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La furia como un motor

Carolina Fal analiza su Electra: “Nada de lo que contamos en la obra habla del Complejo de Electra... a mí me parece un costado muy poco interesante para usar, así que el primer monólogo, donde hablo de ese tema, para mí es sólo un chiste. Porque creo que el motor de Electra es hacer justicia y hacer pagar la muerte de su padre. Es un personaje que vuelca su furia y su encono en la figura de su madre, a quien considera absolutamente responsable de su desdicha, del dolor en el que vive. Y para lograr que su madre pague su culpa, Electra recurre a su hermano Orestes: necesita de su sangre para matar a su sangre. El poder de Electra está en su deseo de justicia. Su motor es el dolor y la impotencia. La furia la mantiene viva y el deseo de venganza se transforma en el sentido de su existencia, en el objetivo que la mantiene en pie. El vestuario que uso me hace sentir una bailarina golpeada, una princesa arruinada. Es un vestuario infantil, como si fuera un disfraz. Y eso me gusta, porque Electra tiene mucho de niña, está llena de esa fe y ese idealismo infantil. Será también porque desde que murió su padre está detenido su crecimiento. Lo nuevo que entraña esta experiencia es el mirar a la gente, el detenerme en alguien y hablarle a los ojos. Lo bueno de eso es cargarse de la mirada de los otros, lo malo es encontrar que alguien te transmite que no le está gustando lo que ve... uno está demasiado vulnerable en el escenario”.

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