ESPECTáCULOS › ENTREVISTA AL CANTAUTOR JORGE FANDERMOLE
“Mantener una relación íntima con la música y la palabra”
El compositor y cantante rosarino acaba de sacar un nuevo disco y hoy lo presenta en vivo, en el ND Ateneo. Junto a él estarán, entre otros, Carlos Aguirre y Fernando Silva.
Por Karina Micheletto
Jorge Fandermole es una de esas figuras ubicadas en un lugar de culto por propios y ajenos a la música. Lo suyo es la música, pero también la poesía, plasmada en algunas de las imágenes más bellas de la canción local. Y, si bien su nombre empezó a sonar por boca de otros que interpretaron sus hits de juventud, como Era en abril o Canción del pinar (esta última la escribió a los 16 años), hay que escuchar Oración del remanso o cualquiera de las canciones de su penúltimo disco, Navega, para entender qué rumbos tomó su crecimiento autoral. Ahora acaba de editar Pequeños mundos, un disco conceptualmente más urbano que el anterior, donde, aunque ya no está tan presente el río, Fandermole pinta su aldea con fragmentos cotidianos en los que posa su lupa de autor. El rosarino presentará este disco hoy a las 23 en el teatro ND Ateneo (Paraguay 918), junto a algunos de los músicos que lo acompañaron en el disco, como Carlos Aguirre, Fernando Silva, Juancho Perrone y el armoniquista Franco Luciani, entre otros.
Fandermole vive en Granadero Baigorria, una localidad pegada a Rosario, apenas separada por la Avenida Circunvalación, y que forma parte del cordón industrial rosarino, hoy reactivado. Una zona del parque cerealero a la que el músico llegó buscando tranquilidad, aunque ahora el boom de la soja y los camiones que llegan para transportarla hayan quebrado ese esquema. “Hay alguien que nos pide una canción / como quien ve llover calmadamente / y nos clava en mitad del corazón / las furias que conducen las crecientes”, dice Fandermole en Me han pedido una canción. “Otra canción que habla de la canción, algo que tiene una tradición entre los cantautores”, dice Fandermole. “La idea es que si uno pudiera prestar atención artística a las diferentes cosas que lo rodean, podría componer sobre cualquier cosa. Pero en este caso hubo un disparador: ante mi insistencia por hacerle un regalo de cumpleaños, un amigo me dijo: ‘¿Y por qué no me regalás una canción?’. Como diciendo: ‘Dejame de joder, no necesito que me regales nada’... Y yo le hice caso.”
–La idea de que de todo lo que lo rodea puede surgir la poesía se repite en su obra.
–Forma parte de un imaginario que a mí me sirve. Me facilita el trabajo pensar que de cualquier cosa que miro puede surgir una canción. Es una idea interesante, porque es expansiva en la comprensión del mundo. Focalizar en los detalles que hay alrededor, mirar por la ventana y ver un hombre trabajando, pensar en su mundo, en qué piensa, dónde vive, cómo es... Hay una cosa que no tengo: capacidad narrativa, de describir acciones, situaciones.
–Otros le envidiarán su síntesis poética.
–Cada uno maneja el lenguaje que puede, el que mejor le sale. Son formas.
–¿Cuáles son sus influencias poéticas?
–Me costó mucho empezar a leer poesía escrita, aunque cuando aprendí fue de lo más gratificante que me pasó. Pero, si pienso en las letras de canciones como poesía escrita para formar parte de canciones, no termino más. Chico Buarque, Caetano, el enorme caudal de imágenes que contiene el folklore latinoamericano, desde Simón Díaz hasta Chabuca Granda... También están presentes las imágenes de las letras de Manzi o de Spinetta, o de los que están más cerca mío, Abonizio, Fito, o los muy grandes como Silvio Rodríguez... Todo eso configura un panorama de lo más diverso y creo que todo se metaboliza. Ojalá uno pueda encontrar alguna forma de síntesis.
–En su último disco escribió un tema para Kosteki y Santillán. ¿Cómo surgió?
–Fue una respuesta a la imagen inmediata de sus muertes, que todos vimos casi en directo. A esa imagen del pasaje de la vida a la muerte en directo, que para mí fue obscena. Y a la violencia institucional, pero también a la violencia personal, porque detrás o adelante de la institución está el hombre concreto que apunta y mata. Ese tipo de cosas que no son nuevas, que son sabidas, pero que de repente pasan enfrente tuyo, en un instante preciso. Algunos se lamentan, otros condenan, pero también sabemos que pasado un tiempo ese tipo de cosas cae en el olvido. Y uno responde desde el lugar que ocupa.
–En un repaso de su carrera, ¿qué momentos le dan más satisfacción?
–Yo siempre me preocupé por mantener una relación íntima con la música y la palabra. Una relación cuidadosa. Entonces, en el repaso, si hay satisfacciones es porque hay gente que me respeta mucho, compañeros músicos que en momentos clave me demostraron su apoyo, me dieron distintos empujes, como Víctor Heredia, un tipo de una gran generosidad. La satisfacción puede estar en aceptar y tomar en cuenta determinado tipo de críticas de gente que uno respeta. O haber logrado un disco como Navega, que sé que es bueno, sustancioso, que puede perdurar, y haber tratado de seguir ese camino. O haber tocado con gente como Lucho González, Raúl Carnota, Adrián Abonizio, Rubén Goldín, lo de Rosarinos... Cualquier recorte va a ser incompleto, e injusto.
–Su anterior producción es del 2002. Se toma su tiempo para sacar un disco.
–No se puede dar una continuidad estructural a un trabajo como éste. Ojalá uno fuera igual de imaginativo todo el tiempo, pero lamentablemente no es así, por más empeño y voluntad que se ponga. Si te obsesionás por sacar un disco atrás del otro, perdés el eje. La única obsesión debería ser el trabajo permanente, que tampoco se puede, simplemente porque te pasa la vida por encima, pasan cosas. Eso sí, si de algo estoy convencido es de que no hay ocurrencias: si me encuentran las musas, me van a encontrar trabajando.