Jueves, 5 de septiembre de 2013 | Hoy
SOCIEDAD › PROPONEN BAUTIZAR UN ESTABLECIMIENTO ESCOLAR CON EL NOMBRE DEL HISTORIETISTA
Ayer, en el Día de la Historieta, el CENS Nº 44, de Constitución, dio el primer paso para que el establecimiento lleve el nombre del autor de El Eternauta. Estuvieron los nietos del guionista y el escritor Juan Sasturain.
Ayer, los docentes y alumnos del Centro Educativo de Nivel Secundario (CENS) Nº 44 aprovecharon el Día de la Historieta para celebrarlo de una manera particular: comenzando el proceso para rebautizar el establecimiento en honor de Héctor Germán Oesterheld, guionista de El Eternauta. “Tener un nombre es una necesidad. Si no, no hay rasgos de identidad, no hay pertenencia”, explicaba a Página/12 Gustavo Lesbegueris, docente del lugar y uno de los ideólogos del proyecto que ayer llevó al lugar a dos nietos del autor, Martín y Fernando, al escritor Juan Sasturain y a la legisladora porteña Delia Bisutti. En su compañía, docentes y alumnos ayer recordaron la figura del guionista en sus rasgos artísticos, pero también humanos y de vida profundamente ligada a la cultura. El evento fue el primer paso para lograr que, tras un proceso formal, la Legislatura porteña sancione una ley por la cual se imponga el nombre de Oesterheld al CENS.
Promediaban las siete y media de la tarde cuando las luces se apagaron. En la sala inmensa, repleta de adultos y jóvenes, todos alumnos del CENS Nº 44, no voló una mosca ni se escuchó un susurro. Nadie se movió de su lugar. Empezaba el documental sobre Héctor Germán Oesterheld y El Eternauta, y en pocos minutos más, sobre la pantalla, el escritor Juan Sasturain iba a entrevistar a Francisco Solano López. En la penumbra de la sala, el Sasturain de la vida real volvía a escuchar su propia entrevista y se enternecía. A su lado, docentes del lugar y nietos del guionista seguían atentos el episodio originalmente producido por el Canal Encuentro.
La idea de bautizar el establecimiento, ubicado en Entre Ríos al 1300, con el nombre del guionista empezó a dar vueltas por el CENS a principios de año, durante jornadas docentes de Espacio para la Memoria Institucional. Los profesores trasladaron la inquietud a alumnas y alumnos. Por ejemplo, Leonel, docente de Lengua, propuso algo muy concreto a su curso de 2º año: dividirse en dos grandes grupos y buscar argumentos, a favor y en contra, del homenaje a Oesterheld. “Los que estaban en contra referían su militancia política, veían con muy malos ojos eso. Los que estaban a favor destacaban El Eternauta, las obras, el compromiso ético-político, sus valores”, contó el docente. Para asumir esas posiciones, previamente los integrantes de cada grupo habían acopiado información sobre el autor, buscado obra, artículos periodísticos sobre Oesterheld y su biografía. Lesbegueris explica que “queríamos que pensaran también en sus valores, en la idea del héroe colectivo, el valor de la amistad, la resistencia, cosas que plantea en El Eternauta, aunque no sea esa su única obra”.
En el curso de Leonel, el debate no tardó: quienes se oponían, se basaban en la militancia política de Oesterheld, “su participación en Montoneros, eso decían”. Quienes estaban a favor, rescataban obra y vida. El docente recuerda que “fue un debate acalorado”. Los opositores recorrieron el colegio buscando interlocutores a quienes pedir pareceres: ¿qué pensaban de la militancia del autor? ¿Cómo podían evaluarla? Otros docentes les dieron nuevas perspectivas. Al cabo de la recorrida, retornaron con una nueva idea: habían revalorizado la militancia como algo positivo. “En el debate, aprendieron también eso: que podían cambiar de opinión”, rescató el docente.
Entonces, ayer a la tarde, allí estaban todos: en silencio primero disfrutando el documental, luego escuchando a nietos, a Sasturain, a Bisutti, autora de la ley que instituyó el Día de la Historieta. Fernando Oesterheld recordó cómo fue (re)construyendo a su abuelo a partir de relatos de familiares y la obra que dejó. Martín, el otro nieto, contó que para él el nexo cotidiano fue la biblioteca que había dejado su abuelo: era la cuarta parte de la original y había joyas, libros anotados, una historia personal única. Sasturain les cedía la palabra y ayudaba con preguntas. “El (por Sasturain) siempre estuvo cerca de nuestra familia. Es como un tío”, dijo Martín, y todos rieron.
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