Viernes, 6 de agosto de 2010 | Hoy
DEPORTES › EL APERTURA 2010 ARRANCA ESTA NOCHE CON EL PARTIDO ARSENAL-LANUS
Se dice que el fútbol argentino es el más competitivo del mundo, pero su paridad no es superior a la de otras latitudes y está más relacionada con la desorganización o sus particularidades que con otro ingrediente. Comparación con el mundo.
Por Pablo Vignone
Once de los 20 equipos que tomarán parte desde este fin de semana del Apertura 2010, el nuevo torneo oficial de la AFA, dieron la vuelta olímpica al menos una vez en la última década. ¿No es eso excitante? El ambiente futbolero se masajea el ego con fruición, especialmente cuando quedaron lejos las competencias internacionales y las chances de comparación directa. El campeonato argentino, asegura la mayoría de los que abreva en el credo, es el más competitivo del mundo. Frente al inicio de una nueva temporada –la 2010/11, que arranca hoy con un partido del Apertura 2010– vale la pena repreguntárselo.
Se supone que es el más competitivo porque es parejo y la tensión se sostiene hasta último momento: si la tendencia persiste, este Apertura 2010 se decidirá el próximo domingo 12 de diciembre, cuando se cierre la 19ª y última fecha.
Vino ocurriendo en las recientes ediciones de los torneos oficiales y con agravantes: Argentinos se consagró campeón en la última fecha del Clausura 2010, en cancha de Huracán, de la misma manera en que Banfield lo hizo en la jornada final del Apertura 2009, aun perdiendo en la Bombonera. Vélez le ganó el título del Clausura 2009 a Huracán en aquella recordada “final” de Liniers, que no era tal sino el partido más importante de la última fecha, programado en solitario entre los dos equipos que más puntos habían sumado.
Exacerbada muestra de la paridad la brindó el triangular decisivo del Apertura 2008, celebrado entre Boca, Tigre y San Lorenzo. Después de 19 fechas debieron jugarse tres partidos más, y Boca ganó el título en el último de los 193 encuentros, aun cayendo ante Tigre. Dos años antes, el equipo de la Ribera perdió el Apertura 2006 en otra final, en la cancha de Vélez, ante Estudiantes.
La existencia de los torneos cortos desde hace casi dos décadas amplifica las chances de finales apretados y de empates en el primer puesto. Pero tal tensión no es consecuencia directa de la reducida duración de la competencia. En la temporada pasada, la Liga de España, la Lega A italiana, la Premier League inglesa y la Bundesliga alemana, todas a 38 fechas, tuvieron campeón recién en la última. En Brasil, cuyo Brasileirao se juega en año calendario también a dos ruedas de 20 equipos, sucedió lo mismo en diciembre pasado. En la Eredivisie holandesa ocurrió de la misma forma, aunque allí juegan 18 equipos y el torneo tuvo 34 fechas. De las ligas de las federaciones de campeones mundiales, sólo en la Liga 1 francesa el campeón se coronó con una fecha de anticipación.
Quizá no se trate de paridad sino de imprevisibilidad. En la Argentina se juega el doble de torneos, la mitad de largos. Simple regla de tres: debiera haber el doble de campeones. No siempre se cumple. En la última década, el fútbol argentino coronó once campeones (Boca, San Lorenzo, Racing, River, Independiente, Newell’s, Vélez, Estudiantes, Lanús, Banfield y Argentinos) en 20 torneos. Pero Brasil proclamó siete monarcas distintos en los últimos diez torneos: San Pablo, Flamengo, Vasco da Gama, Santos, Cruzeiro, Atlético Paranaense y Corinthians. No son la mitad: son más. Desde ese punto de vista, el fútbol brasileño es más parejo (o competitivo o imprevisible) que el argentino.
En la Bundesliga alemana hubo cinco campeones distintos en los últimos diez años, en el promedio más parecido al del fútbol local, aunque Bayern Munich ganó seis de los últimos diez torneos y los restantes clubes (Borussia Dortmund, Werder Bremen, Stuttgart y Wolfsburgo), uno cada uno.
En el resto de los certámenes más prestigiosos de Europa, para contar los campeones recientes sobran los dedos de una mano. En Inglaterra, tres de los cuatro grandes –Manchester United, Arsenal y Chelsea, ya que el Liverpool no gana el título desde 1990– y otros tantos en España: los dos grandísimos –Barcelona y Real Madrid– y el Valencia.
Dieron la vuelta cuatro escuadras distintas en Italia, pero el Inter ganó el Scudetto en forma consecutiva en los últimos cinco años; en Francia, también con cuatro, el Bordeaux y el Olympique Marseille quebraron en los últimos dos años la racha de siete ligas consecutivas del Lyon. En Holanda también hubo cuatro campeones en la última década, aunque el Feyenoord, uno de los dos clubes más potentes del fútbol naranja, no gana la Eredivisie desde 1999. Al Ajax, su eterno rival, le pasa lo mismo desde 2004.
En Uruguay también festejaron cuatro monarcas, pero allí el sistema de competencia es distinto: se juegan Apertura y Clausura y los ganadores de ambos torneos definen a un único campeón, como sucedió en la Argentina en la temporada 1990/1991, cuando Newell’s batió a Boca en la final.
Otro atributo que se le ensalza al torneo local es la chance acrecentada de cualquier equipo denominado “chico” (por poderío o por falta de títulos en su historial) de pelear la punta palmo a palmo con los grandes. Dos de esos equipos, Banfield y Argentinos, conquistaron la gloria en la última temporada 2009/2010, y lo mismo sucedió con Lanús casi tres años atrás. No puede decirse, en el mismo sentido, que Estudiantes, Vélez o Newell’s sean equipos “chicos”.
Pero en Inglaterra el último equipo de esa característica en lograr la Premier League fue el Blackburn Rover en 1995; en España, fue La Coruña en 2000, y en el Calcio hay que remitirse al Scudetto de la Sampdoria en 1991. En Francia, fue el Lens en 1998, y en Brasil el Atlético Paranaense en 2001. La Bundesliga, más pareja desde el punto de vista del reparto del dinero, permitió que en 2009 se consagrara por primera vez en Wolfsburgo el equipo de la Volkswagen.
Tan parejo como los otros, acaso más sorpresivo gracias a su inveterada desorganización –el desagregado de la fecha para permitir la televisación general le aporta un ficticio condimento cambiante–, el fútbol argentino arranca con candidatos grandes y chicos, un fixture sospechado, improvisación (de la cual la postergación del partido Banfield-Olimpo de hoy para el domingo es la primera prueba) y un sentido de urgencia que siempre deja su impronta. Se puede debatir, pero es tiempo de jugar.
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