Gustavo Bergara recorrió más de 350 kilómetros hasta arrojar el bolso con la suma de 230 mil dólares en un médano de Pinamar para abonar el rescate a quienes secuestraron a su hermano, hace más de un mes. El pago se realizó a las 4 de ayer en una zona conocida como “La Frontera” y los investigadores preveían la liberación en la madrugada de hoy, aunque la incertidumbre crecía con las horas. La última prueba de vida llegó hace 6 días, era una grabación de Leonardo leyendo la tapa de un diario porteño de esa jornada.

El largo viaje del empresario dedicado a la industria electrónica, quien negoció con los secuestradores desde el principio, comenzó el jueves pasado a las 22, cuando los captores llamaron a su casa de Ranelagh, partido de Berazategui, para dar una serie de indicaciones con el fin de llevar el pago y eludir a la policía. Según informaron fuentes del caso, Gustavo Bergara partió a bordo de su camioneta rumbo a la Autopista Buenos Aires-La Plata, luego de conseguir el pago requerido, repartido entre 200 mil dólares y joyas valuadas en más de cien mil pesos. El monto inicial del rescate había sido fijado en un millón de dólares.

Cuando se encontraba a la altura de la rotonda de Alpargatas, Bergara recibió otro llamado de los secuestradores, quienes le indicaron que tomara por la Autovía 2 que va a la Costa Atlántica. Al llegar a Chascomús su celular volvió a sonar. Los captores le ordenaron que se desviara por un camino de entrada a esta ciudad y le mencionaron una calle, donde encontraría una bolsa que contenía un celular. Antes de cortar, le exigieron que tirara su celular (que luego fue recogido por los investigadores) y usara el otro aparato para continuar las comunicaciones.

El objetivo de los captores era evitar cualquier tipo de rastreo, ya que el celular de Bergara había sido intervenido, luego de iniciarse la causa que llevan la fiscal de Quilmes Silvia Cavallo y el juez federal de ese distrito, Luis Armella. Sin embargo, Bergara podría haber llevado otro aparato para seguir en contacto con los investigadores, quienes incluso pueden detectar la ubicación de la camioneta por el sistema de rastreo satelital. Lo cierto es que los secuestradores lo obligaron a recorrer varias localidades de la costa hasta ingresar a Pinamar, donde debió dirigirse hacia la playa.

Según dejaron trascender las fuentes del caso, Bergara tuvo que dejar su camioneta y montar un cuatriciclo dispuesto para la ocasión y dirigirse hacia el norte de Pinamar, a través de la arena a oscuras. El destino final era el balneario “La Frontera”, una zona de 7 kilómetros de playa. Allí, en un médano rodeado de bosques, dejó la bolsa con el dinero y las joyas. Sólo alguien que conoce bien el lugar, destacaron los investigadores, sabría cómo salir de esa especie de callejón natural y encaminarse hacia la ruta 11. Eran las cuatro y faltaban sólo dos horas para el amanecer, el monto abonado para la liberación era uno de los más elevados de la última década.

La metodología y el sistema de postas establecido por los delincuentes confirman la hipótesis de que la banda a cargo del secuestro está compuesta por profesionales, que conocen en detalle la forma de trabajar de la policía, y que todavía cuentan con uniformados entre sus integrantes. Cabe apuntar que ya hay dos policías detenidos por este caso: el oficial Víctor Vega de la Distrital de Berazategui y el teniente Diego Costa, de la comisaría primera de Quilmes. Hay otros tres policías prófugos, entre ellos José Pardini, un hombre con antecedentes penales que había sido echado de la fuerza de seguridad. Además, fueron detenidos y liberados por “falta de mérito”: el capitán Juan Cardozo (ex superior de Vega) y el ex cabo de la Bonaerense Néstor Ocampo.

Tres horas después, el gobernador Daniel Scioli, quien había advertido días atrás que éste era “un caso extraño”, declaró por radio que la liberación de Leonardo Bergara era “inminente” pero que “por prudencia” no iba a dar detalles. “Prácticamente estuve sin dormir toda la noche porque me tenían informado”, admitió el mandatario, en permanente contacto con su ministro de Seguridad, Carlos Stornelli. “Las cosas van bien –agregó Scioli–, no me quiero adelantar más porque he vivido este tema en carne propia, pero tenemos la máxima expectativa.”

Acto seguido todos los teléfonos de los funcionarios del Ministerio de Seguridad bonaerense fueron apagados, en la Gobernación y en la Policía bonaerense se cumplió a rajatabla la orden de no dar ningún tipo de información. Anoche la especulación más firme era, y es, que Leonardo Bergara sería liberado por la noche o durante la madrugada de hoy, como sucede en la mayoría de los secuestros extorsivos de estas dimensiones. A tono con el mutismo oficial, el juez federal de Quilmes, Luis Armella, dispuso extender desde ayer, y por diez días hábiles, el secreto de sumario.

Aunque la policía realizó varios procedimientos en Pinamar, se presume que el empresario de 37 años estaría cautivo en el conurbano bonaerense, donde los secuestradores aguardan el momento indicado para liberarlo. Bergara fue capturado el 22 de diciembre por cuatro hombres armados, encapuchados y vestidos de policía, mientras salía de su casa en Ranelagh junto a su esposa en su camioneta Grand Cherokee. A ella la liberaron poco después, la camioneta apareció a un costado de la autopista Buenos Aires-La Plata, cerca del Cementerio Parque Iraola.

Junto a su hermano, Leonardo maneja la firma GB Componentes, en el barrio porteño de San Cristóbal, un comercio mayorista de artículos electrónicos. Desde que lo secuestraron, sólo hubo dos pruebas de vida.