Miércoles, 15 de octubre de 2008 | Hoy
SOCIEDAD › REVELAN QUE EL OBISPO LAGUNA SE SENTíA AMENAZADO POR GRASSI
Un psiquiatra que declaró ayer en el juicio contra el cura contó que en una reunión, el entonces obispo de Morón le confesó que se sentía intimidado por Grassi. El médico ratificó la validez de los testimonios de dos de las víctimas.
La escena transcurrió en la casa de Justo Laguna, obispo de Morón en diciembre de 2003. Allí estaban, además del cura, el psiquiatra Enrique Stola y el abogado Pablo Gallego. Laguna contó que había sido amenazado por gente que apoyaba a Julio César Grassi y que no le extrañaba la acusación de abusos sexuales y corrupción de menores que pesaba sobre el titular de la Fundación Felices los Niños. Hasta les comentó que le había dicho a su hermana que si algo le pasaba era “por culpa de Gra-ssi”. El contenido de esta reunión fue revelado ayer por Stola, durante la novena semana del juicio oral en los tribunales de Morón.
“La declaración de Stola fue muy extensa, muy fuerte”, le comentó a PáginaI12 Gallego. Según el abogado, Stola confirmó la credibilidad del relato de Ezequiel y Gabriel, dos de los tres menores que acusan a Grassi, y que este psiquiatra atendió entre 2002 y 2005. También aseguró que el testimonio de estos jóvenes no fue inducido por terceros. “Lo que yo sé son los reiterados episodios de abuso que me confesaron Gabriel y Ezequiel y que ratificaron en este juicio”, continuó Stola, y agregó: “Le sugerí al tribunal que no era conveniente que los denunciantes estuvieran presentes en el debate junto al sacerdote, porque es otra forma de revictimizarlos”.
El profesional aseguró que la reunión con Laguna tenía como motivo que “intercediera ante Grassi por los reiterados episodios de violencia que no sólo sufría él, sino también las ahora presuntas víctimas”, pero se encontró con la sorpresa, según relató ayer, de que el obispo también había sido amenazado. “Laguna me había preguntado si pensaba que Grassi estaba detrás de los ataques a los testigos que lo habían denunciado y yo le dije que al principio pensaba que no, que podían ser grupos que lo siguieran a él”, reconoció el psiquiatra.
Sin embargo, según precisó Stola, su opinión cambió “después del ataque que sufrió Gabriel, en enero del 2003 –cuando varias personas estuvieron a punto de cortarle un dedo– y le pregunté si estaba enterado de ese episodio y allí me manifestó su temor al cura”. El psiquiatra recibió varias amenazas telefónicas durante los seis años en que se instruyó el sumario y en 2006 denunció un robo en su domicilio, en el que fue amordazado y varias personas sustrajeron su computadora y documentación. El episodio fue revelado en su momento por este diario.
Por su parte, Laguna había enviado cartas a las autoridades máximas de la Iglesia en las que solicitaba que siguieran las actividades del sacerdote Grassi, ya que el desmesurado crecimiento de su Fundación le hacía perder los objetivos de su misión. Estas cartas fueron incorporadas en el expediente judicial como pruebas. Stola declaró que cuando terminó aquella reunión de 2003, Laguna lo abrazó y le dijo: “Ojalá que ese hombre vaya preso”.
Más temprano declaró la psiquiatra María Inés Olivella, que también atendió a Ezequiel, y se refirió al episodio de la retractación del testigo, sobre lo que dijo que no le cabían dudas de que había sido una declaración “inducida por Grassi y su defensa”. De hecho, Stola denunció al abogado Miguel Angel Pierri (actual representante de Solange Forza), que fue detenido y acusado de encubrimiento para favorecer al cura Julio César Grassi. Ayer, el psiquiatra recriminó al periodista Mariano Grondona y al diario Ambito Financiero por participar de este operativo pro Grassi. Temprano, antes de ingresar en los tribunales, el sacerdote comparó los peritajes solicitados por Gallego con “experimentos propios de Mengele”, el médico alemán acusado de realizar investigaciones con prisioneros de los campos de exterminio nazis. El tribunal autorizó el jueves pasado que se le realice un peritaje médico para corroborar la descripción de su cuerpo realizado por las presuntas víctimas. “Mi torso era conocido por los chicos que participaban en vacaciones o de la pileta”, comentó Grassi, al tiempo que aseguró que debajo de la cintura “nadie me conoce”.
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