ESPECTáCULOS › “KUNG-FUSION”, DE STEPHEN CHOW
Artes marciales a la manera de los “toons” de Tex Avery
Un film de kung-fu que, como un dibujo animado, apuesta a lo inverosímil.
Por Martín Pérez
Cuando estuvo de visita en el último Festival de Cine Independiente porteño, el animador norteamericano Bill Plympton demostró un curioso criterio a la hora de elegir sus mejores películas de animación del último tiempo. Así fue como, en una lista en la que figuraban Los increíbles y Las trillizas de Belleville, por ejemplo, Plympton incluyó sin dudar una película titulada Kung-fu Hustle, a la que consideró lisa y llanamente como un dibujo animado de Tex Avery. “¿Ya la vieron?”, preguntó entusiasta, cuando vio el rostro de incredulidad de su interlocutor. Casi medio año después de aquella advertencia, bajo el ridículo pero sumamente apropiado título de Kung-Fusión, la película a la que se refería Plympton se estrena finalmente en la cartelera porteña, y todo lo que se había dicho de ella resulta pertinente. Y aún más. Porque la obra maestra de Stephen Chow, que junto a 2046, de Wong Kar Wai, arrasó en la última entrega de premios del cine de Hong Kong, es antes que nada un claro homenaje a esas películas de kung-fu que Chow vio en su infancia. Pero, a la vez, es un feliz cocoliche cinematográfico contemporáneo que, al honrar y al mismo tiempo burlarse del género que evoca, termina inventando algo nuevo, que no se ha visto antes y que tal vez no se vuelva a ver. Pero no porque sea algo heroico, o excesivamente pretencioso, sino porque ya no hace falta repetirlo, no más. Pero en el camino se convierte en un disfrute generoso y gratuito, de esos que sólo a veces regala el cine, y conviene disfrutar a sala llena.
Cuando una película como El tigre y el dragón tomó por asalto las salas occidentales de cine revisitando el género de las películas de espadas y artes marciales, detrás de los elogios unánimes y las salas llenas no faltaron quienes levantaron la voz quejándose de que la película elevaba a un pretencioso rango de cine de arte lo que en su origen era apenas un género de aventuras. De entonces hasta ahora, no sólo Zhang Yimou ha regresado (varias veces) sobre los pasos de Ang Lee, sino que Quentin Tarantino ha sabido también desenvainar su sable e incluso películas como The Matrix han sumado coreografías de artes marciales (y retoques de CGI) a sus tramas apocalípticas. Pero recién con Kung-Fusión aquella estilización a lo Merchant-Ivory del género recibe un brutal lavado de rostro y presenta en Occidente su contraparte bestial, pura acción ridícula y casi sin sentido.
Cargando contra las leyes elementales de la física como cualquier dibujo animado que se precie de tal, Stephen Chow finalmente ha logrado honrar al género que lo hizo dedicarse, en primera instancia, al séptimo arte. Cuenta la leyenda que, en sus lejanos comienzos, Chow supo entrenarse en las artes marciales, pero de poco le valió aquel esfuerzo porque terminó consagrándose como comediante. Recién cuando pudo dirigir sus propias películas, es que las artes marciales reaparecieron en el menú. Su anterior éxito fue Shaolin Soccer, una película que reunía zen, kung-fu y fútbol, que apenas si logró una distribución aceptable en el mercado estadounidense pero alcanzó un considerable éxito en el resto del mundo.
Con Kung-Fusión, Chow ha doblado la apuesta, creando un mundo en el que no hace falta ningún Roger Rabbitt para que los humanos desafíen la ley de la gravedad. Con un prólogo que narra una bestial guerra de pandillas que funciona como muestra de lo que no es su película, Kung-Fusión lleva la acción al patio de juego de la infancia de Chow, un inquilinato perdido en el tiempo y en el lugar, en el que los olvidados maestros cotidianos del kung-fu lucharán contra los esbirros de la mafia y contra sus propias limitaciones. Ridícula comedia romántica, y desquiciada película de acción y kung-fu, la película de Chow trabaja casi en los antípodas de las primeras comedias de artes marciales de Jackie Chan, en donde se hace énfasis en la realidad de las escenas de acción. Convocando a viejos colegas de artes marciales de Bruce Lee, Chow lleva su arte más allá de lo humana y casi cinematográficamente posible, pero lo hace sin miedo al ridículo, y sin necesitar ninguna coartada verosímil. Tan gratuita como el dibujo animado más desquiciado, Kung-Fusión termina siendo una fiesta a la que resultan invitados tanto los más conocedores del género, como los que se acercan a él por primera vez.
8-KUNG-FUSION
Kung-fu Hustle
China/Hong Kong, 2004
Dirección: Stephen Chow.
Guión: Tsang Kan Cheong, Chan Man Keung, Xin Huo y S. Chow.
Intérpretes: Stephen Chow, Wah Yuen, Qiu Yuen, Kwok Kuen Chan, Hsiao Liang y otros.