ESPECTáCULOS
“Quisiera poder expresar el hermetismo del alma”
Los dos últimos tomos de las obras completas y definitivas del poeta chileno Pablo Neruda, que acaban de publicarse en España, reúnen una serie de materiales hasta ahora casi desconocidos de su inmensa obra.
Por Elsa Fernández-Santos,
Desde Madrid
El pesimismo y la tragedia que rodean a su gran obra de juventud, Residencia en la tierra; su devoción por Maiakovski y por Whitman; el odio de su padre; sus recuerdos de España y la búsqueda incansable de la poesía total. El cuarto y el quinto tomos de las obras completas de Pablo Neruda –cuya publicación por Galaxia Gutenberg/Círculo de Lectores culmina un trabajo de cinco años– aportan textos hasta ahora dispersos o prácticamente desconocidos de la inmensa obra del patriarca de la poesía chilena.
Entrevistas, cartas, sus traducciones y Confieso que he vivido –sus inacabadas memorias publicadas en 1974 con textos que van desde 1933 a 1973– fijan y cierran la obra canónica de Neruda.
Cinco tomos dirigidos por el especialista Hernán Loyola –autor de la edición, el prólogo y las notas– que ahora terminan con un último libro (Nerudiana dispersa II) que incluye en primer lugar los textos sueltos de los últimos nueve años de Pablo Neruda (1964-1973) y que completan el itinerario comenzado y desarrollado en el volumen IV, Nerudiana dispersa I.
Entre otros materiales, el último libro incluye una selección de cartas escritas entre 1922 y 1973, una serie de entrevistas realizadas a lo largo de su vida (la primera de Raúl Silva para El Mercurio en 1926, cuando el poeta tan sólo tenía 22 años) y las traducciones que Neruda hizo a lo largo de 50 años, desde La ciudad durmiente, de Marcel Schwob, hasta Romeo y Julieta, de Shakespeare. En una ocasión, Neruda señaló que el poemario de Residencia en la tierra “no ayuda a vivir, ayuda a morir”.
En una de las entrevistas que ahora se rescata en este último volumen de sus obras completas –publicada en Buenos Aires en 1971– explica su relación de amor-odio con la que para muchos es su obra capital: “Residencia en la tierra representa un momento peligroso y oscuro de mi vida. Es una poesía sin salida, casi había que renacer para salir de ella. En ese sentido, la guerra de España me salvó de esa desesperación, que no sé ahora hasta qué punto era profunda. Una vez dije que, si yo llegara a tener la autoridad necesaria, prohibiría la lectura de mi propio libro y que estaría dispuesto a que no se publicara más. (...) Yo sé que Residencia en la tierra es uno de mis mejores libros, en el sentido de que tiene una hondura que pudo darme el momento en que yo viví aquella poesía”. “A mí me gusta cambiar todos los tonos”, continúa el poeta en la entrevista, “buscar todos los sonidos, perseguir todos los colores, buscar las fuerzas de la vida en donde estén, en la creación o en la destrucción. Y así he ido cumpliendo mis deberes de poeta. No tengo otra doctrina ni otra verdad”.
En otro encuentro, y al preguntársele qué es ser poeta para él, Neruda responde al entrevistador: “No sé bien qué es un poeta, pero pienso que de algún modo la poesía tiene que ver con todas las artes, las resume, es capaz de representarlas en lo que tienen de unidad... reúne y resume la unidad fundamental que conecta entre sí a la música, la pintura, el teatro, el folklore y todas las manifestaciones cotidianas de la belleza. Yo soy puro e impuro. Es decir, quisiera poder expresar en mi poesía el hermetismo del alma y la simplicidad de las cosas elementales más cercanas al ser humano, y que también tome parte en el reposo de los guerreros y en la guerra misma, la guerra contra la crueldad y contra la injusticia, por la liberación del hombre”.
* De El País. Epecial para Página/12