Viernes, 6 de agosto de 2010 | Hoy
SOCIEDAD › TRES JUECES PORTEÑOS QUE LAS TENIAN BAJO CUSTODIA LAS ENTREGARON A SUS DUEÑOS
Las libretas de matrimonio de tres parejas de personas del mismo sexo casadas en la ciudad estuvieron meses en cajas fuertes, ante la amenaza de dos jueces en lo Civil de secuestrarlas y anular los matrimonios.
Por Soledad Vallejos
“En estos sobres están las libretas”, anunció la jueza porteña Elena Liberatori, con una sonrisa que contagiaba a sus colegas, Guillermo Schleiber y Gabriela Seijas, y preanunciaba la alegría de las palabras por venir. Poco después, la documentación que pasó meses en cajas fuertes judiciales, a resguardo de intentos de secuestro y anulación de otros juzgados, fue devuelta a sus titulares: el matrimonio de Norma Castillo y Ramona “Cachita” Arévalo, y el de Damián Bernath y Jorge Salazar. El momento, emotivo, íntimo y, sin embargo, fuertemente institucional, también sirvió para que el matrimonio de Martín Canevaro y Carlos Alvarez recibiera copia certificada del expediente que terminó por habilitar su casamiento. “Y dijeron que no existíamos, que no éramos biología, que no éramos”, recordó un emocionado Salazar, libreta en mano y codo a codo con su marido.
El acto de devolución de los documentos abrió con una breve recorrida del camino que desembocó en la ley de matrimonio igualitario. Desde el fallo histórico en el que la jueza Seijas autorizó el primer matrimonio entre personas del mismo sexo de Argentina (“sus sentencias llegan hasta los confines de la Patria”, bromeó Liberatori, en referencia a que esa boda, entre Alex Freyre y José María Di Bello, terminó concretándose en Ushuaia), se sucedieron “actuaciones raras”, afirmó Schleiber.
A instantes de entregar a Canevaro y Alvarez copia del expediente que habilitó su casamiento, el juez despuntó en público una veta rockera: durante el trámite del concurso por el cargo que ahora ocupa, contó, citó frases de los Redonditos de Ricota, “y eso casi me cuesta el cargo”. “Ahora tengo otra: violencia es mentir. Durante los debates de estos meses hubo mucho de eso. Violencia es discriminar y establecer una pena de 1000 pesos por día para lograr que los matrimonios devolvieran sus libretas”, agregó, en clara referencia a los fallos de los jueces civiles Martha Gómez Alsina y Félix de Igarzábal, que habían intentado anular los casamientos a pedido de terceros vinculados al Opus Dei.
“Ustedes ya lo saben, pero es bueno decirlo –señaló ante magistradas y magistrados Canevaro, activista de 100 % Diversidad y Derechos–, cada uno de ustedes, con su fallo, cumplió con su aporte para que la igualdad sea posible en Argentina”.
“El amor no se debe judicializar, se debe vivir”, acotó Alvarez, quien dedicó su alegría a “Norma y Cachita, que son un ejemplo de amor, sabiduría y persistencia... ¡34 años de matrimonio!”. La concurrencia, entre la que también se encontraban otros jueces (Hugo Zuleta, Alejandra Petrela, Roberto Gallardo, Juan Vicente Cataldo), la vicepresidenta de la Asociación de Abogados porteña, María Elena Barbagela-tta, y el diputado Ricardo Cucovillo, estalló en risas.
“Pensé que (la sanción de la ley) iba a llevar años, cien, doscientos fallos”, compartió Seijas, que se confesó “agradecida de haber sido la primera” en tener la oportunidad de fallar en un amparo presentado por una pareja de personas del mismo sexo: “Fue una alegría enorme cuando me llegó el expediente”. La jueza contó, también, que siente admiración “cada vez que los veo debatir en un programa de televisión y veo las cosas que soportan que les digan”, pero a pesar de las cuales las y los activistas responden “con elegancia, buen gusto... Si se llegó a este final, fue porque dijeron cosas muy inteligentes, muy dignas”.
Sólo unos minutos después Liberatori rasgaba el sobre y alcanzaba dos libretas coloradas al director del Registro Civil, Alejandro Lanús, que llamó: “Norma (Castillo), Ramona (Arévalo)”. “Nunca voy a olvidar el momento en que les hice entrega de la sentencia”, se rindió Liberatori ante la pareja, y Castillo dijo “es verdad (el fallo que permitió el casamiento) nos devolvió la dignidad”, y agradeció “al país que está a la vanguardia, al barrio donde encontramos familia, amigos, hijos”. Gracias a la conjunción de militancias y amistades como la de Karina Lamas (quien fue abogada de la pareja), “pudimos vivir lo que jamás soñamos”.
Visiblemente emocionados, Bernath y Salazar recuperaron su libreta a continuación. “Estamos agradecidos a mucha gente”, dijo Bernath, quien procuró al menos dos menciones en particular: “A Elena Liberatori, que demostró que la Justicia existe” y a quien litigó su caso, Florencia Kravetz, “abogada, amiga, heroína”.
La semana previa a su casamiento, recordó, fue “muy difícil” porque tuvieron que “cuidar la espalda, evitar que se supiera” que les habían concedido turno en el Registro Civil, de modo que los opositores al matrimonio igualitario no pudieran entorpecer la realización de la ceremonia.
“Dijeron que no existíamos, que no éramos biología, que no éramos. Pero existimos, estuvimos y estaremos criando familia. Los tres poderes (del Estado) juntos lo hicieron posible (legalmente). El Poder Judicial empujó, el Poder Ejecutivo acompañó y el Poder Legislativo trabajó” para sancionar la ley. “Gracias a todos.”
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