SOCIEDAD
Un cabo que mató a una inocente, libre porque su arma es “sensible”
Es el policía que mató a Edith Acevedo en El Talar. Su defensa acordó una pena menor con el fiscal mediante un juicio abreviado.
”Este juicio es una burla”, dijo Roberto Damboriana, abogado de la familia de la joven Edith Acevedo, asesinada de un disparo en el rostro en marzo del año pasado por un cabo primero de la Bonaerense en medio de una persecución. El policía quedó libre ayer tras un juicio abreviado en el que fue condenado a apenas tres años de prisión en suspenso. El caso, que mostró con crudeza las consecuencias de la política de mano dura del entonces gobernador Carlos Ruckauf, se resolvió cuando la fiscalía acordó con la defensa que todo el hecho había sido un accidente provocado por la “sensibilidad” del gatillo del arma que llevaba el bonaerense.
En una polémica decisión, el fiscal de Cámara de San Isidro, Martín Etchegoyen Lynch, y el abogado defensor del cabo primero, José Coronel, llegaron a un acuerdo previo al juicio oral y decidieron pedir en conjunto que la carátula del caso fuera considerada como homicidio culposo, pese a la recomendación del fiscal de instrucción Ricardo Costa y del abogado de la familia Acevedo, que pugnaban para juzgarlo bajo la carátula de homicidio simple, con una pena de ocho años como mínimo. Pero el acuerdo entre partes está habilitado legalmente y el Tribunal Oral Nº 1 de San Isidro aceptó el arreglo, y en consecuencia condenó a Coronel a la pena de tres años de prisión en suspenso. Tras el fallo, el suboficial recuperó la libertad en forma inmediata.
Con esta maniobra se logró evitar que uno de los más resonantes casos de gatillo fácil del año pasado, que llegó a hacer tambalear al ministro de Seguridad bonaerense del momento, Ramón Orestes Verón, fuera a juicio oral y público, donde el acusado, de haber sido hallado culpable, podría haber sido condenado a una pena de hasta 25 años de prisión efectiva bajo el cargo de homicidio simple.
El argumento central que dio la fiscalía para aceptar la imputación de homicidio culposo que planteó la defensa, fue la sensibilidad del arma Glock con la cual se efectuó el disparo que terminó con la vida de Edith Acevedo. Según esta teoría, Coronel, habituado al gatillo de la Browning reglamentaria, al prepararse para efectuar un disparo en caso de peligro, habría colocado su dedo índice con demasiada fuerza sobre el gatillo de la Glock, accionando accidentalmente el mecanismo disparador.
Sin embargo, el abogado de la familia de la joven planteó, en diálogo con Página/12, que “la celosidad, es decir, la presión que se debe ejercer sobre el gatillo de la Glock es, exactamente la misma que la de la 9 milímetros oficial de la Policía Bonaerense, 2,5 kilogramos. Por tanto, si aceptamos el argumento planteado por la defensa y la fiscalía, sentamos jurisprudencia para el futuro, y cualquier policía que cometa un hecho de gatillo fácil podrá escudarse luego en la celosidad del arma para que su caso sea tomado como un accidente”. Y lo peor del caso, agregó, es que Coronel ahora está libre y con la pistola “sensible” en su poder, ya que ambas armas –tanto la Glock como la Browning reglamentaria– le fueron devueltas apenas recuperó la libertad, aunque está inhabilitado por 6 años para usarlas.
El hecho ocurrió el 7 de marzo de 2001, cuando un hombre y una adolescente de 14 años asaltaron una remisería en la localidad de Virreyes. Avisado por los dueños de la agencia, Coronel comenzó, junto con un compañero de apellido Ovejero, la persecución del vehículo en el que huían los jóvenes. A la altura de Talar de Pacheco, Coronel sacó una mano por la ventanilla de su camioneta y efectuó un disparo que dio de lleno en el rostro de Edith, que en ese momento estaba, junto con su pequeña hija de 18 meses, vendiendo artículos escolares por los comercios. En un principio, y según la versión del policía, se pensó que la mujer había caído víctima de una bala disparada por uno de los delincuentes. Sin embargo, luego se descubrió que Coronel no sólo había sido el autor del disparo mortal sino que, además, lo había hecho con un arma personal sin que mediara ninguna provocación de los delincuentes, lo que llevó a que el juez de instrucción Diego Barroetaveña caratulara el caso como homicidio con dolo eventual.
Informe: Damián Paikin