Martes, 10 de junio de 2008 | Hoy
SOCIEDAD › UN CHICO QUEDó FRACTURADO TRAS UNA GOLPIZA EN GONNET
Brian está internado en el hospital San Roque de Gonnet desde la madrugada del domingo pasado. Tiene 16 años y sobrevivió a los puños y patadas de cuatro patovicas del boliche El Estudio Bar, en La Plata. No sabe por qué le pegaron. Cree que por error, porque antes de salir vio a un grupo de chicos que se habían peleado con los guardias. “Fui muchas veces a bailar ahí y nunca tuve problemas, es un lugar tranquilo. Pero los patovicas siempre están dispuestos a pegarle a alguien”, comentó ayer el joven, que tiene la cadera y un dedo fracturado.
La golpiza comenzó a las seis de la mañana, en calle 8 entre 41 y 42, pleno centro platense. Brian salía de bailar con cuatro amigos de Olmos, el barrio donde había vivido antes de mudarse a Justicia Social, y mientras caminaba hacia la calle 44 sintió un grito. “Y quise correr porque vi las piñas y patadas que venían hacia mí”, relató la víctima al diario Hoy. Les hizo frente, pero estaba en desventaja. “Del primer golpe me tiraron al suelo y me empezaron a pegar en todas partes. En la cara no me dieron porque me cubrí”, recordó.
Sus amigos intentaron defenderlo, pero debido a la cantidad de custodios y a su contextura física sólo lograron escoltarlo hasta una esquina, alejándolo de la golpiza. “A una amiga le pegaron un botellazo en la cabeza y hasta le rajaron el parabrisas del Peugeot en el que habíamos ido”, contó Brian. Cuando los patovicas se fueron, el joven ya no podía pararse. Mientras dos de sus amigos protestaban en el boliche (y según la madre de Brian, Laura Navarro, fueron demorados por la policía), su amiga logró arrastrarlo hasta el bar La Placita, en 8 y 43. El dueño del lugar lo subió en su camioneta y lo acercó hasta su casa.
“No tuvo desplazamiento de casualidad”, aseguró Navarro, luego de enterarse del diagnóstico de los doctores. Fue ella quien decidió llevarlo al hospital porque su hijo no paraba de quejarse por los dolores. Brian está en terapia intermedia, enyesado, acompañado de amigos y familiares. Su madre aseguró ayer que cuando fue a la comisaría 2ª no le quisieron tomar la denuncia, aunque fuentes de esa seccional dicen lo contrario. Como Brian no tiene obra social, aún aguarda que el hospital reciba los clavos para sujetar su cadera mediante una operación.
“Ese lugar ya tiene antecedentes de violencia”, le comentó a PáginaI12 Oscar Castellucci, padre de Martín, un joven que falleció luego de recibir una golpiza en diciembre de 2006 por parte de un patovica de La Casona. Ese mismo sábado, él y su esposa habían inaugurado un mural a una cuadra del boliche donde falleció su hijo. Ellos impulsaron la ley que regula la actividad de los patovicas y que los obliga a inscribirse en un Registro Unico (y nacional), presentando un certificado de aptitud psicológica y de los estudios cursados para cumplir con su trabajo.
Esta ley se sancionó a principios de mayo y la provincia de Buenos Aires todavía no se adhirió, por lo que no se implementa. “Estas cosas avanzan sobre la sangre de nuestros hijos –afirmó Castellucci–, pero el problema no son sólo los patovicas; también están los dueños de los boliches que los contratan para pegar.” Claro que los dueños, y este hombre lo sabe por la experiencia del juicio de su hijo, pocas veces son condenados como corresponsables: “A los dueños no los toca nadie”.
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