Miércoles, 8 de abril de 2009 | Hoy
LA VENTANA › MEDIOS Y COMUNICACIóN
El mundo de la comunicación y de la información está traspasado por desigualdades. En el emitir y en recibir. En la capacidad de producir mensajes y en las condiciones para percibirlos. Dicho de otro modo: la comunicación es un proceso atravesado por asimetrías. Aquí dos enfoques que, desde perspectivas diferentes, dan cuenta y debaten sobre este tema.
Por Manuel Barrientos *
Malas noticias para los jinetes de la inseguridad y los que gruñen a favor de la pena de muerte. Los mejores aliados de los productores de los canales de información en directo no son policías y comisarios sino los servicios meteorológicos. Por la periodicidad irrenunciable con la que proveen información y la centralidad de la fuente, la meteorología representa para los periodistas televisivos un bien tan querido como las efemérides para los productores de los matutinos radiales. Son las valiosas noticias-rellenaespacios, que facilitan la rutina periodística.
Los estudiosos de la comunicación recuerdan que el magnate Ted Turner alardeó, luego de la guerra del Golfo, que con la llegada de las cadenas de información en directo como CNN, la noticia pasó de ser considerada “lo que sucedió” para convertirse en “lo que está sucediendo”. Pues bien, la meteorología no sólo explica lo que sucedió y lo que está ocurriendo “ahora”, sino que también anticipa “lo que va a suceder”. Brinda islas de certeza (aunque muchas veces se equivoque) en un mar de inseguridad.
No es ninguna novedad la relevancia de la meteorología en nuestra vida cotidiana. De acuerdo con el tipo de espectador, los pronósticos meteorológicos brindan un servicio para establecer fechas de siembra, de realización de actividades turísticas o deportivas, para las planificaciones energéticas o simplemente para saber si es necesario o no llevar el paraguas antes de emprender una jornada laboral.
En los tiempos del infoentretenimiento, todas las noticias deben recubrirse de ropajes espectaculares. La información meteorológica, claro, no puede quedar al margen de esta tendencia. Compite minuto a minuto con el sensacionalismo de las noticias policiales y los eventos deportivos. “Urgente”, los canales informan sobre la declaración de “alertas meteorológicas”.
Los mapas contribuyen a la espectacularidad, con frentes de tormenta o vientos huracanados que se acercan al acecho de nuestras vidas. Y nuestras propiedades.
Al igual que los espectáculos deportivos, la meteorología ofrece records que llegan desde distintas partes del país y del mundo. Territorios muchas veces desconocidos se vuelven noticiables por las catástrofes naturales que sufren.
No puede decirse que la cobertura de los medios pretendidamente nacionales presente muchos esfuerzos en pos de una cobertura federal. Cerca del 85 por ciento de los contenidos televisivos nacionales son generados por esos medios capitalinos, que reducen lo que sucede en las “ciudades del interior” a imágenes bucólicas que sólo se ven interrumpidas por escándalos políticos pintorescos, algún desastre natural o episodios policiales con condimentos morbosos.
Sin embargo, ahí está el mapa con los pronósticos meteorológicos que día a día nos permite repasar nociones básicas de la geografía nacional. ¿Qué otro tipo de noticias nos da la posibilidad de recordar de forma diaria y sin la necesidad de sobresaltos que Santa Rosa es la capital de La Pampa, Rawson la de Chubut y Resistencia la de Chaco?
Las precisiones numéricas de los meteorólogos pueden aterrarnos y escandalizarnos. Pero, al mismo tiempo, nos reconfortan. Es que las informaciones meteorológicas tienen un valor agregado sobre las noticias deportivas o culturales. Si con el fútbol o el cine el televidente sueña con transfigurarse en uno de los protagonistas de esas grandes gestas, con la meteorología es el propio hombre de la calle el que se vuelve personaje central de episodios épicos.
Con indudable exactitud científica, la meteorología nos brinda a todos los espectadores un estatuto heroico. En la cotidianidad de nuestras vidas, al volver a casa prendemos el televisor y comprobamos que hemos sobrevivido a temperaturas de 40 grados o a vientos huracanados o a precipitaciones de 30 milímetros cúbicos en un plazo de sólo 17 minutos.
Son estadísticas certeramente numéricas que nos vuelven protagonistas heroicos de un mundo cada vez más oscuramente apocalíptico, como los propios noticieros nos remarcan día a día.
* Licenciado en Comunicación Social, UBA.
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