SOCIEDAD

Una antigua cervecería convertida en un museo

Ubicado en la Costanera Sur, el viejo edificio de la Cervecería Munich será ahora la Dirección de Museos y escenario de muestras temporarias. Además, para financiar el mantenimiento se estudia concesionar un sector, que volvería a ser cervecería.

 Por Eduardo Videla

Primero fue una clásica cervecería alemana; luego un edificio abandonado y después un museo dedicado a las telecomunicaciones. A partir de hoy, el viejo edificio de la Cervecería Munich, en la Costanera Sur, cerrado desde hace un año, volverá a estar abierto al público. Recuperado por la ciudad hace apenas un mes, será sede de la Dirección de Museos y, además, escenario de muestras temporarias en uno de los lugares privilegiados de la ciudad. El edificio podría volver incluso a sus fuentes: la Secretaría de Cultura estudia concesionar un sector para explotación gastronómica, como forma de financiar su mantenimiento.
La rehabilitación del viejo edificio de la Munich coincide con el lanzamiento del Mes de los Museos, que se celebra en octubre, y con la presentación del sistema de identificación visual para los nueve museos porteños. “El objetivo es darles mayor visibilidad a los museos, mediante un nuevo diseño de isologos, con un lenguaje dirigido a sectores que tradicionalmente no visitan estos lugares, especialmente los jóvenes”, explicó el secretario de Cultura, Jorge Telerman.
El edificio de la Munich está ubicado en Avenida de los Italianos 851, en la Costanera Sur. Hasta hace un año funcionaba allí el Museo de las Comunicaciones, que cerró en diciembre de 2001. A partir de entonces se inició una gestión de la Secretaría de Cultura para recuperar el inmueble, por un lado, y proteger el patrimonio que albergaba: desde centrales telefónicas del año 1880 hasta las primeras guías telefónicas de la ciudad.
Fue inaugurado en 1927, un año después que el balneario de la Costanera. Diseñado por el arquitecto húngaro Andrés Kalnay, uno de los pioneros del Art Déco en Buenos Aires, el edificio fue levantado con hormigón premoldeado, lo que aceleró su construcción. En total, tiene 1500 metros cuadrados cubiertos, y otros tantos sin cubrir, correspondientes a las terrazas. Está rodeado por un parque arbolado de 8500 metros cuadrados y tanto en el frente como en el patio trasero tiene fuentes de mármol con esculturas de fundición que datan de la década de 1880.
Un recorrido rápido por su geografía puede ser también un viaje al pasado. En la planta baja puede verse un amplio espacio que en la época de oro de la cervecería estuvo destinado mitad a la barra y cocina y el resto a mesas y sillas. Una escalera curva conduce al reservado VIP, en el frente del edificio, con amplios vitrales hacia el exterior y vista a la plataforma donde tocaba la orquesta. La terraza está organizada en varios niveles, también con reservados al aire libre. Desde allí, en aquellos años podía contemplarse el paisaje de la ribera mientras se disfrutaba un chopp de cerveza alemana, que fluía desde los tanques del subsuelo hacia las máquinas surtidoras, según explica el arquitecto Eduardo Arona, a cargo de la restauración.
La cervecería funcionó hasta los años ‘60 y luego, la Munich se convirtió en un edificio abandonado, en constante deterioro, hasta que en 1982 se decidió su restauración para destinarlo al funcionamiento del Museo de las Comunicaciones, administrado por la vieja Entel. Con la privatización de la compañía, el museo pasó a ser gestionado por Telecom. El edificio fue cedido por la ciudad, en ese entonces gobernada por el intendente Carlos Grosso. Funcionó como museo hasta fines de 2001, cuando la empresa telefónica le bajó la persiana.
Después de meses de negociación, la colección del museo fue llevada al subsuelo del Correo Central, donde ya funciona el Museo Postal y Telegráfico. El edificio, en tanto, volvió a manos de la ciudad. Como herencia, la vieja construcción presenta desprendimientos de mampostería por filtraciones, consecuencia de problemas estructurales del edificio y falta de mantenimiento. Pero también quedó como donación un circuito de cámaras de video que cubre gran parte del interior. “El edificio estará destinado a muestras temporarias, de colecciones privadas o las que están en los depósitos de nuestros museos y no pueden ser exhibidas”, explicó la directora de Museos, Mónica Guariglio. Hoy mismo se inaugura una muestra de gigantografías con escenas de la vida de Munich cuando era una concurrida cervecería.
En el subsuelo, además de un auditorio, aún están instaladas las cocinas y heladeras industriales, que dan pie para pensar en un proyecto gastronómico. “Estamos estudiando concesionar una confitería, como una forma de solventar los gastos de restauración del edificio”, adelantó Guariglio.

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La vieja Munich fue cervecería, edificio abandonado y museo de las comunicaciones.
 
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