tengamos que luchar todos contra un enemigo común que no sea de este planeta. Es decir, puede ser un símbolo de mi propio deseo de comunicar mis sentimientos sobre el hecho de que nos estamos polarizando más y más a medida que avanza el siglo XXI.
–Hace 100 años, cuando se publicó Guerra..., había un contexto de miedo por la militarización de Alemania. La versión de Welles se hizo en otra situación, con la guerra mundial cercana. Hubo versiones en los ’50 que reflejaban la Guerra Fría. Esta llega después del 11-S...
S. S.: –Exactamente. La amenaza ahora es el terrorismo.
–¿Ese es el mensaje que quiere dar?
S. S.: –Procuro no articular los mensajes. Me gusta ver cómo la gente interpreta lo que hago. Es más interesante y estimulante intelectualmente que mis interpretaciones. Creo que este film tiene un final suficientemente abierto como para que la gente lo vea de diferentes modos.
–¿Pero son extraterrestres o son terroristas?
S. S.: –No son terroristas, son extraterrestres que no tienen buenas intenciones respecto a la humanidad. Pero la amenaza que representan provoca que el mundo se una como nunca, para luchar y sobrevivir.
–¿Hay mucha violencia?
S. S.: –Sí, hay bastante, es para mayores de 13 años. Es una violencia muy realista, y creo que asumible. Pero el aire es oscuro. Tiene que ver con refugiados americanos, algo que este país nunca experimentó. Hay muchos documentales sobre la guerra en Europa, las colas de personas en tantos países... Pero nunca vimos refugiados americanos, y este film refleja más o menos las emergencias que experimentamos recientemente.
–¿Qué le quedó del 11-S?
S. S.: –Tenemos algo más de lo que sentir miedo. Yo me convertí en una persona mucho más paranoide respecto del mundo que me rodea. Me sentí, como muchos otros, menos seguro, por lo que respecta a mis hijos, a mí mismo y mi familia, por lo que respecta a mi país. Pero, al mismo tiempo, en el 11-S ocurrió algo muy impresionante: vi a todos los países unidos en un movimiento de solidaridad ante un enemigo común, el terrorismo. Y esto es algo que no se había visto desde la Segunda Guerra. Por tanto, mi primera reacción fue de pesimismo, hasta que pude ver a todo el mundo unido en una ola de solidaridad que no se había producido en 60 años.
–Aquello, poco después, se rompió.
S. S.: –Aquella unidad se rompió cuando nuestro presidente decidió atacar Irak. La unidad se deshizo cuando el presidente creyó que tenía una sólida coalición. Confío en que algún día haya democracia en Irak pero estuve contra la guerra, aunque respaldo absolutamente a los hombres y mujeres de nuestras fuerzas armadas y de las fuerzas de los demás países que están allí.
T. C.: –El problema es el desgarro de las comunidades en las que vivimos. Cuando vemos el volumen de drogas administradas por los psiquiatras, el analfabetismo, la criminalidad, la inmoralidad... Son cosas a las que nadie se enfrenta de verdad. Esos son los enemigos. Cuando se habla de la capacidad que tenemos para comunicarnos... En realidad, hay muy poca comunicación. Internet tiene más que ver con la pornografía que concomunicarse. El 11-S acabó con la pretensión de que todo va bien. Y lo que importa es hacer cosas, como las que hace Steven con su Fundación Shoa, que yo admiro. La comunicación contra la intolerancia es una de las herramientas más poderosas de este planeta. Lo mismo pasa con la defensa de los derechos humanos.
–¿Cómo es el personaje que interpreta Tom Cruise?
S. S.: –Es alguien que atraviesa una peregrinación emocional. Hace todo lo que está en su mano para garantizar la seguridad de sus hijos.
T. C.: –Y lo descubre, es algo que no sabía.
S. S.: –No tiene ni idea de lo que es capaz hasta que no se ve puesto a prueba por los peligros que atraviesa.
–¿Dónde ocurre todo?
S. S.: –En Nueva Jersey, porque el programa de Welles se hizo allí, y porque yo viví allí. Y quería hacer una película en un escenario de gente trabajadora. Los films de ciencia ficción siempre pasan en barrios residenciales, el Medio Oeste o en laboratorios o escenarios planetarios.
–¿Cómo fue la experiencia de trabajar con Dakota Fanning? Tiene 10 años, pero aparenta más...
S. S.: –Tiene 10, pero en realidad tiene como 30. Tiene el alma de una mujer de 30 años, seria y profunda, y es una actriz milagrosa. Creo que es la mejor actriz infantil con la que trabajé, y eso es decir mucho, porque trabajé con muchos. Me di cuenta el segundo día del rodaje, cuando hablamos de las series favoritas de TV. Y la relación que mantuvo con Tom. Hablaba con Dakota como si fuera una persona mayor, no una niña.
T. C.: –Fue un placer trabajar con ella. ¡Cuánto talento, qué maravillosa! Disfrutábamos simplemente teniéndola cerca a diario. De verdad, una maravilla. Muy bien educada, pero muy divertida.
–Hay muchas cosas de esta película que no se pueden preguntar...
S. S.: –Hay muchas preguntas que no quiero responder. Ya sé que es una situación desequilibrada, porque yo sé la película que hice y la persona que pregunta no la conoce. En otras circunstancias, usted habría visto la película y podríamos hablar sobre ella. No tiene más remedio que creer en nuestra palabra: hicimos una película que realmente asusta, una versión moderna de Guerra de los mundos. No hay nada más que pueda preguntar.
–Habla como si estuviera muy satisfecho del resultado.
S. S.: –Estoy deseando que la gente la vea, quiero comprobar si se van a asustar como yo espero, y también porque creo que es una historia muy contemporánea, con algunos paralelismos geopolíticos.
–Haga como que Tom Cruise no está aquí y hábleme de su relación con él.
S. S.: –Lo conozco desde hace 20 años, pero es la segunda vez que trabajamos juntos. Tenemos una relación muy especial. Creo que compartimos una cosa: tenemos una enorme pasión por nuestro oficio. Y nos divertimos contando historias. El cuenta historias como las que le gustarían a sus hijos y yo cuento historias que a mis siete hijos les gustaría escuchar. Compartimos esa pasión y nos sentimos unos privilegiados. Cada día doy gracias por las oportunidades que me permitieron convertirme en director de cine. Es algo que quería desde que tenía 12 años e hice mi primera película, en 8 mm y sin sonido, con la cámara de mi padre. Y aquí estoy: un director de 57 años que lleva 45 dirigiendo, si contamos aquella primera película. Todos y cada uno de los días, desde entonces, di gracias por la fortuna de poder ser un contador de historias, tener este trabajo y ser cineasta. No hay nada mejor que eso, excepto educar a unos hijos.
–Y por eso trabaja en esto, y en un film sobre el atentado de los Juegos Olímpicos de Munich, otro sobre Lincoln, y el de Indiana Jones...
S. S.: –Trabajo en un montón de cosas porque tengo un apetito voraz de contar historias. Y soy avaricioso: quiero que todo el mundo las escuche.
T. C.: –Ese es el asunto, y por eso es el mejor contador de historias del cine. Cuando se está con él, se nota la combustión creativa que lorecorre. Es el mejor cineasta, todo el mundo sabe esto. Sólo hay que ver las películas que produce y dirige, la velocidad a la que se le ocurren ideas... Es increíblemente inventivo. Entiende la historia, sabe cómo contarla. No sé si la gente se da cuenta de lo difícil que es hacer una película de suspenso, de terror, y que sea una historia personal. Nadie más podría haber hecho esta película. Tal cual.

* De El País de Madrid. Especial para Página/12.

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