ESPECTáCULOS › LETICIA BAIBENE, UNA IMAGEN, UNA HISTORIA
“A mi hija le digo la verdad”
Por Mariano Blejman
“Estoy terminando Economía, me quedan siete materias, tengo una hija de tres años, nací en La Plata, tengo un hermano”, dice Leticia Baibene del otro lado del teléfono. Su voz parece no haber cambiado desde aquel impresionante testimonio que dio a un periodista español en 1985 en Plaza de Mayo, mientras su abuela daba la ronda habitual por su hija detenida-desaparecida. Aquel relato forma parte de Nietos de Benjamín Avila que se estrenó ayer, pero la producción no había podido contactarla. El sábado, Página/12 publicó un reportaje al director y un recuadro con su historia. Ayer Leticia Baibene se comunicó con este diario.
“El periodista quedó reimpactado con la nota”, cuenta Leticia, sobre el periodista español Vicente Romero. El trabajo se llamó Los niños de la infancia, fue presentado como “un reportaje de Vicente Romero”, tenía la dirección de José Abril y se emitió en Televisión Española. Mientras su abuela María Elba León caminaba por Plaza de Mayo, Leticia jugaba con una amiga. “Apareció, me hizo un reportaje, le contesté sus preguntas. Fue un acontecimiento. Yo era chica y no muchos chicos se acordaban lo que había pasado”, dice. En el testimonio, Leticia, de 11 años, habla con increíble soltura del juicio a los culpables, de su mamá desaparecida, de todo aquello que se hablaba en su casa. “Vivíamos en Berisso con mi papá, mi mamá y mi hermano. En ese momento creo que buscaban más a los papás de Julita, compañeros de mi papá.” Julita es hija de desaparecidos. “Teníamos muchas historias internas, mundos que aún nos quedan.”
El 26 de abril de 1977, hombres armados ingresaron a la casa de Leticia. “Estábamos todos: mi mamá, la mamá de Julita y los tres niños. Preguntaron por mi papá, Arturo Baibene”, recuerda a la perfección. Arturo era un abogado, militante montonero. Los hombres esperaron. Leticia tenía tres años y medio, su hermano un año. Leticia dice que miraba a su hermano para que se quedara quieto, mientras pensaba “cómo hago para zafar”.
Arturo llegó y se lo llevaron. “A mi papá y al Ruso los mataron en la calle. A mi mamá y a la de Julita se las llevaron a La Cacha”, cuenta. El cuerpo de Arturo nunca apareció. Los familiares se contactaron con gente que había estado con Elbita (la madre de Leticia) en La Cacha, un centro clandestino. “Patricia estuvo con ella. Me contó que se habían intercambiado un arito”, cuenta Leticia, quien recuperó el aro de su mamá. Cuando volvió la democracia, los antropólogos le dijeron que el cuerpo de su padre estaría en una fosa común.
En el testimonio, Leticia sabía lo que decía: “La hermana de mi mamá y su esposo, una prima hermana de mi mamá y el esposo y mis viejos: todos están desaparecidos. Cuando nos juntábamos charlábamos de los buenos y los malos”, cuenta Leticia, que vio varias películas sobre el tema pero prefiere resguardarse. “Resulta tan doloroso que está bien que lo vea quien no sabe nada”, dice. Leticia tiene 30 años y es madre. Su hija le pregunta por su abuela. “Hago lo mismo que hicieron conmigo: le cuento la verdad. Cuando me pregunta le muestro una foto. Le cuento que había buenos, que había malos.” Un fragmento del testimonio fue emitido en Telenoche, Canal 13, a mediados de los ‘90. Pero, a decir verdad, Leticia no estaba tan inubicable. “Milité en Hijos en el ‘95 y ‘96; en La Plata me conocen. Es que los hijos, a veces, no podemos buscar hasta el final.”