ESPECTáCULOS › MARIANO MARTINEZ Y NICOLAS CABRE CELEBRAN EL EXITO DE LA TIRA “SON AMORES”
“No hay que tirarle más pálidas a la pobre gente”
Los jóvenes actores, que interpretan a dos hermanos futbolistas, han ido quedando en el centro de la trama del programa que esta semana se convirtió en el de mayor rating de la televisión, ganándole en las mediciones a Marcelo Tinelli el lunes y el jueves.
Por Emanuel Respighi
Por segunda vez en lo que va de la temporada televisiva, y de manera consecutiva, “Son amores” venció a “El show de Videomatch” en la puja por el rating, en lo que ya se transformó en el duelo televisivo del año por excelencia. El jueves, al mismo tiempo en que cumplía cien programas al aire, la tira de Pol-Ka le sacó 3.1 puntos de rating promedio al programa de humor que parecía invencible tras doce temporadas de éxito (llegando en un momento a sacar 7 puntos de ventaja, ver aparte). Así, para Adrián Suar y compañía el festejo fue doblemente disfrutable. Buena parte del éxito de “Son amores” (lunes a viernes a las 21, por Canal 13) descansa en las espaldas de Nicolás Cabré y Mariano Martínez, los jóvenes actores que interpretan a dos hermanos tan inseparables como atorrantes. Allí, en la ficción, los actores se potencian, en una dupla perfecta que siempre está a punto de estallar, con un latiguillo certero o una mueca chistosa. Por eso no extrañó que sus personajes hayan desplazado algo del centro de la trama a la relación de Lola (Millie Stegmann) y Roberto Sánchez (Miguel Angel Rodríguez), quienes inicialmente iban a ser el núcleo de la telecomedia.
Claro que para los jóvenes actores, el desarrollo de la trama no está todavía definido. “No eclipsamos la relación entre Lola y Sánchez. La historia siempre estuvo planteada así, ya que todo está muy bien sectorizado. Hay muchas historias interesantes que conviven y que van cambiando de lugar según las necesidades”, aclara Cabré en la entrevista con Página/12. “Nos pone muy contentos que la gente nos dé tanta importancia”, apunta Martínez. “Pero lo mejor es no creérsela. Yo sé que me falta mucho. La tengo clarísima. No soy de tomar una posición facilista o cómoda ante los elogios. No me gusta estancarme en un lugar. Trato de crecer como actor por sobre cualquier otra cosa que se diga”, agrega.
–En “Son amores” componen a dos hermanos muy compinches. ¿También lo son en la vida real?
Nicolás Cabré: –Sí. Como con mi hermano, sólo nos llevamos un año y ocho meses, casi que nos criamos juntos. Hicimos juntos absolutamente todo. Con peleas, calenturas y todo lo que tiene una relación entre hermanos. Creo que mi relación con mi hermano me ayudó a la hora de caracterizar a Pablo, aunque se trata de un personaje diferente de lo que soy en realidad.
Mariano Martínez: –Mis cinco hermanos también juegan en mi composición. Si bien todos los personajes que hice tienen algo de mí, todos tienen cosas distintas de mi forma de ser. Creo que la química que se logró entre los tres hermanos en la tira refleja la relación real que se da entre los hermanos. No tengo duda de que en todas las casas argentinas existen los hermanos Marquesi, porque es una relación muy común. El amor entre hermanos es así: se pueden pelear muchísimo entre ellos, pero que nadie de afuera toque a alguno porque se pudre todo. Lo mismo en la competición por una minita o en la cargada fácil que se prodigan los hermanos. Creo que la gente se ve reflejada en la relación que se da entre los tres hermanos.
–¿Cuánto influyó en la composición que hacen de Pablo y Martín el hecho de que ambos se hayan criado en el seno de dos barrios (Martínez en Avellaneda y Cabré en Mataderos)?
N.C.: –A mí me ayudó mucho. Hay muchas cosas que utilizo que están sacadas de mis amigos y de la relación con mi hermano. Las peleas, por ejemplo, surgieron de un viaje que hice a Formosa, donde vi a unos hermanos en el campo que no tenían nada que hacer y se entretenían peleando todo el día. Porque el contacto de las piñas entre los varones es lo más normal del mundo. Y a la hora de componer mi personaje rescato cosas de viajes, amigos y cosas que me pasaron a mí. Si uno está despabilado y con los ojos bien abiertos, el alrededor de uno es una caja permanente de herramientas. El barrio ayuda.
M.M.: Totalmente, porque lo que uno aprende en la calle no se lo enseña ningún libro. Todo el tiempo saco cosas de mis amigos, familiares oconocidos. Es en el contacto con la realidad en donde el actor se va puliendo.
N.C.: –Después de escuchar al director para saber lo que quiere de mi personaje, inmediatamente me pongo a observar a personas o a situaciones que puedan encajar con lo que me piden. ¿Querés un personaje loco? ¡Tomá, acá lo tenés! Vivo sacando cosas de mis amigos. Me manejo con la observación. Por ejemplo, si quieren un payasito, me pongo a ver dibujos animados, para incorporar diferentes cosas de personajes, ya sea de “Tom y Jerry” como de “Alf”. Todo sirve. En ese sentido, mis composiciones son un gran choreo. Aunque siempre les pongo mi toque personal.
–¿Qué consideran que es lo más placentero de trabajar en “Son amores”?
N.C.: –Creo que lo más gratificante, dada la realidad argentina, es poder trabajar. Me siento un privilegiado por hacer lo que me gusta, poder disfrutar de lo que hago y que encima vaya bien. Más allá de que en “Son amores” hay una muy buena onda con el elenco y que nos cagamos de risa haciendo el programa, lo que rescato es el hecho de tener trabajo, lo que ya es mucho para un joven argentino.
M.M.: –Sí. Lo bueno de trabajar en “Son amores” es poder hacer lo que me gusta, sentir que cada día crezco un poco más como actor y saber que la gente se divierte y se distrae durante una hora diaria de todos los problemas que tiene, que no son pocos.
–¿Qué explicación le dan al éxito de la tira?
M.M.: No hay un secreto o una fórmula. Si la hubiera, se la utilizaría en el futuro para seguir haciendo éxitos. El hecho de que “Son amores” divierta a la gente se basa en la idea de que no hay que tirarle más pálidas a la pobre gente. También el programa promueve ciertos valores que son importantes para todos: la unión familiar, la hermandad, el amor...
N.C.: –El programa es lo que se ve, no hay ningún misterio. Creo que la buena onda que hay entre nosotros ayuda mucho en el momento en el que la gente elige ver un programa de televisión para divertirse. Pocas veces estuve en un elenco en el que todos estamos bien con todos: tanto técnicos, actores y productores nos reímos mucho mientras hacemos las escenas. Y eso se refleja. Porque coopera para poner en escena las diversas relaciones que se dan en la tira, los distintos cruces, las idas y vueltas, y la frescura que tiene el programa.
–¿Creen que “Son amores” es una bisagra en su carrera artística?
N.C.: Es otro paso más. Yo nunca quiero saltar escalones ni dar pasos en falso, porque yo me tomo la actuación como un aprendizaje permanente. Siempre digo que cuando me muera quiero que me den cinco segundos para darme vuelta y poder ver que cada escalón de la escalera esté pisado, sin importar hasta qué lugar de la misma haya llegado. No me interesa, no hay un tope. Quiero ir paso a paso, creciendo, aprendiendo y mejorando en cada trabajo. Y “Son amores” no es un paso en falso, es otro escaloncito más de los muchos que me quedan por pisar. Mi meta es llegar a ser un gran actor. Ojalá nunca me dé cuenta de que lo haya logrado, ya que perdería la intención de búsqueda permanente que debe tener un actor.
M.M.: Desde el primer trabajo que hice hasta “Son amores”, siempre fueron pasos importantes en mi carrera. Creo que fueron pasos en adelante. Eso me tiene muy tranquilo, ya que si bien todas las carreras dependen de una cuota de suerte o de destino, no es menos cierto que también tienen que ver con una dedicación o una constancia para crecer como actor. Sobre todo hoy por hoy, donde la situación del país no es buena y no hay trabajo para nadie. Uno debe ser consciente de que ir para adelante, en un país como el nuestro, no es fácil. Y el factor suerte tiene mucho que ver, ya que hay muchos buenos actores que no están trabajando.