Martes, 23 de septiembre de 2008 | Hoy
SOCIEDAD › EL GUITARRISTA DE CALLEJEROS DECLARó EN EL JUICIO CóMO SE VIVIó EL INCENDIO EN CROMAñóN
Es el único integrante del grupo que pidió declarar. Hizo un relato conmovedor, aunque fue criticado por los familiares. Contó que el público festejó al inicio del fuego. También cómo fue la escena de la puerta cerrada. Su estrategia en el juicio.
Por Horacio Cecchi
Maxi Djerfy, el guitarrista de Callejeros, golpeó con las dos manos sobre la mesa. Intentaba reproducir un ritmo. Quizá no supiera la impactante fidelidad que había logrado. Pum-pum-pum-pum golpeaba y decía que “del portón se escuchaban golpes pidiendo que lo abrieran”, y decía que “se veían los dedos de la gente que salían por los costados, la gente golpeaba, golpeaba y golpeaba”, pum-pum-pum, pum-pum, pum, hacía su mímica con las manos Maxi Djerfy y a medida que ralentaba el ritmo cualquiera en la sala imaginaba la desesperación puesta en ese montón de dedos crispados emergiendo por la hendija, del lado interno del portón, “hasta que en un momento no golpearon más”. En la sala, algunos padres lagrimeaban, otros se consolaban en un abrazo o salían porque resultaba tan difícil soportar el relato, otros debieron pedir asistencia médica. Durante cinco horas, Djerfy hizo su relato, su versión de los hechos, a veces ingenuamente desprendida de responsabilidad, por momentos cargando el peso de la tragedia en forma elíptica en Chabán, en buena parte del relato echando culpas sobre el ritual de las bengalas en el público. Ellos, los artistas, ajenos e impotentes. “Si me representaba todo esto no llevaba a mi familia, perdí media familia”, dijo y repitió, en coincidencia, realidad y estrategia.
No fue semejante a la expectativa que despertó Chabán con su sorprendente declaración, pero la anunciada audiencia pedida por Djerfy para su relato de los hechos era esperada. La sala cubierta, más medios de prensa que habitualmente, cuatro integrantes de Callejeros presentes. No hubo pedido de apartamiento, y nadie podrá decir que en su relato Djerfy no se remitió a los puntos de acusación. Es más, al contrario que Chabán, aceptó responder preguntas y repreguntas, más allá de que muchas de ellas fueran saldadas con un escueto o diluyente “no sé”.
La audiencia se inició a las 10.12 con el pedido de Djerfy de pasar el video de la presentación de Callejeros de la noche trágica, sin sonido. Las imágenes pasaban mientras del otro lado las pupilas de madres, padres, hermanos eran minúsculas pantallas que intentaban volver a retener la misma y última escena. Mientras, Djerfy, creíble o no creíble, relataba.
“Aquí (cuando empieza el humo de las bengalas y candelas) yo me enojo y empiezo a putear porque no estoy de acuerdo con la pirotecnia”; “la banda (Callejeros) no está con la pirotecnia”. ¿Por qué no detuvieron la presentación?, le preguntaron desde las querellas más adelante. “Porque no se puede, nosotros somos músicos, no podemos”, y relató el caso de una presentación de otro grupo, detenida por una bomba que ensordeció al baterista, y la gente “destrozó todo, la batería rodaba por Rivadavia”, explicó Djerfy. Y siguió su relato sobre el video. “Aquí Eduardo (Vázquez, el baterista) se empieza a enojar y les pega fuerte a los dos platillos, es una marca clara de que se corta la música. Y yo paré de inmediato y miraba quieto sin entender.”
Relató cómo una candela impactó en el techo, por detrás de una viga que le tapaba la visión y comenzó a “caer algo que llegaba al piso y se deshacía en humo y se armó un círculo alrededor del fuego, empezaron a bailar alrededor del fuego”, dijo aunque más tarde corrigió, que no quiso decir fuego o que directamente no lo dijo, sino que vio cómo algo impreciso al llegar al piso se deshacía en humo. “Pato (Fontanet) saltó la valla para apagarlo y yo le dije que no fuera porque la gente no lo iba a dejar volver. No me figuraba que no íbamos a seguir tocando”, subrayó y subrayó esa no figuración del peligro durante toda su declaración.
En relación con el grupo, mantuvo su yonofui-yonosé, con lo que evitó cargarle responsabilidades y meterse en temas que pudieran resultarle engorrosos (ver nota aparte). En algunos momentos, fue tan obvia esa postura que resultó casi jocosa. “Qué bueno que es, envolvelo que me lo llevo para casa”, susurró una madre, cargada de odio socarrón.
En relación con Chabán, en cambio, remarcó situaciones significativas: “Cuando todavía estaba en el camarín antes de salir, escuché a Chabán que decía por los parlantes ‘dejen de tirar candelas porque acá somos seis mil y vamos a morir todos como en Paraguay’ (en referencia al incendio del supermercado Ycuá-Bolaños)”. También dijo que cuando intentaba abrir el portón (llamado puerta de emergencia alternativa) pedía a gritos una llave y lo vio a Chabán que no atinaba a hacer nada, que saltaba de una pierna a la otra y no hacía nada. Y también cuando lo vio irse abrazado con un chico por Jean Jaurès en dirección a Rivadavia.
Después dijo que la luz se cortó de golpe, relató su escape por la puerta del camarín que lleva al estacionamiento. El regreso al interior del local para rescatar a su padre. Que cuando lo ubicó, a dos o tres metros de la salida, en bermudas y sin camisa, lo levantó, y lo sacó, lo introdujo en una ambulancia donde turnaban el uso de una máscara de oxígeno entre tres personas.
Dijo que la puerta de emergencia que se encuentra a la derecha de la entrada principal era como una persiana enrollable de metal “como de almacén que estaba cerrada y tenía solamente la puertita abierta”. Por allí salieron los primeros, dijo, y “la segunda tanda ya tenía desesperación, estaban negros”. Cuando intentó regresar al local se veía un humo negro que no dejaba ver nada y que ardía en la nariz. Cuando ya no pudo entrar más, porque la policía había bloqueado la entrada, se dirigió hacia la plaza Once, donde encontró a su tío, Osvaldo Djerfy (66), que recién había muerto y su primo le seguía haciendo respiración boca a boca. “El cantaba tangos y yo tocaba la guitarra. Le decía ‘no te mueras, tenés que seguir cantando’”, recordó con la voz entrecortada. También recordó que en una terminal de micros cercana encontró a su ahijada, Belén Santanocito (15), ya fallecida en el piso: “La empecé a acariciar, tenía la marca de una zapatilla en la cara”. Dijo que cada uno del grupo había buscado en forma individual a sus parientes en una recorrida por los hospitales. En el Penna encontró a su prima Carol Becker (21), que había fallecido, y también a su tía Alicia, madre de Belén, también muerta. “Vivíamos en la misma casa, éramos como hermanos (en relación con Carol). Yo después de eso me quería quitar la vida, estaba en el balcón, pero dije, ‘es un primer piso, si me tiro, me quedo medio pelotudo y no me mato’ y entonces dije, ‘tengo que seguir porque mi viejo está internado y no sabía qué le iba a pasar y si después se recupera y yo me maté”.
Del otro lado del blíndex, los familiares rumiaban su odio, hacían gestos y comentarios a media voz. Al terminar su declaración y las preguntas del fiscal, las querellas y la defensa, Djerfy agregó que un padre se le acercó y lo amenazó en el baño de los tribunales: “Decí la verdad”, dijo que escuchó. “Yo vine a decir la verdad”, se quejó Djerfy ante el tribunal. Entre los familiares hubo sonrisas. Más tarde, se conocerá la interpretación de los jueces.
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