SOCIEDAD › UNA COOPERATIVA DE TRABAJO PARA SACAR A TRAVESTIS DE LA CALLE

Tejiendo un futuro diferente

Es una textil que les dará una oportunidad de trabajo a travestis en situación de prostitución. Fue inaugurada ayer en un acto en el que participó Hebe de Bonafini. Está en Avellaneda y las integrantes recibirán instrucción como costureras.

 Por Emilio Ruchansky

Falta una hora para que se inaugure la cooperativa textil Nadia Echazú, el taller-escuela donde travestis y transexuales podrán trabajar y capacitarse para salir de la prostitución. Lohana Berkins, su directora, charla en la terraza con el cronista mientras demarca el terreno sobre la membrana gris. “Esa esquina va a ser una oficina, ahí va ir el vestuario para dejar las cosas personales, acá el baño y en ese espacio de allá van a estar las máquinas”, indica la presidenta de la Asociación de Lucha por la Identidad Travesti Transexual (Alitt). Sobre la vereda hay un escenario y cuando sube Hebe de Bonafini, la madrina del proyecto, aclara que esta no es la única cooperativa trans del mundo, “es la primera”.

El taller está en la esquina de Vicente López y Sanders, partido de Avellaneda, y según dos curiosos médicos del hospital materno infantil Ana Goitía, allí vivió y murió un traumatólogo de apellido Domer. Por dentro, es una casa luminosa, de dos plantas, con varias habitaciones con piso de parquet donde están repartidas diez máquinas de coser y computadoras. Las futuras tejedoras recorren asombradas y ansiosas este lugar cedido a principios de este año por el Instituto Nacional de Asociativismo y Economía Social (Inaes). Está todo por hacer.

Afuera, la directora de la primera revista travesti, El Teje (que acaba de publicar su segundo número), dice que ambos proyectos tienen una “dignidad absoluta”. “Están pensados –explica Marlene Wayar– para comprender realmente a las chicas en estado de prostitución, la capacitación es rentada para que puedan venir bien dormidas y comidas a las clases, por ejemplo.” Wayar tendrá a cargo la página web de la cooperativa y, como el resto de las chicas, recibirá la ayuda financiera aportada por el Ministerio de Trabajo para aprender su nuevo oficio. “En un principio nuestro principal cliente va a ser el Estado –asegura–, después tenemos por lo menos cinco años para devolver parte del financiamiento que recibimos.”

Hebe de Bonafini está retrasada, viene de Villa Fiorito y la detuvo la congestión en el puente Avellaneda por la marcha en recuerdo de Kosteki y Santillán. Mientras tanto, siguen llegando activistas, dirigentes y más curiosos. Entre otros, Graciela Collantes de AMMAR-Capital, Diana Sacayán del Movimiento Antidiscriminatorio de Liberación (MAL), la antropóloga Josefina Fernández del grupo feminista Ají de Pollo, el abogado Roberto Rangoni y varias integrantes del área de sexualidades del Instituto Di Tella. Sin embargo, si alguien llama la atención es un hombre de sotana, el reverendo Roberto González, que encabeza el Centro Cristiano de la comunidad GLTTBI.

“Hay mucha gente de fe que fue lastimada por la Iglesia, por lo que ha hecho y por lo que hace”, reconoce el reverendo, quien define a su centro como un lugar donde los devotos pueden “reconciliarse con Dios sin doctrinas”. González estuvo a cargo de guardar durante cuatro años las máquinas de coser que donó el Ministerio de Desarrollo Social de la Nación. Además, dice orgulloso, “las reuniones formales para este proyecto se hicieron en nuestro centro”, que funciona el primer domingo del mes en Paraná 157. “Hablamos de Dios con hechos –predica–, apoyando y ayudando a las chicas sin juzgarlas por prostituirse.”

La presidenta de la Asociación de Madres de Plaza de Mayo llega en un auto manejado por Patricio Griffin, director del Inaes. No bien baja, un periodista pregunta por qué ayuda tanto a las travestis. “No sé por qué les llama la atención –contesta Hebe de Bonafini–, son personas que quieren salir de la marginalidad y las ayudamos por eso, no porque son travestis.” En el escenario espera el intendente de Avellaneda, Baldomero Alvarez de Olivera. Lohana Berkins reparte regalos –un cuadro con la entrevista que le hizo a Bonafini en El Teje– a todos los mencionados.

“Quiero dedicar esta inauguración a los miles de compañeras muertas por distintas causas: discriminación, violencia, intolerancia”, principia la presidenta de ALITT. “Este emprendimiento es un atisbo de que en la sociedad se va ampliando el sentido de la ciudadanía. No sólo resolvemos un problema económico y social, sino que corremos el velo de la hipocresía”, reflexiona Berkins, que le pasa la palabra a Bonafini con una rima: “Madres de la Plaza, las trabas las abrazan”.

Acompañada por dos Madres, con anteojos oscuros y muy emocionada, Bonafini habla de dignidad y democracia. “Hoy empezamos, y me incluyo en esto, con la cooperativa que significa dar trabajo y continuidad. Hay que acompañarlas, todos nos tenemos que ocupar y preocupar porque sigan trabajando. Hoy, aquí, empieza un sueño”, dice y es interrumpida por los aplausos. “Y a los periodistas que están preocupados por mi presencia acá –continúa–, les digo que yo también son travesti y todavía no se dieron cuenta.”

El último en hablar es Griffin “que se parece a Cámpora”, dice una vocera del intendente de Avellaneda. El director del Inaes agradece y saluda a Alicia Kirchner (ausente con aviso) y advierte que el gobierno nacional se ha esforzado por incluir “a través del trabajo y la memoria”. “El cooperativismo es democracia y participación”, sentencia Griffin. En la puerta de la cooperativa, una cinta aguarda ser cortada. Norma Gilardi, la secretaria de ALITT, llora y se abraza con las futuras tejedoras.

“Ahora vamos por el otro proyecto”, dice Gilardi, mientras camina por el pasillo de entrada del taller. ¿Cuál?, le preguntan. “La casa para las chicas mayores”, responde en referencia al geriátrico que quiere fundar para las travestis y transexuales que lleguen a la vejez, algo que pocas imaginan en un colectivo donde el promedio de vida es de 35 años.

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La cooperativa lleva el nombre de Nadia Echazú, un homenaje a la militante de los derechos trans.
Imagen: Gustavo Mujica
 
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