Sábado, 5 de diciembre de 2009 | Hoy
SOCIEDAD › LOS LOGROS DE UNA DéCADA DE LA CAMPAñA DE RECICLADO DE LA FUNDACIóN GARRAHAN
Gracias al programa de reciclado, sólo en el período 2008-2009 se logró recaudar cerca de tres millones de pesos. Ayer, la fundación celebró el décimo aniversario de la campaña. Historias de vida de quienes juntan papel y tapitas.
Papel blanco o de color, tapitas de plástico, llaves de bronce. Después de una década de trabajo continuo, ayer el “Programa de Reciclado” de la Fundación (del Hospital de Pediatría) Garrahan celebró sus diez años de vida. El festejo fue en la Casa Garrahan del barrio porteño de Constitución e incluyó pensión (casi) completa. Desayuno, almuerzo y merienda: el aniversario contó con la presencia de todos los voluntarios del interior de país, que en sus localidades “papelean” y “tapetean” en busca de financiar la internación y la recuperación de niñas y niños de todo el país. “La participación comunitaria es fundamental para la asistencia primaria. Si una madre está educada y bien comida se transforma en la más alta tecnología en salud pública”, arengó Fernando Matera, médico y presidente de la Fundación, poco después de iniciado el acto. Sólo en el período 2008-2009, el programa llegó a recaudar cerca de tres millones de pesos, que se destinaron en su mayoría a la refacción y abastecimiento del sector quirófano de quemados del hospital y en el mantenimiento de las instalaciones de la Casa.
Para el festejo, primero hubo ayer un recorrido por las nuevas instalaciones de la Casa, donde son albergados en forma simultánea 46 chicos (y sus madres) a la espera de distintos tratamientos en el hospital Garrahan. Luego, se oyeron los relatos de vida de quienes ayudan con la recolección de tapitas, papel y llaves y, de esta manera, posibilitan financiar equipos y refacciones en el sanatorio. Por último, se escuchó la voz de los ideólogos de la iniciativa solidaria: el doctor Matera, Patricia Gavilán (coordinadora del proyecto) y la doctora Josefa “Tina” Rodríguez (directora ejecutiva del hospital).
Cerca de las 9, Ramón y su equipo de voluntarios llegaron a la Casa de Pichincha 1731. Viajaron casi 20 horas desde Formosa, con poco equipaje y cientos de tapitas de gaseosas. “Mi hijo es paciente del hospital hace 12 años y estoy orgulloso de poder participar en un proyecto solidario, humano y ecológico como el de reciclaje del Garrahan”, admitió Ramón, mientras con su brazo derecho tomaba el hombro de un compañero de la provincia de Chaco. Según el formoseño, “gracias a la búsqueda y la recolección, ahora el hospital tiene un nuevo quirófano para nenes que sufren de quemaduras graves”.
Además del festejo, el encuentro tuvo la intención de unir experiencias. “Ahora que veo tanta gente acá, sé que no soy la única loca que va por todos lados molestando por las tapitas”. Aunque la ciudad de Concordia está bajo agua, la entrerriana Patricia viajó igual a la ciudad de Buenos Aires. “Me destaco por hablar mucho y no quería desperdiciar la oportunidad de contarles una anécdota”, se justificó innecesariamente la mujer.
Y, entonces, Patricia narró. “Hace unos días mientras ayudaba a Defensa Civil, encontré a un bebé que dormitaba bajo un vagón de tren abandonado. Pero el nene no estaba solo, sino que su mamá lo dejaba ahí porque era el único lugar con sombra, luego de que perdieran todo con las inundaciones.” Según el relato, la voluntaria le sugirió a la señora que llevara a su familia a uno de los centros de evacuados que están en Concordia, “pero la mujer no quiso porque en ese paraje aún quedaba su única fuente de trabajo: dos gallinas, tres gansos y dos caballos”. Durante 23 días, Patricia abasteció a la familia de ropa, pañales y agua mineral. A cambio, “el quinto día, la señora me esperó con una bolsa con tapitas de plástico que el marido había juntado con su carro de basura”, concluyó Patricia.
Después, el micrófono cambió de latitud y pasó a La Rioja. Miguel llegó a la Casa pasadas las 11.30. Era tarde, “pero el micro que me traía chocó a la altura de Córdoba y tuvimos varias horas de demora”. Sin moretón o rasguño que se viera a simple vista, el riojano admitió tener un compromiso con su hijo “que me impide perderme el festejo”. En las afueras de la capital riojana, Miguel, su mujer y sus tres muchachitos crían gallinas. “A mi pibe de 11 años le nacieron 35 pollitos, pero de buenas a primeras desaparecieron. Con mi señora pensamos que se los había comido el perro, pero no. El loco de mi hijo los llevó a la escuela y cada cien tapitas que llevara cada compañero, él le entregaba un pollito –explicó Miguel y destacó la estrategia comercial del niño–. Ahora tenemos montones para reciclar por los chicos del Garrahan.”
“El Programa de Reciclaje es como una revolución sin balas”, gritó alguien de la platea, mientras el doctor Matera tomaba el micrófono. En su decir, el médico reforzó la idea. “Cuando nos comunicamos tiene que ser con franqueza. Para mí es como una concepción filosófica: si toda la comunidad se junta y se interrelaciona, nos transformamos en un sujeto político con capacidad para cambiar la realidad”, admitió el presidente de la Fundación Garrahan.
Luego, la directora del hospital de pediatría porteño dijo las últimas palabras del encuentro. “El Garrahan es un hospital que da respuesta a los niños de todo el país. Pero este año fue muy difícil porque tuvimos graves problemas presupuestarios debido a que una de las jurisdicciones de las que dependemos (el gobierno de la ciudad de Buenos Aires) no mandó el dinero suficiente para la institución”, dijo Rodríguez. Sin embargo y gracias al Programa de Reciclaje, “pudimos destinar el dinero de los fondos recaudados para mejorar las instalaciones de la Casa y refaccionar íntegramente el sector de Quirófanos de Quemados”, confirmó la directora. Después, sólo se escucharon aplausos.
Informe: Mariana Seghezzo.
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