ESPECTáCULOS › HOMBRES Y MUJERES DEL TEATRO ARGENTINO
La propia palabra de los hacedores
- En los dos últimos años no ha habido espectáculos que rompieran los moldes de lo habitual, y esto habla de una crisis que el teatro argentino intenta disimular produciendo en cantidad, a costa de calidad. El último estreno de importancia, por su radicalidad, nueva perspectiva y corrimiento de los moldes fue El adolescente, de Federico León. Desde entonces, el monstruo (o Leviatán) no ha vuelto por las tablas porteñas... una lástima. (Emilio García Wehbi, actor, director y dramaturgista.)
- Hoy es mayor la brecha entre el teatro oficial y el comercial en relación con el enrolado en la búsqueda de un lenguaje propio, porque es fuera de esos circuitos donde existe mayor creatividad y experimentación. Un ejemplo es Ars higiénica, espectáculo de La Fronda, que dirige Ciro Zorzoli. La gente sale movilizada. En cambio, después de ver una propuesta tan explícita y poco audaz, como En casa/en Kabul, la gente sale sin utilizar su imaginación. El teatro es mucho más que buenos actores, que un buen iluminador y una buena escenografía. El teatro debería tender a comprometer y modificar al espectador, provocándolo. (Miguel Guerberof, actor y director.)
- Sostengo la idea de que la Argentina es un país sin historia, y por lo tanto sin memoria histórica. Para que haya historia debe haber antes un cierre. Y en la Argentina eso no ocurre. Todo queda abierto: rosistas y sarmientistas (y peronistas y antiperonistas) chocan todavía hoy con furia. Esta falta de cierre aparece en mi puesta de El siglo de oro del peronismo. (Rubén Szuchmacher, actor, director, régisseur y músico.)
- Existe hoy una tensión entre los que se preocupan por dar cuenta de la historia o la política y los que prefieren otras estéticas, y las defienden en nombre de la bandera de la autonomía o la experimentación. Es una polaridad, desde mi punto de vista, bastante estéril, un parteaguas además engañoso y distorsionado, como lo fue Boedo versus Florida, en los años treinta. (Ana Longoni, autora de los textos poéticos de La Chira, espectáculo dirigido por Ana Alvarado.)
- La nuestra es una cultura que sojuzga. Por eso me interesó tomar un modelo extremo para mostrar que hay distintas maneras de someter al más débil. Pero no porque alguien lo sea esencialmente, sino porque está ubicado en un lugar de debilidad por la estructura del poder, que no permite el acceso a la información ni a la salud. Se puede entrar y salir libremente del país, pero si no se tiene los medios es lo mismo que si no se pudiera. (Mónica Viñao, autora y directora de De todas las noches.)
- He trabajado con muchos creadores argentinos en los últimos años, en talleres, puestas en escena y seminarios. Hasta charlando tranquilamente delante de un asado he aprendido. La experiencia argentina me ha ayudado, más que otras, a la hora de evolucionar mi pensamiento escénico. (Guillermo Heras, autor, dramaturgista y director español. Participó como autor del ciclo La noticia del día.)
- Leí 260 obras de Teatro por la Identidad de las que sólo fueron elegidas 12, y en esa oportunidad advertí lo difícil que es llevar una historia al teatro. Reconozco el valor de tanta gente que se ha volcado a la dramaturgia, tantos autores nuevos que escriben humedecidos por la realidad del país. (Osvaldo Santoro, protagonista de La prueba, de David Auburn, otro estreno de 2004.)
- El teatro porteño tiene un componente de búsqueda genuina muy grande, hay un impulso creativo que no intenta cumplir con la expectativa de “lo que hay que hacer”. Si tuviera que generalizar, no diría que hay esnobismos teatrales aquí. En Europa, en cambio, sí. Hay un teatro lleno de recursos pero muy vacío. Y si una propuesta pega, después hay otras 40 que son iguales. Esto no pasa acá. (Soledad Villamil, actriz de Matar el pensamiento, de Federico Olivera.)
- Mi percepción es que ha sido una temporada muy interesante, en la que el teatro alternativo ha trabajado con mucho público. Quiero destacar dos espectáculos: Mina... che cosa sei, una comedia musical hecha por gente muy talentosa, desde los actores hasta la dirección y realización, y Un hombre que se ahoga, de Daniel Veronese, un delicado y encantador ejercicio teatral. Una joya. (Inés Saavedra, actriz y directora. Estrenó Divagaciones, sobre textos de Silvina Ocampo.)