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Producida por Luc Besson, la comedia francesa ¿Y dónde están las mujeres? también se plantea una pregunta, pero ésta termina resultando más interesante que su respuesta. Max (Richard Berry), Vincent (Charles Berling, protagonista de Los destinos sentimentales) y Jean-Pierre Darroussin (el lepenista de Marius & Jeanette) sólo se conocen a través de sus respectivas esposas, y gracias a ellas tendrán quince días para relacionarse más a fondo. Se supone que las chicas los esperan en el chalecito que alquilaron para las vacaciones. Pero cuando los tres lleguen, en medio de una espantosa tormenta nocturna, lo único que encontrarán es una carta. En ella, las chicas les informan que decidieron tomarse vacaciones... de ellos, partiendo vaya a saber a dónde. Los dejaron con la heladera vacía, ropa sucia, los respectivos hijos para cuidar y una bronca de los mil demonios. De allí en más, ellos deberán reconocer cuánto las necesitan, no sin antes pasarlas bravas.
El planteo no tiene nada de malo, aunque luzca algo atado al mensaje que los guionistas (el propio realizador, Patrick Alessandrini, y su esposa, Lisa Azulejos) quieren dar. Pero no es ése el principal problema de ¿Y dónde están las mujeres?, sino uno mucho más básico: a esta comedia le falta gracia. Los personajes están tan poco desarrollados que ni siquiera llegan a ser los estereotipos que la pareja Alessandrini-Azulejos parece haber querido de ellos: el donjuán misógino, el adolescentón tardío y el que no quiere saber nada con la paternidad.