Domingo, 23 de octubre de 2011 | Hoy
SOCIEDAD › SE ACLARO LA INSOLITA PERIPECIA DE LA IMAGEN QUE DESAPARECIO DEL ESTADIO DE COLON DE SANTA FE
Desde que la pusieron en el estadio, en 2001, los jugadores dicen que la suerte les fue esquiva. De pronto, la imagen desapareció. La Iglesia protestó, hubo polémica en la hinchada, pintadas y una causa judicial. Ayer, el jugador Ariel Garcé admitió que la bajaron y se rompió “por accidente”.
Por Soledad Vallejos
De la noche a la mañana no estuvo. Una Virgen de Guadalupe de dos metros y medio de altura, blanca, encaramada en lo alto de un estadio de fútbol, ¿podía desaparecer? En Santa Fe, el destino incierto de la imagen religiosa entronizada en el Club Colón había alimentado un mes y medio de versiones, una denuncia penal contra el club de fútbol (por “robo calificado por escalamiento”) y dos allanamientos a la sede, una “misa de desagravio” hacia la estatua consagrada (y forzosamente ausente en el homenaje), otros dos comunicados oficiales. La saga de “la Santísima” que presidía el estadio desde 2001, cuando fue entronizada por el entonces arzobispo Edgardo Storni –quien renunció, acusado de haber abusado sexualmente de seminaristas–, revolucionó una ciudad poco acostumbrada a graffiti soliviantados contra jugadores del equipo. Como el que reclamaba: “(Ariel) Garcé ateo devolvé la virgen”. Ayer se supo que el jugador se hizo cargo: admitió en la justicia haber sacado la imagen y dijo que la estatua se les vino a romper justo cuando la trasladaban... para restaurarla.
La intriga que mantuvo en vilo a la ciudad desde principios de septiembre terminó (¿terminó?) esta semana. En la sorpresiva desaparición de la estatua que presidía la cancha del Club Atlético Colón “no hubo brujo, ni mufa ni ninguna de las cosas que la imaginación popular”, dijeron en un comunicado jugadores e integrantes del cuerpo técnico. Y explicaron que “todo fue a causa de nuestras buenas intenciones”. Por intentar “mejorar la imagen advocatoria de la Virgen Santísima”, la sacaron de su lugar, en lo alto del Estadio Brigadier López; camino al taller del restaurador se rompió. Pero “la Virgen ha triunfado iluminando al artista para que de la reconstrucción surja una imagen aún más hermosa”, dice el comunicado.
Hasta entonces, con el correr de las semanas, el minué de enfrentamientos había recrudecido hasta ganar actores de peso: el presidente del club, Germán Lerche, aliado de Julio Grondona en la AFA, no sólo recibía indirectas del sacerdote de la basílica de la Guadalupe, Olidio Panigo, sino también del arzobispo provincial, José María Arancedo, a quien los rumores sindican como sucesor del cardenal Jorge Bergoglio (cuya renuncia, por cumplir 75 años, sucederá en algunas semanas).
Después del temporal
Ahora que los cruces parecen haber amainado, el arzobispado de Santa Fe declinó realizar declaraciones. Pero un sacerdote especializado en derecho canónico explicó a este diario que el enojo eclesiástico se debe a que la desaparición de una imagen consagrada se considera “un agravio moral y religioso”, aun cuando se trate de propiedad privada de terceros. “En este caso, la Iglesia ejerce un tutelaje moral porque se trata de una imagen religiosa. El problema surge porque se trata de un objeto religioso que se ha roto. Si la hicieron desaparecer, como todo indica, es un agravio a la imagen.”
De todos modos, fuentes del Arzobispado santafesino fueron explícitas cuando este diario las consultó esta semana: “La última palabra pública sobre el tema fue la homilía del domingo” pasado (ver aparte).
Las autoridades religiosas también desmienten toda relación con Ulrich Lehmann, el abogado (y descendiente del formador de Rafaela) que, una vez que las autoridades del club reconocieron la ausencia de la Virgen blanca, radicó una denuncia penal. Al comenzar el trámite, la fiscalía había entendido que la investigación debía hacerse por “daño calificado”; poco después, el juez de instrucción de la 5ª nominación, Darío Sánchez, decidió imputarla como “robo calificado por escalamiento”. Luego, realizó dos allanamientos a la sede del club para secuestrar documentos. Además, ordenó que al club no ingrese ninguna nueva o vieja escultura de la Virgen, hasta tanto no hubiera sido previamente peritada por la Justicia.
El club, que ya había reconocido que la estatua no se encontraba en el estadio, acudió a tribunales. El presidente, Germán Lerche, planteó que haber retirado la imagen de la cancha no es “delito de acción pública que justifique la prosecución de esta investigación”. No hubo crimen: “No hay desapoderamiento, no hay daños cometidos por terceros y no se advierte dolo ninguno”. Lerche, quien a la hora señalada para la entrevista con este diario, se esfumó como la Virgen, pidió también al juez Sánchez que se cerrara la causa. Para qué seguirla, explica el escrito, “cuando la institución propietaria manifiesta expresamente que no ha sido desapoderada ni afectada en sus derechos”.
Pero la causa siguió impertérrita y con nuevas actuaciones hasta esta semana, cuando Lerche recusó a Sánchez por considerar “medidas exorbitantes” los allanamientos en los que “innumerables móviles y efectivos policiales coparon las entradas al club y al estadio”. A fines de esta semana, debería haber una resolución al respecto. Lehmann, el abogado preocupado por la integridad de la estatua, no se negó a hablar con los medios cuando radicó la denuncia; pero desde entonces se llamó a silencio y no atiende sus teléfonos. Poco antes, había advertido que analizaba presentarse a la delegación local del Inadi para pedir que se investigue si existió discriminación religiosa.
La dama desaparece
Patrona de América Latina desde 1945; emperatriz de América desde el 2000 gracias a Juan Pablo II; patrona de Santa Fe; fue vista por última vez el 28 de agosto. Ese día, jugando de local, Colón de Santa Fe perdió por 2 a 0 ante Unión, su rival clásico. El club venía de una seguidilla sin victorias, pero la estatua de la Virgen en oración, con sus dos metros y medio de altura y su blancura intensa, permanecía allí. Había estado, también, según recordaron memoriosos en diálogo con este diario, la noche en que Argentina quedó eliminada de la Copa América, por penales y ante Uruguay.
Luego llegó el rumor. Durante semanas, recordaron periodistas locales y allegados a sectores deportivos y religiosos, una especie aseguraba que la imagen de la Virgen había tenido un destino infausto. Las versiones no decían cómo ni cuándo, pero sí señalaban como prueba el vacío que había dejado en lo alto de las tribunas la desaparición de la estatua donada, hace diez años, por un viejo director técnico del club, Jorge Fossati.
La primera voz autorizada emergió desde dentro del propio club. El entonces dirigente Alberto Lotuf aseguró que había visto todo. “(Ariel) Garcé se trepó con una grúa hasta el lugar donde estaba la Virgen”, declaró, al tiempo que explicaba que eso habría sucedido porque el jugador consideraba que la imagen tenía responsabilidad en los malos resultados futbolísticos del equipo. Tras la denuncia, Lotuf renunció.
Con los días llegaron los detalles. Haciéndose eco de lo que señalaban como rumores, los medios referían escenas infaustas; sólo eventualmente los testimonios estaban acompañados por rostros y nombres. Trascendieron, también, algunas declaraciones judiciales, como aquellas según las cuales vecinos de la localidad de Monte Vera habían visto a un “brujo y vidente” ciego destrozar la imagen.
Alguien aseguró que, antes de los ruidos de golpes, había visto la estatua atada a un sauce en casa del curandero. Reconoció que lo contaba con indignación, porque “ni que fuese un animal la Virgen, la van a tener así atada”.
Ayer, la saga sumó un nuevo capítulo, aunque nadie puede asegurar que sea el último. El jugador Ariel Garcé presentó un escrito en la justicia en el que, en soledad, se hace cargo de todo. Dice que participó en el retiro de la imagen, que todo era con la buena intención de llevarla a restaurar, pero que la desgracia quiso se justo viniera a romperse cuando la llevaban rumbo al taller del escultor. Entonces, sostiene el “Chino” en su presentación judicial, se asustó al verla rota y por eso tiro todo: “Al ver la imagen rota me asusté, no supe qué hacer, pensé que los compañeros se iban a enojar conmigo, empecé a insultar, a llorar, y terminé arrojando los restos de la escultura”. Además, indicó que Lerche y Arancedo sabían todo desde el principio.
Saúl Millar, el autor de la primera Virgen, se ocupó en seguida de hacer un reemplazo. Y admitió que la nueva estatua es diferente a la original. Ahora solo resta saber si la versión logra cambiarle la suerte al plantel sabalero.
[email protected]© 2000-2022 www.pagina12.com.ar | República Argentina | Política de privacidad | Todos los Derechos Reservados
Sitio desarrollado con software libre GNU/Linux.