Jueves, 29 de agosto de 2013 | Hoy
SOCIEDAD › LO TRASLADARON DEL CHACO A EZEIZA Y SE TERMINó AHORCANDO POR DESESPERACIóN
Había denunciado torturas y lo habían violado guardias de la U7 del Chaco. Lo trasladaron a Ezeiza y se ahorcó.
Por Horacio Cecchi
Un detenido que había sido trasladado de la cárcel federal U7 del Chaco a la de Ezeiza a fines de junio, para ser protegido porque junto a su hermano había denunciado torturas y había sido violado, apareció la noche del martes ahorcado en la unidad penal 1 de Ezeiza. Todas las evidencias indican que su muerte fue producto de la ausencia total de protección a un preso supuestamente protegido. Separado de su hermano mayor y rechazada la orden del juez de Ejecución de que fuera alojado en la Unidad psiquiátrica 20, porque según el SPF no había “criterio para que fuera internado”, Matías Cejas terminó castigado en celdas de aislamiento donde anunció que se iba a matar. “No amenaces y hacé lo que tengas que hacer”, le espetó, padrazo, el jefe del sector, de apellido Sosa. Y Cejas hizo. Ayer, a la madrugada, después de que se fueron los peritos, a los que el resto de los aislados reclamó porque llevaban una temporada encerrados, la requisa recordó a palazos que para reclamar hay que seguir los protocolos.
El 12 de junio pasado, la Procuración contra la Violencia Institucional recibió un llamado de la investigadora Alcira Daroqui, informando sobre dos hermanos presos en la Unidad 7 de Resistencia, Chaco, que denunciaban haber sido torturados. Demostrando que el sistema sirve para actuar de urgencia porque permite establecer una red con terminales inmediatas en cada jurisdicción, la Procuvin se comunicó con el fiscal general chaqueño, Carlos Amad, quien envió a su secretario de DD.HH., Diego Vigay, a tomar declaración a los denunciantes, los hermanos Cejas. Los dos estaban muy asustados y muy golpeados. Habían recibido golpes de puño, patadas y bastonazos, y en el caso de Matías había sido violado con una zanahoria. Los abusos fueron comprobados por un médico de la Procuración Penitenciaria Nacional en ese mismo momento. Ambos pidieron el traslado al Complejo Penitenciario de Ezeiza para distanciarse por protección y por acercamiento familiar.
Los dos estaban a disposición del juez de Ejecución Axel López, a quien la Procuvin informó sobre el estado de situación y la necesidad de urgente traslado. Al día siguiente los dos ya habían sido trasladados, el mayor al penal de Formosa y Matías a la unidad chaqueña de Roque Sáenz Peña, una manera penitenciaria de cumplir el pedido de no separarlos.
Después de varios pedidos al SPF y anoticiando al juez de Ejecución, a la Defensoría y la Procuración Penitenciaria, finalmente el sábado 22 de junio los trasladan primero a Marcos Paz y luego al CPF 1 de Ezeiza. Allí estuvieron alojados juntos durante aproximadamente 15 días en el sector de Ingresos. Después, pese a los pedidos de Matías por mantenerlo junto a su hermano, lo trasladaron al Módulo III, mientras que a Fabián lo mandaron al IV.
Al llegar al Módulo III lo encerraron en la llamada “leonera”, una jaula sucia, maloliente, de 3 por 3, que carece de baños y donde los presos orinan en botellas de plástico y defecan en bolsas de nylon. Durante 15 días, Matías fue protegido por el SPF de esa manera particular.
Después fue trasladado al pabellón J del mismo módulo. A los reclamos de reunirlo con su hermano, el SPF respondió que “no se los puede juntar porque se arma lío en el pabellón”. Con el mismo criterio, cuando el juez Axel López ordenó que fuera internado en la Unidad Psiquiátrica 20, en Ezeiza, para favorecer su tratamiento, ya que se encontraba deprimido y muy descompensado, desde el CPF 1 le respondieron que no había “criterio para su internación psiquiátrica”.
Como sea, los cuidados dispensados a un interno trasladado desde un extremo del país para su protección consistieron en mantenerlo en el pabellón J, alejado de su hermano, hasta que sus reclamos derivaron el lunes pasado en el tratamiento de conductas: su encierro en las celdas de castigo. Aislado en celdas individuales junto a otros 5 internos, Matías pasó sus horas reclamando y amenazando con que se suicidaría, según relató a este diario Roberto Cipriano García, de la Procuvin.
“No amenaces, cortate o hacé lo que quieras pero no rompas más las bolas”, le dijo un jefe de apellido Sosa. Cejas no estaba dispuesto a colgarse, “me voy a poner la corbata así me dan bola y me llevan con mi hermano, voy a amagar para que me den bola”, les llegó a decir a los otros castigados. El martes, alrededor de las 19.30, apenas pasado el recuento, y minutos después de haber hablado con sus compañeros, Cejas se colgó. El resto se dio cuenta porque el guardia vio la celda y en lugar de entrar y descolgarlo salió corriendo a pedir ayuda. Volvieron a los 15 minutos. Si hubiera cortado la tela enseguida, Cejas estaría vivo.
Esa noche llegaron los peritos a tomar pruebas. Durante el rato que estuvieron, los cinco castigados reclamaron ser escuchados porque algunos llevaban incluso un mes de encierro prolongado. Cuando los peritos se retiraron, alrededor de la 1.30 de ayer, entraron los de la requisa a escucharlos a su manera. Los apalearon. Pese a todo, uno de ellos ayer por la tarde se cortajeó una muñeca y un brazo. Le dieron diez puntos en cada corte. Para que lo requisen hay tiempo.
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