“Sebastián Forza llevaba una importante suma de dinero el día del secuestro”, deslizó ayer el abogado Miguel Angel Pierri, representante legal de la viuda de este farmacéutico y de los familiares de los otros dos empresarios asesinados en General Rodríguez hace dos meses. “La suma –según Pierri– era 150 mil dólares o unos 400 mil pesos. Alguien sabía que estaba ese dinero ese día con él. Y ese dinero le fue apropiado en la calle Solís 1055, donde fue encontrada la camioneta de Forza con las llaves adentro.”

El dato se desprende de una reconstrucción del caso hecha por los abogados querellantes y se basa en las supuestas recorridas por distintas mesas de dinero a las que Forza tenía acceso. Esos lugares, que reemplazan hoy a los viejos usureros, constituyen ámbitos parafinancieros donde puede cobrarse un cheque o pedir préstamos sin que conste en registro legal alguno. Pierri nunca aclaró cómo consiguió enterarse de la novedad, que no figura en la causa. Sin embargo, ayer aseguró “que hubo un entregador, que alguien sabía que tenía ese dinero”.

Según la reconstrucción de este abogado, mientras Forza era privado de su libertad, Damián Ferrón y Leopoldo Bina iban desde el Wal Mart (ex Auchan) de Avellaneda hasta General Rodríguez, donde iba a hacerse una reunión. En aquel momento se especuló que los crímenes habían ocurrido entre 36 y 40 horas antes del hallazgo de los cuerpos. Pierri dijo que, si esos datos son ciertos, los investigadores tenían detectados los lugares donde estaban los teléfonos de las víctimas. Al menos eso constaría en el expediente que llevaba la fiscal Ana Yacobucci, quien comenzó a actuar luego de la denuncia de los familiares por la desaparición de los tres jóvenes.

Basado en los datos de este expediente, Pierri contó que, el 7 de agosto pasado, Bina y Forza tomaron un café en el bar Lisandro, en Liniers, mientras Ferrón hablaba por teléfono en la zona de Sarandí con José Luis Salerno, el dueño de la droguería en la que trabajaba. Al mediodía, Forza y Bina salieron para encontrarse con Ferrón, en el Peugeot 206 del primero. “Ellos de allí salieron voluntariamente, la privación de la libertad se produjo en la provincia”, comentó Pierri. Pasadas las 14.10, los tres empresarios se encontraron con por lo menos tres hombres en un shopping de Sarandí, situado al costado del Acceso Sudeste.

Se cree que antes de partir a General Rodríguez los captores se dividieron: dos subieron en la camioneta Grand Vitara con Ferrón y Bina, mientras el o los restantes viajaron en el Peugeot 206 de Forza. Una hora y media después, Ferrón y Bina enviaron alertas desde sus celulares a sus familiares. Forza habría sido amenazado para descender en la bajada de Solís, de la autopista 25 de Mayo, y obligado a pasar a otro vehículo. De ahí todos fueron, al parecer, a General Rodríguez, donde fueron encontrados el 13 de agosto fusilados.

“La investigación tras la desaparición estaba bien encaminada, lo que fueron malas fueron las decisiones que tomó”, opinó Pierri al referirse a la fiscal Yacobucci. “Lo más grave –agregó– es que la novedad periodística” sea la “declaración que hará hoy el cirujano Gustavo Ricchiuto” ante el juez de Campana, Federico Faggionatto Márquez (candidato a quedarse con la causa del triple crimen). Ricchiuto, citado en el marco de la causa de los narcos mexicanos, había mencionado en su declaración ante la fiscal, el 14 de agosto último, al padre del actor Mariano Martínez, quien habría sido uno de los tantos que le vendieron efedrina a Forza.