Miércoles, 10 de junio de 2015 | Hoy
LA VENTANA › MEDIOS Y COMUNICACIóN
Agustín Piermattei sostiene que, a partir del desarrollo de las redes sociales, la división entre quien emite y quien recibe información se ha hecho más difusa y que este solo hecho reconfigura la tarea de los periodistas.
Por Agustín Piermattei *
Los grandes medios se nutren hoy de los aportes de las audiencias y los replican para informar a su público. La instantaneidad que se logra articulando ambos polos informativos resulta ser lo más novedoso de los últimos años.
La aparición de las llamadas nuevas pantallas da lugar a renovados desafíos y abre el juego a una novedosa multiplicidad de contenidos que enriquecen el dinamismo propuesto por los medios de comunicación. Series web, portales con información actualizada las 24 horas, contenidos móviles, entre otros, inauguran una nueva dimensión comunicativa que hace obsoleto el circuito lineal de la información. Como todo cambio, implica reestructuración. Entonces, ¿cuál es el rol del periodista hoy ante tanta nueva realidad?
Hasta hace no muchos años la información se proyectaba como si se tratara de la luz de un faro: de un punto hacia muchos. Los medios daban a conocer las noticias y el público las recibía.
El advenimiento de las nuevas tecnologías acorta la brecha entre el emisor y el receptor. Los programas de TV, radio y gráfica están en redes sociales, interactuando con el público y permitiéndole exponer su parecer. No sólo leen sus mensajes al aire, sino que se nutren de éstos. En otras palabras, si llamamos “A” a los medios de comunicación y “B” a la audiencia, observamos que la información ya no sólo va de “A” a “B”, sino que este último también, desde su lugar, genera contenidos.
Sólo por citar un ejemplo: cuando hay desastres naturales desde la TV se pide colaboración de la audiencia para mostrar la magnitud de los hechos. Lo que antes exigía desplazar a un periodista para cubrir los acontecimientos en el lugar más remoto –con el tiempo que esto pudiera llevar– ahora se expone inmediatamente levantando una foto de Twitter u otra red social. Esto no es ni mejor ni peor que lo que ocurría hace veinte años, es distinto. Al final es la propia audiencia la que decide si participa o no.
Este tipo de operatoria nos viene a mostrar que se establece un intercambio entre medioaudiencia impensado hasta algunos años atrás. Se trata de darles dinamismo a las novedades y a la forma de comunicarlas; hoy cualquier persona es generadora de información, ya no sólo informan los periodistas, la fuente está de un lado y del otro de la pantalla.
El recorte mediático hoy se relaciona más con categorizar y clasificar la información que con elegir, desde la mesa de redacción, qué cosa es noticia y que no. Los titulares ya no sólo salen de las fuentes tradicionales: si muchas personas están hablando de un tema en particular en las redes sociales, esa cuestión puede llegar a tener injerencia en la agenda de los grandes medios.
Uno de los dilemas más comunes del periodismo de hoy tiene que ver con la verificación de la información que surge desde las propias redes sociales. Durante los últimos años, muchos rumores que han comenzado a circular por Twitter terminaron siendo recogidos por los grandes medios. Estos, en el fragor de informar los últimos sucesos casi en tiempo real y así ganar una primicia, a veces omiten el fundamental paso previo a divulgar una noticia: confirmar su veracidad. Para verificar si algo ocurrió o no se necesita un determinado tiempo: hacer llamadas, consultar a una o varias fuentes (depende de la confianza que inspiren), y eso atenta contra la novedad de último momento. Se corre el riesgo de que alguien sea más rápido y nos gane la primicia. Pero si no se verifica como corresponde, el riesgo es quedar expuesto por el error.
El último truco que incorporaron los medios de comunicación para establecer relación directa con su audiencia es el famoso WhatsApp. Esta aplicación, la más importante de mensajería instantánea, permite enviar texto, videos, audios y fotos directamente a la producción de los programas en cuestión de segundos. Es más probable que alguien tenga WhatsApp que Twitter o Facebook. De ahí la incorporación.
En definitiva, se puede afirmar que es positiva la incorporación de nuevas tecnologías en el periodismo, siempre y cuando el fin también lo sea. Un ejemplo reciente fue la multitudinaria marcha contra la violencia de género Ni una menos, inicialmente impulsada vía Twitter por un colectivo de periodistas, artistas y activistas. La nueva era tecnológica está cada vez más asentada, y su incorporación al periodismo ya es una realidad.
* Estudiante de Comunicación. Universidad Nacional de Quilmes.
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