SOCIEDAD › CIENTIFICOS ARGENTINOS LOGRARON HACER CELULAS CANCEROSAS MORTALES
Más cerca de la enfermedad crónica
El avance, alcanzado en la Universidad de Quilmes, abre la puerta a nuevos abordajes terapéuticos, que incluyen el conocido AZT.
Por Pedro Lipcovich
Un equipo de científicos argentinos logró “mortalizar” las células cancerosas, es decir, revertir la condición de “inmortales” que, al permitirles multiplicarse indefinidamente, genera los tumores. El procedimiento –desarrollado en la Universidad Nacional de Quilmes y testeado con éxito en animales de laboratorio– abre la perspectiva de nuevos abordajes terapéuticos: la primera droga que podría utilizarse es el ya conocido AZT, de uso ya habitual en el tratamiento del VIH/sida, que ha mostrado en animales de laboratorio su eficacia para que las células cancerosas dejen de serlo. Esto, hay que aclararlo, no significa tirar por la borda las terapias ya conocidas, sino perfeccionarlas: por ejemplo, luego de extirpar un tumor mediante cirugía o quimioterapia, el paciente podría recibir AZT para lograr que las células cancerosas residuales, antes de producir nuevos tumores, mueran, por así decirlo, de muerte natural. Otra investigación de la misma universidad pública encontró que un medicamento de uso común para el colesterol también podría servir para inhibir el desarrollo de células cancerosas residuales. A largo plazo, estos desarrollos se anotan en una estimulante corriente terapéutica: cuando no es posible curar del todo el cáncer, convertirlo en una enfermedad crónica controlable, como una diabetes.
Es casi la versión científica de aquel cuento de Borges donde un hombre, luego de haber recibido el duro don de ser inmortal, tras un largo camino logra conquistar el alivio de poder morir. Las inmortales, en este caso, son las células cancerosas; porque son inmortales, son cancerosas. Y son inmortales porque no funciona en ellas el reloj biológico que hace morir a las células –y a los hombres– y que se llama telómero. Los telómeros, en realidad, porque hay uno en cada cromosoma: “Tiene la función de proteger al cromosoma y también actúa como reloj biológico –explica Daniel Gómez, titular del Laboratorio de Oncología Molecular de la Universidad Nacional de Quilmes–: con cada división de la célula, se pierde un segmento del telómero; llegado cierto punto de acortamiento, la célula deja de dividirse”.
Pero en las células cancerosas existe una enzima llamada telomerasa que, luego de cada división, reconstruye el pedacito de telómero perdido: así, con su telómero siempre intacto, nada frenará la división celular.
Lo que advirtieron los investigadores de la Universidad de Quilmes –con colaboración de científicos del Instituto Nacional del Cáncer de Estados Unidos– es que la telomerasa es muy parecida a una enzima del virus del sida, precisamente aquella que es atacada por el antiviral AZT. Entonces, probaron esta droga sobre células tumorales en el laboratorio y dio resultado.
“Es la primera vez que se logra revertir la inmortalidad de las células tumorales”, proclamó el equipo dirigido por Gómez, que publicó sus resultados en la revista internacional Anticancer Research. Los tratamientos actuales simplemente matan las células cancerosas. El AZT, o cualquier droga que tenga la misma función sobre los telómeros, por así decirlo las “cura”: las convierte en células que, como las demás, son capaces de morir.
En rigor, el AZT se había desarrollado originariamente para combatir el cáncer, hace casi 40 años. “En esa época se creía que podía impedir la división de las células cancerosas, pero no pasó las pruebas de efectividad”, recuerda Gómez. La diferencia es que “ésas eran pruebas de breve duración, porque el efecto previsto era a corto plazo; el efecto que nosotros encontramos es a largo plazo, ya que recién se hace evidente cuando, agotado el telómero, la célula finaliza su ciclo de divisiones”.
“Estas terapias actúan sobre cargas tumorales mínimas y por eso podrían utilizarse para los tumores residuales, esas células cancerosas que pueden quedar después de una operación o quimioterapia y que a la larga producirían una metástasis”, precisó Gómez.
En la medida en que se desarrollen técnicas de diagnóstico precoz capaces de detectar las células cancerosas cuando aún son unas pocas, estos tratamientos sutiles podrán pasar a un primer plano: “Se inscriben en la línea de llegar a cronificar el cáncer, poder tratarlo a la manera de una enfermedad crónica como la diabetes, con tratamientos a largo plazo que lo mantengan controlado”.