ESPECTáCULOS

“La película es como un catálogo de argentinos”

Rodrigo Moreno, Ulises Rosell y Andrés Tambornino, que estrenan mañana la comedia “El descanso”, dicen que la crisis les permitió trabajar con libertad, “porque ya nadie piensa en el negocio”.

Por Ana Bianco

Los directores Rodrigo Moreno (29), Ulises Rosell (32) y Andrés Tambornino (30) vienen trabajando juntos desde hace tiempo. Fueron compañeros de estudio en la Universidad del Cine y realizaron varios trabajos en colaboración. El primero fue el corto Aqueronte (1994) y luego un segundo corto Dónde y cómo Oliveira perdió a Achával (1995), que integró la primera versión de Historias breves. Además Tambornino y Rosell se asociaron con Pablo Trapero y fundaron la productora Cinematográfica Sargentina, que produjo Mundo Grúa (1999) y Pizza, birra, faso (1997), entre otras. Moreno, además, escribió y dirigió “Compañeros”, el último episodio del film Mala época (1999). Rosell dirigió el documental Bonanza, en vías de extinción (2000) y Tambornino fue el montajista de Pizza...
Los tres jóvenes directores filmaron y escribieron juntos El descanso (2001), cuyo guión resultó premiado por el Incaa, y se estrena mañana. En el film, un hecho fortuito cambia la vida de Freddy y Osvaldito, dos amigos que van a parar a un pueblo perdido en medio de la sierra. Allí se encuentran con “El Descanso”, un hotel destruido que en los años 30 albergó a una aristocracia que supo disfrutar de sus termas. Freddy quiere cumplir su sueño de reabrir el hotel, pero en la tarea se topará con múltiples inconvenientes, hasta develar el misterio que encierra el lugar. En la charla del trío con Página/12, Tambornino se refiere al nuevo cine argentino: “El boom fue los 90, cuando se estudiaba cine en masa y se filmaron varias óperas primas buenas. La primera fue Pizza..., que la crítica tomó como la punta del iceberg del nuevo cine argentino. El cine argentino en el exterior no es una corriente que se pueda englobar, como el Dogma. La repercusión está dada por la calidad de las óperas primas”. Moreno agrega: “No es casual que aumente la frecuencia de las buenas películas, que además de ganar festivales se pueden rescatar dos por año. Hay rigor a la hora de filmar. En algunos directores más establecidos estos elementos no se tenían en cuenta. Durante la Semana de Cine Argentino en Madrid se exhibieron cuatro películas viejas y cuatro nuevas, y la diferencia era abismal. Algunas películas no tenían un tono definido, los planos no pegaban, la luz era horrible o los diálogos no se entendían. El haber egresado de una escuela de cine es importante. En la escuela es valioso el contacto que se establece con la gente de tu misma edad y que tiene ganas de hacer cosas”.
Según explica Rosell, a la ahora de filmar el sentido de libertad pesa. “Creo que está relacionado con la crisis que atravesamos y el pertenecer al Tercer Mundo. El primer objetivo no es buscar un rédito económico o hacer un negocio. Te moviliza hacer esa película que estás filmando, aun sabiendo que por más que se le pongan los ingredientes que recomienda la industria quizá tampoco resulte bien. Uno está jugado y es consciente de poder filmar esta película de acá a cinco años, y elige hacerla como quiere. Cuando se estaba proyectando Historias breves, a la salida del cine Burman me dijo: “¿Escuchaste la respuesta del público? tienen que hacer algo... Con Historias... logramos una punta de un código muy nuestro. Era el corto donde el público se reía del humor absurdo y lo pasaba bien”.
Los puntos de contacto con ese corto los explica Moreno: “El corto era más abstracto, nos jugábamos por el absurdo en sí mismo. Los personajes de Oliveira y Achával estaban buscando un pueblo. Eran de caracteres totalmente opuestos. Uno era jefe del otro, pero no se sabía a qué se dedicaba y por qué era jefe. Freddy también es jefe y no sabe por qué y tiene súbditos alrededor. Muchos elementos de El descanso tienen que ver con esos años de estar hablando y de reírnos de cualquier cosa y en algún momento cuando estás escribiendo aparecen”. En la película conviven actores no profesionales como Raúl Urtizberea, que se suma al proyecto por iniciativa de Moreno. “Raúl no es actor, pero es un profesional frente a cámara. Lo recordaba de verlo en la tele como periodista. Cuando nos abrió la puerta de su casa no nos quedaron dudas. Cuando dice la frase de Balbín lo hace con conocimiento de causa.” Y en relación al personaje de Palomino, fundamenta su verosimilitud al decir que “conocí a un peruano que era como el personaje. Una contraposición entre lo rasca y lo seudo científico. En la película hay una fascinación por una tecnología vetusta, por el retraso tecnológico. El espíritu de investigador nos permitía evolucionar la trama policial desde un tono literario. Es un tipo que dice información, algo que en cualquier guión no funcionaría, pero es parte del personaje”.
Definida por los realizadores como “una comedia”, Rosell explica que “nos propusimos hacer cine de entretenimiento con diferentes géneros. Eso de que llegan dos tipos extraños al pueblo y se van es del western. La historia de un hombre en busca de un proyecto imposible se transforma en un policial”. En El descanso, el público cambió radicalmente la mirada sobre Freddy. Tambornino aclara: “El cambio se da con la salida de De la Rúa. Antes la veían como una comedia ligera. Ahora el espectador empieza a ver a la Argentina y los problemas que están y estuvieron antes que Menem”. Rosell defiende a Freddy, porque “el personaje sólo era entendido a partir de que quería afanar y hacer un negocio y llenarse de guita. Freddy es un tipo que está tratando de pasar la vida lo mejor posible y se le ocurre que ese lugar es el paraíso. No es el típico joven ambicioso, producto del menemismo.” Moreno sintetiza con ironía: “Nada es moderno: no hay computadoras, nadie toma cocaína, no se ve dinero, nadie maneja autos nuevos. Hay algo que la hace súper porteña, una mirada ajena. Los personajes no hablan en cordobés, la historia transcurre en el interior, pero no se sabe dónde. Es durante el siglo XX, sin precisar si son los ‘80 o los ‘90. Nos reímos de una forma de ser y hablar y de ahí la diversidad de personajes. Es un catálogo de argentinos”.

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El film que se estrena mañana fue escrito y dirigido a seis manos.
 
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