Miércoles, 10 de junio de 2009 | Hoy
SOCIEDAD › ENTREVISTA CON CARMEN BARROSO, LíDER EN MATERIA DE SALUD SEXUAL Y REPRODUCTIVA
La experta brasileña, que participó en Buenos Aires de un foro internacional sobre derechos sexuales, advirtió sobre las dificultades de los jóvenes pobres de acceder a información para evitar un embarazo o prevenir enfermedades.
Por Mariana Carbajal
“Una joven pobre que es condenada a ser madre precozmente está condenada a perpetuarse en la pobreza”, advirtió ayer la brasileña Carmen Barroso, reconocida líder en el campo de la salud sexual y reproductiva y directora regional de la Federación Internacional de Planificación de la Familia (IPPF). “Cada cinco minutos una adolescente se transforma en madre en la Argentina y generalmente un adolescente varón es el padre”, agregó, al tiempo que exhortó a levantar los obstáculos que impiden que todos los jóvenes en el país tengan educación sexual en las aulas y acceso a información y a métodos anticonceptivos en los servicios de salud. Barroso cerró así un foro con especialistas internacionales que se realizó en Buenos Aires, en el que se analizaron los obstáculos que enfrentan jóvenes en Latinoamérica para ejercer sus derechos sexuales. En ese marco, se presentó al Servicio de Adolescencia del Hospital Argerich, de la ciudad de Buenos Aires como un modelo de atención “amigable” a los adolescentes por ser “respetuoso de su autonomía”, saber escuchar sus dudas y sus problemas, interpelarlos como “sujetos de derecho” y tener una visión de la sexualidad “responsable” y “placentera” (ver aparte).
La IPPF es la voz más fuerte a nivel mundial en materia de promoción y defensa de la salud y los derechos sexuales y reproductivos en todos los continentes. Barroso encabeza la oficina del Hemisferio Occidental de la entidad desde 2003, cuya sede está en Nueva York. Es conocida por su ferviente defensa del derecho de la mujer a decidir y a tener acceso al aborto seguro y a la reducción en el riesgo del aborto inseguro. Ayer, en una conferencia de prensa, afirmó que “el derecho a la interrupción de un embarazo no deseado es también un derecho sexual” y, como tal, parte de los derechos humanos.
Barroso fue una de las expositoras del Primer Foro Latinoamericano sobre Jóvenes: autonomía y confidencialidad, que se desarrolló entre lunes y martes en Buenos Aires. Al finalizar el encuentro, dialogó con Página/12.
–¿Qué obstáculos encuentran los/las adolescentes para acceder a servicios e información en salud sexual?
–Tenemos un problema muy serio en Latinoamérica. Las desigualdades que vemos en la región son aún mayores entre los jóvenes. Y los que son pobres tienen más dificultades para acceder a servicios de salud sexual y reproductiva. Tienen barreras internas y externas. Las externas son las más poderosas: son las instituciones que no les dan atención. Los hospitales, las clínicas, los servicios están preparados para atender a adultos y no a los jóvenes. Al mismo tiempo, vemos que en la mayoría de las escuelas se demora la llegada de una educación sexual integral.
–¿Es un patrón regional?
–Sí, un patrón latinoamericano. Las consecuencias de esta situación son muy serias, entre ellas el embarazo no deseado, la maternidad precoz. En la Argentina, cada cinco minutos una joven menor de 20 años se convierte en madre. En 2007 se produjeron un total de 700.792 nacimientos, de los cuales el 15,6 por ciento correspondieron a menores de 20 años. Son 106.720 nacimientos de madres de 15 a 19 años y 2841, de menos de 15 años.
–Entre las más chicas seguramente hay muchos casos de abuso sexual.
–Sí, pero entre 15 y 19 años no necesariamente. El problema en la mayoría de los casos es que las niñas tienen novio y no tienen información o recursos para protegerse de las consecuencias de una relación sexual, para evitar un embarazo y las enfermedades de transmisión sexual. Este panorama prevalece, pero estamos viendo que hay una nueva conciencia de los poderes públicos, de la sociedad, de que hay que cambiarlo. Hay que establecer políticas públicas para que llegue finalmente la educación sexual a las escuelas, los medios masivos también tienen que contribuir a ofrecer buena información.
–Algunos médicos no quieren atender a adolescentes si no van acompañados por sus padres.
–Es parte de una cultura que no considera a los adolescentes como sujetos de derecho, como establece la Convención Internacional de los Derechos del Niño. Son sujetos de derecho y deben ejercerlos a medida que su capacidad de decisión se desarrolla. Hay un conflicto entre los valores del Código de Etica Médica, como es el secreto profesional, y algunas legislaciones que exigen a los médicos que denuncien casos de aborto, cuando una mujer llega a atenderse a un hospital con un aborto incompleto. El secreto médico los ampara para no denunciarla. Otro obstáculo que observamos es el desconocimiento de los pacientes jóvenes, que no saben que tienen derecho a la confidencialidad de la consulta. El adolescente puede temer que el médico les revele a sus padres si pide anticonceptivos.
–En España, sectores de derecha cuestionan fuertemente un anteproyecto de reforma legal que establece que las menores de 16 años no tengan que ir acompañadas por sus padres para acceder a un aborto. ¿Qué opina?
–En Estados Unidos, en los estados donde se exige que vayan acompañadas por sus padres para acceder a un aborto, las adolescentes prefieren ir a otros estados en los que no existe ese requisito. Entonces, realizan el aborto más tarde, con mayor riesgo por no tener acceso inmediato. No hay que crearles más riegos a los adolescentes, poniendo su salud y su vida en riesgo.
–En la región hay un contexto de gobiernos que se definen como progresistas. Sin embargo, ninguno impulsó el debate por la despenalización del aborto. ¿Cómo explica esta situación?
–El progresismo no es homogéneo. Puede haber progresismo en algunos aspectos y en otros no. El peso de la tradición conservadora en asuntos personales persiste. Lula ha dicho varias veces que el aborto es un problema de salud pública, pero no ha hecho nada, porque más fácil es no hacer nada.
–¿Cómo juega la jerarquía de la Iglesia Católica?
–Desgraciadamente la Iglesia Católica todavía está en el siglo XIX y se opone vigorosamente a cualquier liberalización.
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