ESPECTáCULOS
Lucille Ball, la reina sin corona de la comedia en pantalla chica
La señal Sony emitirá mañana un especial dedicado a la genial protagonista de “Yo amo a Lucy”, que hizo furor en los años 50.
Por Roque Casciero
Sin ella, la televisión de todo el mundo hubiera sido diferente. Lucille Ball, una pelirroja nacida en Jamestown, Nueva York, el 6 de agosto de 1911, fue una auténtica revolucionaria para la tevé. Y hasta hoy, trece años después de su muerte, perdura el encanto y el humor de su serie “Yo amo a Lucy”, que hace poco cumplió cincuenta años desde su primera emisión. Por ese motivo, Sony emitirá mañana a las 20 un programa especial de dos horas en el que los hijos de la actriz y estrellas como Whoopi Goldberg, Arnold Schwarzenegger, Dick Van Dyke, Cher, Andy García, Roseanne y el periodista Larry King le rinden homenaje.
Durante cuatro de sus seis temporadas, “Yo amo a Lucy” lideró los ratings en Estados Unidos. Entre 1952 y 1953 llegó a un promedio de 67,3 puntos, lo que significaba que cada lunes dos tercios de los hogares de ese país veían la serie. ¿Cuáles eran los ingredientes para semejante éxito? Ante todo, la capacidad de Ball para la comedia: sus muecas harían morir de envidia a Jim Carrey y sus actuaciones eran siempre sólidas. Durante su participación en la tira, el gran Orson Welles confesó que Lucy era, para él, “la mejor actriz del mundo”. Pero el talento natural de la protagonista estaba apoyado por el de su marido Desi Arnaz. Cubano de nacimiento, Arnaz encarnaba al esposo de Lucy, Ricky Ricardo, un cantante latino. La dama siempre quería ingresar al mundo del espectáculo, pero él se oponía. Y tenían unos vecinos también dispuestos a meterse en líos: Ethel (Vivian Vance) y Fred Mertz (el gruñón Willam Frawley). “Eran muy norteamericanos; los conocíamos”, explica Larry King en el programa de aniversario.
El especial también hace foco sobre los cambios que “Yo amo a Lucy” provocó en la forma de hacer televisión. Por ejemplo, comenzó con la modalidad de las sitcoms que dura hasta hoy: grabaciones con tres cámaras y frente a una platea, en lugar de poner risas grabadas. Otra rareza fue que, cuando Ball quedó embarazada, la serie incorporó ese tema, que era tabú en los 50. El resultado fue que todo un país estuvo esperando al nacimiento de Desi Arnaz Jr. y llegó a ocupar la primera plana de los diarios. Ella dio a luz a la mañana y esa misma noche salió al aire el programa en el que nacía Ricky Jr. Así se trabajaba bajo el mando del productor Jess Oppenheimer: los guionistas se encerraban a escribir y no salían de la habitación hasta tener un nuevo episodio listo. Con ese método hicieron cuarenta capítulos en cuarenta semanas (hoy las sitcoms suelen grabar veintidós por temporada), unos 120 en los primeros cuatro años.
La única mancha del especial es el fragmento en el que se habla del exilio de Arnaz, donde los productores aprovechan para hacer patrioterismo. En mejores segmentos del programa, los hijos de Ball visitan la casa donde ella se crió, se repasan los grandes invitados a la serie (John Wayne, Rock Hudson, Bob Hope, Maurice Chevalier y Harpo Marx, entre otros), se recupera parte del piloto original (que recién se estrenó en 1990, porque estaba perdido) y se presenta un ranking con los diez mejores capítulos, elegidos en una votación vía Internet. El ganador fue “Lucy hace un comercial de televisión”, emitido por primera vez el 5 de mayo de 1952. Allí, Ball debe presentar en cámaras un tónico que mezcla vegetales, minerales, vitaminas y carne. Lo que la dama no sabe es que también tiene un 23 por ciento de alcohol. Al principio, no puede ocultar su esfuerzo por poner buena cara mientras dice: “Y tiene buen sabor”. Pero después de varias cucharadas, termina empinando la botella, completamente borracha. Y el que no se ríe, es un amargado irrecuperable.