SOCIEDAD › EN EL PRIMER TRIMESTRE DEL AÑO VOLVIERON 3000 ARGENTINOS DE MIAMI
El largo camino de regreso a casa
Página/12 dio cuenta del fenómeno el mes pasado. En Miami, hay cien mil argentinos. Es difícil conseguir trabajo y documentos.
Por P. L.
Más de 3000 argentinos que residían en Miami volvieron al país durante los tres primeros meses de este año, en lo que se presenta como el derrumbe definitivo del sueño que había llevado a más de cien mil compatriotas a establecerse –precariamente– en el sur del estado de Florida. La causa mediata de esta caída es otro derrumbe, concreto: el de las Torres Gemelas en septiembre de 2001. Una de sus consecuencias fue el endurecimiento del control de los inmigrantes ilegales en general, otra fue la supresión del régimen especial que permitía a los argentinos entrar sin visa. Así, los inmigrantes que aspiraban a llevar a sus familias vieron cortado el reencuentro. Los trabajos que consiguen duran sólo unas pocas semanas y viven bajo el temor a la deportación. “El 95 por ciento de mi congregación planea volver a la Argentina”, cuenta un pastor argentino en Miami. Otro camino que intentan seguir es buscar mejores condiciones en otros estados de la Unión, pero tropiezan con los controles de Migraciones: hace una semana, otros seis argentinos fueron detenidos en Texas y serán deportados.
“Nosotros calculamos que son más de tres mil los argentinos que volvieron para vivir en el país durante el primer trimestre de este año”, afirmó el cónsul general argentino en Miami, Luis Richieri. El consulado llegó a esa estimación a partir del cómputo de los “certificados de residencia” que quienes regresan luego de residir en el exterior deben presentar en la aduana para poder ingresar al país muebles y otras pertenencias. “En estos tres meses otorgamos tres veces más certificados que el año pasado”, señaló el cónsul. Ya a principios de marzo, Página/12 había revelado esta tendencia, reflejada en el crecimiento de las ventas de pasajes sólo de ida desde Miami a Ezeiza.
El cónsul estimó que “en todo el estado de Florida hay unos cien mil argentinos, muchos de los cuales están mal documentados, lo cual es una de nuestras mayores preocupaciones porque siempre están expuestos a ser detenidos y deportados”.
El pastor evangélico Gabriel Kost organiza la distribución de alimentos para unos 500 inmigrantes necesitados, la mitad de los cuales son argentinos. En su relato se proyecta el clima que viven los emigrados en Miami: “El 95 por ciento de los argentinos que tengo en mi iglesia planifican volver este año”. Por ejemplo, “tengo unas ocho familias con chicos que prefieren esperar hasta fin de mayo, cuando acá terminan las clases, para volver a la Argentina. Otros proyectan seguir hasta fin de año. A pesar de que recibimos noticias de gente que se arrepiente de haber vuelto, porque allá no encuentra trabajo, igual prefieren volver”.
Otros mantienen la apuesta de la emigración, pero en otros sitios. “Tratan de conseguir documentación para ingresar a España o a Italia. Veinte o treinta familias lograron ir a Canadá, pero después esa posibilidad se cerró totalmente –el pastor narra la disgregación de su rebaño–. Otros van hacia el norte dentro de Estados Unidos, a Atlanta, Georgia, Carolina del Norte. Pero al cruzar a otros estados tienen que enfrentarse a más controles de Migraciones.”
Es lo que le sucedió el viernes de la semana pasada a un grupo de seis argentinos al ingresar al estado de Texas, donde les habían ofrecido empleo. Fueron detenidos, y sus familias, que habían quedado en Miami, “ahora están desesperadas. No les queda más que volver a la Argentina y esperar que el hombre también vuelva, deportado”, cuenta el pastor.
El sociólogo Max Castro, investigador de la Universidad de Miami, señaló a este diario que ese reflujo “no es un fenómeno generalizable a inmigrantes de otros países latinoamericanos”. Admitió sin embargo que “en Estados Unidos, y particularmente en Florida, hay un notable enfriamiento de la economía: especialmente el sector turístico está afectado por el temor al terrorismo, sobre todo a partir de la guerra en Irak; también estamos más golpeados por la contracción en las aerolíneas: AmericanAirlines, con gran presencia en esta ciudad, está al borde de la bancarrota”.
Uno de los trabajos accesibles a los argentinos ilegales era la limpieza en aeropuertos. Pero, comenta Kost, “desde hace tres meses el emigrado ni siquiera puede entrar al aeropuerto de Miami a despedir a un familiar, porque hay tantos controles que probablemente termine deportado”.
Vicente Treves, uno de los argentinos que todavía se las arreglan para vivir en Miami, explica que “trabajo hay: sobre todo en la construcción o incluso en valet-parking, estacionando autos; pero los que no tenemos legalizada nuestra situación duramos tres o cuatro semanas en cada trabajo, el tiempo que podemos demorar la presentación de los papeles que no tenemos”. El, por su parte, tiene un oficio que le permitió acomodarse a la situación: “Hago refacciones completas de casas y departamentos: en este oficio, si uno sabe buscar las personas adecuadas, no hacen falta papeles”. Treves no piensa volver a la Argentina.
Sí quiere volver, y en algún sentido nunca se fue, José Irribarra: “Vivo en Santa Rosa, La Pampa”, dice, como si no estuviera en Miami desde hace tres años. Viajó “cuando todavía había visa por tres meses, y desde entonces no puedo ver a mis hijos; el mayor tiene 19, 17 la del medio y 10 la más chiquita”. Todo este tiempo envió dinero desde allá para que ellos sobrevivieran pero ahora quiere volverse “porque vivir sin la familia no es vida”.