SOCIEDAD › KIRCHNER INSPECCIONO SIN PREVIO AVISO UNA DEPENDENCIA OFICIAL
Día de sorpresas en el geriátrico
El Presidente fue a un hogar de San Martín. Se espantó de su estado y prometió mejoras. Y anunció que habrá más visitas sorpresivas.
Durante una hora, el estilo K desconcertó a los periodistas en la Casa Rosada. El Gobierno había comunicado que el presidente Néstor Kirchner haría una visita sorpresa pero no informó el lugar, la hora ni el destino elegido; ni siquiera los choferes de las camionetas oficiales sabían adónde debían ir. Aburrido, un movilero de televisión hasta especuló que se trataría de un virtual allanamiento a un desarmadero. Al final, los periodistas fueron partícipes de una inesperada inspección que el Presidente realizó ayer a un deteriorado geriátrico estatal de San Martín, en el conurbano bonaerense. Kirchner se mostró consternado por el deterioro del lugar: “Esta es la Argentina que está oculta y que algunos defensores de la ortodoxia económica no la ven”, afirmó. El Presidente escuchó los reclamos de los ancianos, prometió mejoras y aseguró que las visitas sorpresa serán otra constante de su estilo de gobierno.
“Argentina, Argentina”, se desgañitaba entre lágrimas un hombre mayor que tenía su pierna derecha amputada cuando vio a Kirchner entrar a las 11 al Hogar San José, en el barrio Villa Zagala, de San Martín. En el hogar, que depende del Consejo de Niñez, Adolescencia y Familia del Ministerio de Desarrollo Social, viven 88 ancianos –muchos de ellos discapacitados y con problemas visuales– en condiciones marginales. “Hay que sentir vergüenza de esto”, dijo el Presidente en referencia a la “falta de baños, los problemas en la calefacción, el estado de la cocina y de los dormitorios”, y agregó: “Con lo poco que tenemos vamos a hacer todos nuestros esfuerzos para empezar de a poquito a arreglarlo y asumir nuestra responsabilidad, porque el pueblo argentino no puede vivir a sus espaldas con viejos y viejas que han trabajado toda su vida”.
A su lado, Raúl José Desarturriesta, de 68 años, se quejaba de las comidas: “Siempre comemos verduras y carne picada, que nos alimenta pero es muy fea”. Cada anciano recibe 20 pesos en el hogar: “Se vive más o menos”, dice Raúl y, mientras fija su mirada hacia un pasillo largo y oscuro, sostiene que “son muchos más los que se van que los que se quedan”. Líbero Dosvillas fue mecánico de ascensores y taxista; tiene 84 años y es ciego desde los 71: “Ni soñaba que iba a venir el Presidente”, cuenta y, en voz baja como si quisiera revelar un secreto, explica que el problema del país fue “que unos pocos se llevaron todo y las privatizaciones se hicieron mal”. Según Líbero “hay que estatizar todo, así la plata queda acá”. Roberto Lacava, de 72 años, señala que está “por unos días” en el hogar porque su casa está “en Recoleta y Barrio Norte”. “A mi abogado Zaffaroni lo nombraron para que ocupe un cargo en la Corte Suprema”, cuenta entusiasmado. A Roberto le gustó la visita de Kirchner: “Fue muy amable y le dije que cualquier cosa estaba a sus órdenes porque soy ingeniero industrial y conozco todos los problemas de esta casa”.
Junto al Presidente estuvo su hermana y ministra de Desarrollo Social, Alicia Kirchner, quien sostuvo que en 20 días comenzarán con las obras de reparación del geriátrico. “No quiero tapar nada, las cosas son así y las vamos a cambiar”, afirmó la ministra y sostuvo que hay que “dejar de tener un Estado ausente” y pasar a “un Estado presente que debe estar junto a los sectores más vulnerables, en este caso, los niños y los ancianos”. Luego agregó que “la obligación del Estado es darle una solución a esto y para ello habrá fondos porque está la voluntad y la decisión política del Presidente de que esta situación cambie”.
En el mismo predio del Hogar San José se encuentran el Jardín Maternal Chispitas, el Hogar Santa Ana (donde viven mujeres mayores) y el Centro de Promoción Familiar Villa Zagala. En el Centro trabaja María Zulema Cortés, de 17 años: “Vengo a recreación desde los ocho años; acá vienen las madres con sus hijos y hay una huerta, talleres de costura, de mimbre y hasta una orquesta”. María vive en la casa de sus padres, en San Martín, estudia el primer año del polimodal y está embarazada de ocho meses: su novio Hernán, que vive al lado de su casa, la abandonó cuando se enteró del embarazo. “Voy a ser mamá y voy a llamar a mi hijo Nicolás Ezequiel. No me asustacriarlo sola; cuando nazca lo voy a traer al Centro porque acá todos están acompañados por la risa y por el llanto”, explica.
La visita sorpresa del Presidente provocó que en pocos minutos muchos vecinos y médicos del Hospital Belgrano, de San Martín, se embarraran los zapatos para saludarlo. Kirchner les estrechaba las manos y recibía notas con distintos pedidos. Haydee Bazant, de 72 años, lloraba luego de acercarse al Presidente: “Le entregué un papelito donde le pedía un empleo para mi hija, que se quedó sin trabajo cuando cerró el Hospital Ferroviario de Retiro”. Un joven de poco más de 20 años y con un tatuaje de la Virgen María en una de sus muñecas le agarraba la mano a Kirchner. “Vamos loco, vamos loco”, lo alentaba.
La recorrida sorpresa se extendió durante una hora y media y Kirchner dijo que continuará con este tipo de visitas en el futuro: “La Argentina está a diez kilómetros bajo tierra; hay que salir, hay que asumir los problemas. Yo voy a ir a todos los lados, quiero ver la Argentina real, estar con la Argentina real”, dijo.
Un anciano miraba todo desde una ventana con una cortina descolorida: los chicos corriendo el auto presidencial, los periodistas subiendo a las camionetas, los vecinos volviendo a sus casas y los médicos regresando al hospital. Después, vendría el almuerzo en el hogar y de nuevo las verduras con carne picada.
Producción: Gabriel Entin.