SOCIEDAD › LAS SOSPECHAS SOBRE JOSE
HERNANDEZ EN LOS CASOS PERALTA Y ECHARRI
“Su actuación deja muchas dudas”
Un camarista definió con esa frase la actuación del subcomisario de la Brigada Antisecuestros ahora prófugo acusado por un secuestro. Y denunció que la SIDE le pasaba información del caso Peralta a Hernández pese a que estaba preso. La llamativa coincidencia de las muertes de Diego Peralta y de un secuestrador de Echarri.
Por Carlos Rodríguez
“Nosotros recibimos al mismo tiempo las causas por los secuestros de Diego Peralta y Antonio Echarri, y la actuación del subcomisario (José) Hernández. En los dos casos, nos llamó la atención porque dejaba muchas dudas.” El camarista platense Alberto Durán, en diálogo con Página/12, recordó que, en el caso Peralta, el subcomisario que hoy está prófugo por otro secuestro “estaba detenido y a pesar de eso fue quien recibió una llamada de la Secretaría de Inteligencia de Estado (Side) cuando el papá de Diego salió de su domicilio para ir a pagar el rescate. ¿Cómo van a llamar a alguien que está preso para que siga al padre de la víctima?”. Durán, que firmó un durísimo fallo recriminando la actuación de Hernández en otro caso de secuestro extorsivo, precisó que el policía recibió el llamado de la Side en su celda, donde le permitían tener su celular, algo inusual tratándose de un detenido. Sobre el caso Echarri, el camarista consideró que “es inexplicable que a Hernández se le haya escapado Ezequiel Dicugno”, uno de los secuestradores que luego apareció asesinado en un arroyo de Sarandí. Un cuadro muy parecido al final que tuvo el joven Diego Peralta, cuyo cuerpo fue hallado en una tosquera de Ezpeleta.
“Por eso nosotros consideramos que la actuación de Hernández en el caso Echarri fue insólita y muy sospechosa, porque no se corresponde con lo que debe hacer un oficial”, afirmó Durán, aludiendo al fallo de la Cámara de Apelaciones de La Plata que cuestionó lo actuado por la policía. Sobre este secuestro, Durán consideró “poco normal” lo que hizo el policía federal José Luis Dicugno, padre de Ezequiel. El agente fue quien alertó a Hernández, entonces jefe de la Brigada de Investigaciones Complejas de Lomas de Zamora, sobre la presencia de Antonio Echarri, secuestrado en octubre de 2002, en una casa en la que vivía Ezequiel Dicugno, hijo del policía. El camarista Durán habló con este diario sobre el pedido de captura de Hernández y otros tres policías imputados por el secuestro de una persona a la que exigieron 48 mil pesos y la entrega de un automóvil.
Respecto de la actitud de Dicugno padre, el camarista opinó que “no tuvo la actitud que uno espera de un padre: sabía por una vecina que su hijo tenía a Antonio Echarri secuestrado en la casa de enfrente a la que él vivía y siendo un policía federal, en lugar de cruzar la calle y encarar directamente a su hijo, optó por caminar veinte cuadras para avisarle al comisario Hernández”. En la sede de Delitos Complejos, donde estaba Hernández, “logró convencer a una comisión policial para que lo acompañara hasta el domicilio donde había una persona buscada por todo el mundo, pero los policías bonaerenses que fueron con él, en lugar de entrar en la casa, se quedaron parados en la esquina, lo que permitió que Ezequiel Dicugno se escapara por los fondos”.
Durán hizo una comparación aludiendo a cualquier viejo film del Oeste: “Si hay cuatro soldados, se para cada uno en cada esquina de la choza y el indio no se escapa, salvo que salga en un plato volador, pero eso sería de otra película”. Durán comentó que, tal como figura en la causa, el propio Antonio Echarri “escuchó la discusión que hubo entre el padre y el hijo. El padre le preguntó qué estaba haciendo y el chico le comentó que estaba muy asustado porque lo habían dejado solo”. Mientras tanto, Hernández y otros cinco policías “estaban todos reunidos en la misma esquina, sin tomar ninguna medida para evitar que escapara Ezequiel Dicugno”.
El camarista insistió en que “también es extraña la actitud que tuvo el padre de Dicugno, siendo un policía, y lo que yo creo es que el chico fue asesinado después porque lo dejaron escapar; si lo hubieran impedido estaría vivo y tal vez el caso se hubiera esclarecido”. Durán se negó a responder sobre la posibilidad de que Hernández, o el propio Dicugno padre hayan formado parte de la banda de secuestradores, pero recalcó una vez más que “la actuación que tuvieron fue desgraciada, ineficaz y con una falta total de coherencia sobre lo que debe hacerse en un operativo. Si yo soy el jefe de Hernández no lo mando nunca más a un procedimiento”. Después se refirió al caso Peralta, quien fue secuestrado el 5 de julio de 2002 en El Jagüel. El subcomisario Hernández estuvo al comienzo de la investigación, pero luego cayó preso acusado por intervenir en un caso de supuesta extorsión a un comerciante de Monte Chingolo. Cuando Luis Peralta, el papá de Diego, fue a pagar el rescate en un puente cercano a la localidad de Claypole, curiosamente, la Side, que tenía intervenido el teléfono de la familia, le avisó la novedad a Hernández, sin tener en cuenta que estaba en la cárcel. “Lo llamaron por el celular a la celda en la que estaba y Hernández atendió el llamado, como él mismo admitió en la causa.” Sin embargo, cuando en esos casos “lo habitual es que el familiar sea seguido a distancia por la policía, ninguno de los agentes que custodiaban la casa siguió al auto (de Luis Peralta) y el subcomisario Hernández no le avisó a nadie sobre una novedad tan importante”.
El secuestro de Diego Peralta, por decisión de su familia, todavía no se había hecho público el día en que se pagó el rescate, de manera que no hubo información en la prensa y tampoco ninguna reacción de parte de los vecinos de El Jagüel, que en cambio resolvieron prenderle fuego a la subcomisaría local el día en que apareció el cuerpo del chico. “Yo también me pregunto qué fue lo que pasó con la Side. ¿Cómo puede ser que el organismo de inteligencia más importante le haya avisado a un policía que está preso y no le haya dado cuenta de la novedad a los que estaban en ese momento al frente de la investigación. ¡Si esos son los jefes de inteligencia que tenemos, estamos mal!”, evaluó el camarista.
Durán recordó que la Cámara de Apelaciones recibió las dos causas en enero de este año y comprobó que “las dos tienen graves problemas”. Dada las anormalidades detectadas, “se le envió una copia del fallo al jefe de la Policía Bonaerense para que se realice una investigación a fondo, pero nunca tuvimos más novedades sobre el tema”. En ese momento el jefe de la Bonaerense era el comisario Alberto Sobrado, obligado a renunciar por estar sospechado de enriquecimiento ilícito, y el jefe del Grupo Antisecuestros ya era el comisario Angel Casafús.
Durán consideró que “todo lo que ocurrió en el caso Peralta también da para pensar mal” porque al padre del chico “no lo siguió nadie cuando fue a pagar el secuestro: ¿dónde estaban los custodios de la familia?, ¿dónde estaban los grupos operativos?”. El magistrado aclaró que sus críticas “no le apuntan a toda la policía, porque no puedo pensar que 46 mil hombres puedan ser corruptos. Yo solo hablo de lo que hizo Hernández”. En el caso Peralta siempre estuvo bajo sospecha la posible intervención de la policía y hasta llegó a ser imputado el sargento Julio Giménez, del servicio de calle de la subcomisaría de El Jagüel, quien fue liberado luego por falta de mérito, aunque se le adjudicó el supuesto robo de un ciclomotor.
Ayer, tal como anticipó este diario, los familiares de Diego Peralta expresaron otra vez sus dudas por la resolución del caso sin intervención policial en los hechos. A las quejas de Emilse Peralta, mamá de Diego, se sumaron las de Alberto Zabala, amigo íntimo del ingeniero Luis Alberto Macchi, quien también fue secuestrado y asesinado. Los dos casos fueron investigados por Hernández y tienen un sinfín de puntos oscuros que hasta ahora la Justicia no ha podido develar.