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El senador había cambiado de domicilio, pero como en el país del que se vayan todos nadie se va, los productores radiales insistían en comunicarse al viejo número para entrevistarlo. Cansado de que lo despertaran a las cinco de la madrugada, un médico de la Capital que desde hacía seis meses tenía la ex línea telefónica del legislador decidió cortar por lo sano. Empezó a responder que sí era Raúl Baglini, el senador radical en cuestión. Y salió al aire en cuatro oportunidades como si fuera tal. En una de ellas, habló maravillas de Carlos Menem y se cansó de elogiar a Luis Barrionuevo. Los productores, entonces sí, borraron prolijamente ese número de la agenda.
Las comunicaciones se sucedieron entre el 10 y el 14 pasados, e incluyeron a una radio mendocina, de donde es oriundo. El enojo del médico se debía a que no solo era bombardeado con llamadas a tempranas horas de la mañana, sino que de nada le servían las aclaraciones: los mismos productores advertidos del error lo volvían a llamar una y otra vez.
Hasta que armó su estrategia. Y terminó entrevistado por Carolina Perín, Enrique Szewach, Oscar Gómez Castañón y Rolando Hanglin. En la nota de este último, se deshizo en elogios a Menem y defendió a su (supuesto) par Luis Barrionuevo, cuando el verdadero Baglini formaba parte de la comisión que lo acusó por los sucesos catamarqueños. Hasta alentó los conflictos que provocaron la suspensión de las elecciones en esa provincia.
Al fin de la nota, y ante un azorado Hanglin, el Baglini trucho se despidió con un “chau Ricardo”. “No soy Ricardo”, le dijo Rolando. “Y yo no soy Baglini. Dejo de ser Baglini, el trucho, para ser un ciudadano que no sabe cómo defenderse de esta invasión informática, mediática, tecnológica”, contestó el médico.
En el caso del programa de Gómez Castañón, el productor terminó despedido de la radio.