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“Si triunfa Lula sería un hecho político de importancia mundial”

Aníbal Ibarra viajará pasado mañana a San Pablo invitado por la alcaldesa del PT, Marta Suplicy. Reporteado por Página/12, analiza qué significa Lula, qué implicaría su victoria en las elecciones y compara al PT con las experiencias argentinas de centroizquierda. Y algo más.

 Por José Natanson

El domingo, Aníbal Ibarra viajará a San Pablo para festejar el posible triunfo de Luiz Inácio Lula da Silva invitado por Marta Suplicy, la alcaldesa del PT que gobierna San Pablo, con la que tiene una larga relación política. En diálogo con Página/12, el jefe de Gobierno porteño analiza las diferencias entre la larga construcción política del partido de Lula y el camino, mucho más accidentado, del centroizquierda argentino. Con el PT como espejo, Ibarra cuestiona a quienes “prefieren la comodidad del diagnóstico” y defiende la importancia de la gestión. “No trata de buscar una mirada romántica, sino de entender el camino del PT, que recién después de muchos años pudo acercarse a un triunfo presidencial”, explica.
–¿Lula es un modelo a copiar?
–En parte sí. Su triunfo constituiría un hecho político que transciende lo regional y que tiene importancia mundial.
–¿El centroizquierda argentino tiene que imitar al PT?
–Hay que aprender. El PT es una fuerza que construyó poder y lo sostuvo a lo largo del tiempo. Y eso a pesar de que tuvo dificultades importantes y varios resultados adversos a nivel nacional. La experiencia argentina es muy diferente. Nosotros fuimos la contracara: acá se destruyó lo que se había construido y se creyó que era necesario empezar siempre de cero. No se trata de buscar una mirada romántica, sino de entender el camino del PT, que recién después de muchos años pudo acercarse a un triunfo presidencial.
–¿Hay un concepto diferente de la importancia de la gestión entre las dos experiencias?
–Sí. Hay que tener en cuenta que ellos están muy fogueados en la gestión. Gobiernan no sólo ciudades importantes sino también estados como Mina Gerais. Y no es que haya sido fácil: por ejemplo, tuvieron que superar gestiones muy conflictivas, como la del primer alcalde de San Pablo. A pesar de los problemas, en lugar de tirar todo decidieron seguir trabajando.
–¿Es un modo diferente de encarar la relación con el poder?
–Ellos tienen una vocación evidente de construir poder para cambiar la realidad. Se nota no sólo en la gestión. También en la capacidad de hacer alianzas estratégicas. Lula, por ejemplo, se alió con un dirigente (se refiere a su candidato a vicepresidente, el empresario del Partido Liberal José Alencar) que no es de izquierda o de centroizquierda, pero que aporta a un proyecto de transformación del país.
–¿Usted cree que el centroizquierda argentino tiene alergia a la gestión?
–La derecha ha sido más inteligente en eso de unirse con un objetivo en común, algo que en el centroizquierda falta. Muchos prefieren la comodidad del diagnóstico a las dificultades de la gestión. Y muchos sectores no se hacen cargo de lo que se ha logrado. Con errores y defectos, este espacio gobierna dos de las ciudades más importantes de la Argentina, como la Capital y Rosario. A pesar de la crisis, seguimos gestionando a partir de una determinada idea de política, y eso es algo que a menudo no se valora.
–¿A qué lo atribuye?
–En la Argentina, la izquierda y el centroizquierda tienen una cultura de oposición. Eso está bien, pero no es suficiente para cambiar la realidad.

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