EL PAíS › EN MEDIO DE LA TORMENTA FINANCIERA, Y LA NEGOCIACION CON EL FMI ABIERTA, RENUNCIO BLEJER
El sacrificio por la patria duró lo que un suspiro
El titular del Banco Central, Mario Blejer, comunicó ayer al Presidente su dimisión. La partida del funcionario mejor visto por Washington ocurre en medio de la renovada presión de los bancos extranjeros por hacer compulsivo el canje de bonos, ante el desinterés de los ahorristas por los títulos públicos.
Por Maximiliano Montenegro
El titular del Banco Central, Mario Blejer, había prometido a Eduardo Duhalde, como respuesta al pedido presidencial de un “gesto patriótico”, que presentaría formalmente su dimisión recién cuando hubiera un momento de sosiego en la crisis y la negociación con el FMI estuviera encaminada. Ayer, con los mercados financieros de la región en llamas y la negociación con el Fondo con rumbo incierto, le comunicó al Presidente su renuncia indeclinable, que formalizará el lunes. Tal vez éste sea un momento de calma, comparado con lo que se viene en los próximos días. La salida del ex empleado del FMI ocurre en un momento en que el organismo presiona para que el Gobierno deje de vender reservas. Así, para evitar una estampida del dólar, lo enfrenta a dos alternativas muy complicadas políticamente: cortar los redescuentos y dejar caer un tendal de bancos; o hacer compulsivo el canje de bonos por depósitos y resistir la furia cacerolera de los ahorristas. Más aún, en los últimos días, frente al escaso interés de los depositantes por los bonos, el selecto club de bancos extranjeros volvió a arremeter con la necesidad de insistir con el bono compulsivo o, en su defecto, estirar los plazos de devolución de los depósitos reprogramados. La propuesta, con el aval del FMI, fue reconsiderada por Blejer, lo que el ministro Lavagna interpretó como un boicot a su plan de bonos optativos.
Transitoriamente, el reemplazante de Blejer será el actual vicepresidente del Central, Aldo Pignanelli, un economista histórico del justicialismo, hoy duhaldista, de excelente diálogo con Lavagna. Pese a su nulo perfil internacional, Pignanelli es bien visto por los bancos. El motivo es fácil de entender: estuvo desde el principio a favor del bono compulsivo, alineado con Blejer.
“Me renunciaron, hubo una operación. Yo había acordado con el Presidente renunciar el 30 de junio”, se excusó ayer Blejer, al confirmar su decisión, que justificó por motivos personales. Hace rato que el ministro Roberto Lavagna quería deshacerse de su colega, y en su equipo interpretaron la renovada presión de los bancos extranjeros por el bono compulsivo, como una nueva provocación del Central. Sin embargo, es difícil creer que haya decidido acelerar la partida del funcionario del gobierno con mejor imagen internacional, justo cuando él mismo viajará a Washington el próximo martes para intentar cerrar, a suerte o verdad, un acuerdo con el organismo (ver página 2).
Días más, días menos, lo cierto es que el “gesto patriótico” duró poco. “El me lo había comunicado hace 25 días, para ocupar otras funciones en el mes de julio en Estados Unidos”, explicó ayer Duhalde, dando a entender que Blejer, cuya familia está radicada en Washington, podría aceptar el cargo de negociador ante los acreedores extranjeros. Sin embargo, el flamante renunciante no mostraba ayer mucho interés en aceptar otro puesto en el Gobierno. Por su parte, el Presidente desmintió los rumores de renuncia de Lavagna: “Goza de toda la confianza del Presidente y está realizando una muy buena tarea”, aseguró.
“Yo no voy a ser el presidente del Banco Central que financie la hiperinflación”, repetía días atrás, a quien quisiera escucharlo, Blejer. Además, le había solicitado al Presidente una ley, o un decreto de necesidad y urgencia, que otorgase inmunidad legal al directorio del Central, convencido de que el proceso de cierre de bancos en marcha ocasionaría también una lluvia de denuncias judiciales sobre los funcionarios del área. El tercer planteo de Blejer apuntaba a las reservas, actualmente en un nivel crítico de 9800 millones de dólares, 5 mil menos que a principio de año. “Si quieren que sigamos vendiendo reservas, que la decisión la tome el Presidente”, se despachó.
Los reclamos del “ex” titular del Central resumen la discusión entre el Fondo Monetario y el equipo de Lavagna sobre qué hacer con el dólar y el sistema financiero. La misión del FMI dejó en claro esta semana que el organismo no quería que el Banco Central siguiera soltando reservas, para intentar frenar la cotización, mientras por la otra ventanilla emitía pesos para financiar la salida de depósitos de los bancos –ya sea a través del “goteo” de cuentas a la vista o de los amparos–, los que terminan corriendo al dólar.
Ahora bien, si el Central dejara de vender reservas, habría que limitar estrictamente la emisión de pesos. De otro modo el dólar volaría sin control, realimentando la espiral inflacionaria o incluso detonando una híper. Para echar esa “ancla monetaria” que exige el FMI, hay dos alternativas: o se cortan los redescuentos indiscriminados –ya suman más de 19.000 millones de pesos– y se acepta la caída de un buen número de bancos; o se canjean todos los depósitos compulsivamente por los bonos del Estado.
Lavagna se inclina por la primera opción. “Si el canje voluntario por bonos fracasa, el Plan B es que cada banco negocie con sus clientes la devolución de depósitos. Y el banco que no se capitalice tendrá que cerrar”, dijo a este diario un estrecho colaborador del ministro.
Blejer, en cambio, fue siempre de la idea del bono compulsivo, aunque hasta la semana pasada había aceptado el plan bonos optativo del ministro. Sin embargo, el desinterés de los ahorristas, demostrado esta semana por los bonos, llevó a rever su posición. Según sus cálculos, apenas entre el 5 y 10 por ciento de los depositantes optan por canjear sus depósitos por los papeles del Estado, una porción minúscula si se tiene en cuenta que los pronósticos de Economía hablaban de un 40 por ciento.
Así, no es casual que el Fondo y los banqueros hayan vuelto a conversar con el Banco Central la idea de insistir con el canje compulsivo si en las próximas semanas se confirmara el fracaso del plan optativo.
Ayer, Blejer anticipó su salida, convencido de que estos son días de calma, temiendo lo que se viene.