ESPECTáCULOS › “RULETA RUSA”, DE JEZ BUTTERWORTH
Nicole Kidman, de Rusia con “amour”
Por Horacio Bernades
Si para algo sirve Ruleta rusa es para confirmar una vez más que Nicole Kidman es una actriz magnífica. En medio de una película que nunca sabe a dónde va, la longilínea australiana luce tan convincente en su papel de ovni-ruso-recién-aterrizado-en-Occidente como lo estaba haciendo de vedette tuberculosa en Moulin Rouge, de madre-fantasma de Los otros o, para remontarse más atrás, de monstruo mediático de Todo por un sueño o casamentera refractaria en Retrato de una dama. Si se le saca a la Kidman, este film británico podría llegar a valer tanto como el apellido de su director, Butterworth, traducible por “El valor de la manteca”.
Para solucionar su problema de soltería, un tímido y reclusivo cajero inglés llamado John (el desabrido Ben Chaplin) recurre al viejo truco de pedir novia a una agencia matrimonial rusa online, cuyo nombre, De Rusia con amour, tal vez sea el único buen chiste de la película. Poco más tarde, en el aeropuerto desembarca, valijita en mano y la palabra yes por todo conocimiento del inglés, una muñeca rusa llamada Nadia (Kidman, morocha aquí). Por limitaciones del idioma y comodidad del guión, resulta imposible saber nada de ella, salvo que es capaz de tomar por asalto la bragueta de su anfitrión, la misma noche de arribada.
Las sorpresas llegan de la mano de Alexei y Yuri (los actores franceses Vincent Cassel y Matthieu Kassovitz), viejos conocidos de Nadia que, caídos como del infierno en casa de John, primero parecen ligeramente intrusivos y pronto se revelarán como algo bastante peor. Es aquí donde realizador y coguionista demuestran que decidieron “tomar prestadas” de Totalmente salvaje no sólo la premisa (chica imprevisible muestra lado oscuro de las cosas a pequeño burgués hiperadaptado) sino el forzado viraje hacia el formato de thriller con psicópata, espantajo al que tantos realizadores mediocres suele echar mano cuando no encuentran nada mejor para sostener la atención.