Sábado, 17 de octubre de 2009 | Hoy
SOCIEDAD › UNA DEMOSTRACIóN DE SUMO SORPRENDIó EN FLORIDA Y SANTA FE
Quienes pasaron ayer al mediodía frente a la Plaza San Martín se encontraron con un escenario inhabitual: un grupo de luchadores de sumo peleaba al aire libre. Hoy comienza en Buenos Aires un torneo sudamericano del deporte nacional japonés.
Por Sonia Santoro
“Se viene el sumo en la ciudad de Buenos Aires”, anuncia un presentador. Frente a él, una veintena de luchadores y luchadoras de un deporte que todavía es rareza en el país comienza su entrenamiento sobre un improvisado ring circular. Flexionan las piernas y luego se levantan a un lado y otro golpeándose las nalgas. A su alrededor, separadas apenas por unas vallas, un centenar de personas contempla la escena. De fondo, la Plaza San Martín, tentadora en el caliente mediodía porteño. Florida y Santa Fe fue ayer por una hora epicentro del deporte nacional de Japón, que hoy inaugura el 14º Torneo Sudamericano de Sumo Amateur.
Hombres, chicos, mujeres y hasta bebés quieren ver qué es eso del sumo. Como dos motoqueros trepados a una estatua, para ver mejor. “Pasábamos por acá y nos quedamos para ver la pelea. Las reglas no las sabemos, sólo que tienen que empujarse afuera del círculo”, dirá Cristian. Un poco más cerca de la valla, Isabel Montgómeri, una jubilada de 75 años, también se tentó con la propuesta. “Vivo por acá y siempre cruzo la plaza... me quedé porque me encanta ver gimnasia de todo tipo, y además luchan los nuestros. Nunca había visto sumo, pero veo que hay mujeres...”, dijo entusiasmada.
Un árbitro vestido de blanco, con alpargatas y guantes a tono, anuncia el comienzo de las luchas. “Los puños en el suelo son símbolo de que van a empezar”, explica el relator.
Es la primera vez que un torneo así se realiza en Argentina y la segunda en que participan mujeres. Se la puede ver a Maximiliana Villarreal, una de las promesas locales, con su metro cincuenta y seis de altura y sus 54 kilos enfrenarse a quienes mañana tal vez sean sus contrincantes del Brasil. Mujeres grandes que le llevan al menos 10 kilos y empiezan a llenarla de nervios. Los últimos meses reforzó el entrenamiento y empezó a comer más para aumentar de peso y estar a la altura del torneo, que se realizará hoy en el Club
Geba, a partir de las 10 y es abierto para todo el público. Vestida con malla y calzas negras debajo del mawashi (esa especie de chiripá, que aquí usan sobre calzoncillos o calzas) mide a su oponente desde abajo, los puños apoyados en el piso y las piernas flexionadas.
Llevan el mawashi porque simboliza la lucha limpia, es decir que no llevan ningún tipo de armas ocultas. El objetivo es sacar al oponente fuera del doyo o lograr que cualquier parte de su cuerpo (excepto las plantas de los pies) toque el suelo. No vale tirar del pelo, pegar en los ojos ni golpear con puño cerrado, entre otras cosas, pero sí se pueden usar empujones, zancadillas, cachetadas con la palma abierta.
Unos 20 luchadores y 10 luchadoras de Paraguay, Brasil, Uruguay y Chile llegaron a Buenos Aires para competir junto a la delegación argentina, compuesta por unos 20 luchadores, de los cuales tres son mujeres, informa Gabriel Wakita, presidente de la Asociación Argentina de sumo, organizadora del evento, con el apoyo de la Subsecretaría de Deportes del gobierno porteño. En el país todavía hay muchos prejuicios con el sumo, dice Wakita, “se piensa que es sólo para gordos y no es así. Es para todos y es muy divertido”.
De fondo, un murmullo acompañado de aplausos, sigue a una pelea ganada luego de varios segundos de forcejeos. Los encuentros suelen durar pocos segundos, aunque los mejores son aquellos que se estiran hasta un par de minutos.
“Nos interesa que la ciudad se convierta en destino de torneos como éstos, que sea un destino turístico de deporte”, dice Francisco Irarrázaval, subsecretario de esa cartera.
Ahora es el momento de invitar a los chicos a tener una primera experiencia con este deporte ancestral. Pronto hay cuatro candidatos y una candidata que no superan los 7 años. “El sumo se practica en Japón desde la infancia, desde los 4 años. Se entrenan toda la vida para ser luchadores”, explica el relator. Los chicos, contentos de sacarse los zapatos y tratar de mover aunque sea un milímetro a contrincantes que en algunos casos les llevan más de 100 kilos.
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