Jesús Martínez Espinoza tiene mucho que explicar. Fue el único que logró escapar del operativo policial en la casaquinta de Ingeniero Maschwitz, donde fueron detenidos todos los miembros de la banda de narcotraficantes que lideraba. El juez federal de Campana, Federico Faggionatto Márquez, aseguró que los investigadores vienen siguiéndolo y saben que “entró al país en forma legal pero no sabemos cómo salió”. Ayer, este magistrado ordenó la captura de su supuesto testaferro y hasta del chofer que lo habría paseado por estas pampas. También allanó distintas propiedades adquiridas en Argentina por Martínez Espinoza, en busca de indicios que ayuden a delinear la ruta de la efedrina.

La existencia del presunto ladero de Martínez Espinoza fue descubierta el martes pasado luego de que el juez de Campana ordenara requisar dos quintas en el Barrio Parque Irízar de Pilar. Ambos lugares, según los investigadores, habían sido utilizados como “cocinas experimentales” para testear precursores químicos y elaborar drogas sintéticas. Una de las quintas fue alquilada en noviembre y enero pasado por el prófugo mexicano y allí, además de secuestrar 266 cajas vacías de un medicamento llamado “Lodratadina Plus Northia” (que era destilado para extraer la pseudoefedrina), los investigadores encontraron documentación relacionada con la inminente venta de ese inmueble. Era una seña, certificada por escribano y pagada por Fernando Ventura García, un ciudadano mexicano y nacionalizado argentino. El dato generó ayer otra nueva requisa en la escribanía porteña donde se inició el trámite.

El comprador sería el testaferro de Martínez Espinoza y ayer varios policías fueron a buscarlo a su departamento en el primer piso de Rawson 2186, en Olivos. Los recibió su esposa, quien excusó la ausencia de Ventura García indicando que había viajado a Canadá por cuestiones laborales. Con la orden de detención y allanamiento en mano, los investigadores requisaron el lugar y hallaron en el garaje del edificio un Ford Mondeo que pertenecía al presunto testaferro y documentación sobre una camioneta Crysler Caravan que más tarde fue encontrada en una concesionaria de autos de la avenida Maipú 1680, también de Olivos. La camioneta había sido comprada por Martínez Espinoza y cedida a Ventura García.

En la otra quinta allanada el martes se secuestraron 2658 gramos de una sustancia que podría ser efedrina. Ambos procedimientos derivaron en otro pedido de captura realizado por los efectivos de la Dirección de Investigaciones del Tráfico de Drogas Ilícitas de la policía bonaerense. Se trató de Iván Omar Albornoz, quien habría trabajado durante algunos meses como chofer del prófugo Martínez Espinoza, por lo que fue llevado ante el juez federal de Campana, quien tras interrogarlo como testigo ordenó su inmediata libertad.

Sin embargo, el juez denegó este beneficio a otra persona involucrada lateralmente con el caso. Se llama Jorge Ochoa y es un changarín acusado de ser gerente de una droguería, sospechada de tener vinculaciones con los narcos mexicanos. Según el defensor oficial que lo asiste, Alejandro Arguilea, no existen pautas objetivas para presumir que Ochoa eludiría el accionar de la Justicia o quisiera entorpecer la investigación.

El doctor Arguilea le explicó al juez que Ochoa es un hombre de escasos recursos económicos, portador de VIH, y concurre al Hospital Zubizarreta de Capital todos los meses para obtener los medicamentos que necesita para tratar su salud. El hombre se gana la vida haciendo changas y admitió que le ofrecieron un sueldo mensual de 1500 pesos como “prestanombres”, supuestamente porque sus empleadores necesitaban una persona que no figurara en el veraz. Ochoa firmó papeles para el alquiler de un local y también cheques de una cuenta abierta por las personas que lo convencieron y le pagaban el sueldo.