ESPECTáCULOS › ALGUNOS APUNTES DEL DEBUT

Con sabor a limonada

Lejos están aquellas jornadas intolerantes en las que fans de una banda insultaban, silbaban o agredían con objetos a otra. Al menos en su primera noche, Ferro fue una prueba más entre tantas en los últimos tiempos. Un público heterogéneo en gustos y edad disfrutó o soportó con paciencia cada número, siempre con respeto. Hasta Leo García se salvó.
¿Cerveza?, no... ¿vino?, menos. Limonada, sí y mucha. En el festival hubo de todo para beber y comer, menos alcohol. De aquí al final se puede comer pizza a 4 pesos, choclo ¡con manteca especiada! por 3, bananas de Ecuador y manzanas de exportación un peso, y limonada por 3. Y, claro, la típica hamburguesa con gaseosa. Llegó el rock para chicos sanos.
“No puede ser que a esta banda la hagan tocar en este escenario. Es una cagada.” La bronca de un fan de Me Darás Mil Hijos no era un descuelgue. A la orquesta multisonora le tocó cerrar la noche en el escenario más chico y con menor estructura de sonido. Aún estaba Ariel Rot a metros de allí, y fue imposible seguir las sutilezas de MDMH.
“Démonos cuenta que nuestro lugar es nuestra alma... tengamos en cuenta lo que aprendimos de Lennon y tantos otros”, dijo Spinetta antes de una versión heterodoxa de Las Olas. Después extendió el concepto en una conferencia de prensa repleta. “Yo pienso que el cambio empieza por un individuo y luego se inyecta en los otros. Si tomamos conciencia de la paz y se lo transmitimos a los niños, quiere decir que estamos avanzando”, dijo y desechó de lleno considerarse ‘el Lennon Argentino’, ante una pregunta apresurada.
Pasan los años y no hay piernas ro-cker que superen a las de Fabi Cantilo. Minifalda floreada, medias de red y un agite como en aquellos tiempos estimularon a la platea masculina en pleno set de Páez. Claudia Puyó y sus movimientos sensuales completaron el cuelgue sexy durante El amor después del amor.
Promediando su show, Fito se ubicó con su teclado en el extremo del escenario, muy cerca del público, y encaró los primeros acordes de Desarma y Sangra. Pero nadie lo escuchó. “¿Qué pasa con el sonido?”, gritó. “¿Algún técnico que haga aparecer el sonido?”, siguió. “¡Qué lindo que ande todo tan bien en este lugar!”, ironizó después. “En Argentina desaparece todo, hasta el sonido”, remató.

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