SOCIEDAD › ALLANARON CASAS DE AMIGOS Y FAMILIARES DE MARIA MARTA
Tras las huellas del arma asesina
Anoche fueron allanadas varias casas, pertenecientes a personas cercanas a la víctima, todas dentro del country El Carmel. Buscaban sin éxito el arma homicida. En la mira sigue una mujer, que habría sido amante de María Marta.
Por Horacio Cecchi y Raúl Kollmann
En las últimas horas de ayer, el caso García Belsunce desató todo el vértigo que había contenido desde hace dos meses, exactamente desde cuando María Marta fue asesinada de cinco disparos en la cabeza. Alrededor de las nueve de la noche, el comisario Aníbal Degastaldi realizó un allanamiento en varias casas de amigos y familiares de María Marta, en el country, buscando el arma homicida, una disparadora de pitutos calibre 32. El arma no fue hallada, pero es sintomático que la hayan buscado en esas viviendas. Como anticipó Página/12, en la mira de los investigadores hay tres personas hábiles para la detención: dos son Carlos Carrascosa y Guillermo Bártoli, esposo y cuñado de la víctima, por encubrimiento de homicidio –los acusan de buena parte de las maniobras de la familia, iniciando con la teoría del grifo asesino hasta el catastrófico borrado de pruebas–. La tercera persona es una mujer, vecina del country, sospechada de ser la responsable directa del crimen. Precisamente el móvil es el secreto escandaloso que pretendió encubrir la familia: según los investigadores, esa mujer sería amante de la víctima.
Los nombres de Carrascosa y Bártoli figuran en la agenda del fiscal Diego Molina Pico desde la tarde del 24. Las sospechas, en este caso, están concentradas en las maniobras de encubrimiento y ocultamiento de pruebas. En este aspecto, las hipótesis se dividen, pero mayoritariamente, los investigadores sospechan que se trató de un borrado de pruebas para evitar que saliera a la luz pública un secreto que incomodaba a la familia por entero. Ese secreto fue anticipado sutilmente por el propio abogado de Horacio García Belsunce (h.), José Licinio Scelzi, quien aseguró que “en las próximas horas se desentrañará el misterio que provocará no poco dolor a la familia”.
En realidad, desde hace días, los investigadores de la Bonaerense contaban con un dato que fortalecía la hipótesis del crimen pasional: María Marta pasaba o había pasado por un romance. Las versiones recogidas por los detectives apuntaban en realidad a una mujer. Primero habían recibido testimonio de que el romance había quedado registrado en un hotel alojamiento. Pero más tarde, el dato del hotel fue corregido, aunque no era del todo erróneo: correspondía a otra pareja de mujeres también del círculo de allegados de la víctima.
De lo que sí están convencidos es de que el amorío de María Marta existió. Según confió a este diario una fuente empapada en el caso, esa mujer “está casada, vive en el country, pero su marido la abandonó por otra mujer”. Según algunas versiones, sería una excelente jugadora de bridge, juego al que es muy afecto también Carlos Carrascosa.
Ayer, a última hora, todas las miradas convergían sobre el country donde se aguardaban inminentes detenciones. También ayer, las dos mucamas que se dedicaron a la limpieza de las manchas de sangre salieron a dar su versión públicamente por distintos programas televisivos. Mirta aseguró que “a eso de las 6 o 6 y media de la mañana (del lunes 28 de octubre), me llamaron para avisarme que la señora había tenido un accidente. A las 7 a más tardar estábamos en el country”. Las dos empleadas aseguraron que a la hora en que empezaron a limpiar había “una gran mancha de sangre en la alfombra del dormitorio, a un metro de la puerta del baño”. A esa hora, el cuerpo de María Marta ya había sido colocado sobre la cama del dormitorio. Las dos empleadas aseguraron que arrojaron la almohada ensangrentada a una bolsa de residuos y lavaron algunos toallones y sábanas, y luego completaron la limpieza del baño. “Había mucha gente, como 200 y pico de personas”, recordó Ema. También dijeron haber visto a una persona que resultó ser el fiscal, Diego Molina Pico, que se apersonó al lugar alrededor del mediodía del lunes.
Según revelaron fuentes de la investigación, el fiscal “está bajo una presión terrible”.
–¿Qué tipo de presión? –De todo tipo –respondió la fuente–. Cuando el fiscal llegó al lugar se encontró con un funcionario que le preguntó: “¿Qué hacés pibe por acá? Te pueden sancionar por estar en el lugar no debido”. Cuando Página/12 preguntó de quién se trataba la única respuesta que obtuvo fue: “Un alto funcionario”. No fue el único encontronazo por el que pasó Molina Pico: el fiscal se negaba a que el cuerpo fuera inhumado en la bóveda familiar de La Recoleta, pero alguien presionó para que así ocurriera. Ese alguien sería la misma persona de la insidiosa pregunta de “¿qué hacés pibe?”.
Para agregar más sorpresas al caso –como viene ocurriendo desde la persecución del grifo–, Juan Ramón Gauvry Gordon, el primer médico (de Paramedic) que llegó en auxilio al country Carmel, se reconoció como un “ingenuo y comedido” al creer la versión del accidente. “Es indudable que han hecho una escena y yo caí en ella convencido de mi accionar médico”, aseguró. Gordon admitió que “metí la punta del dedo índice en uno de los orificios y constaté que era un traumatismo dígitoforme, pero nunca vi los balazos”. Difícilmente los habría visto ya que también aseguró que jamás en su carrera profesional había atendido a un herido de bala. Si bien es cierto que admitió haber creído ingenuamente la versión familiar del accidente, no supo explicar por qué no avisó a la policía.