Al declarar en el juicio oral por la masacre de José León Suárez, donde dos jóvenes fueron asesinados y un tercero fue herido de gravedad durante un operativo policial, el comisario Jorge Antonio Cortez, jefe de la Buenos Aires 2, admitió que un colega suyo, Ignacio Gastón Azario, le había comentado en el escenario de los hechos que uno de los dos imputados, el su-

boficial Ezequiel Vega, había efectuado al menos “dos disparos” con balas de plomo. Al mismo tiempo, dos policías que participaron del operativo que se realizó en la noche del 3 de febrero de 2011 coincidieron en señalar ante los jueces que ellos escucharon varias detonaciones “con armas de guerra”, es decir con munición de plomo y no de goma, durante los episodios que terminaron con la muerte de Franco Almirón, de 16 años, y de Mauricio Ramos, de 19, y con un herido grave, Joaquín Romero, de 18.

Los cinco policías que declararon ayer, el nombrado Cortez, Verónica Aguilera, Roberto González, Adrián Alejandro Cabral y Cristian Esteban Sosa, en todo momento señalaron que los disparos de los uniformados, de goma o de plomo, se dieron en el marco de un supuesto enfrentamiento con personas que los estaban atacando con sus mismos recursos. Es la misma versión que dijeron, horas después del hecho, las autoridades policiales de José León Suárez y el ex ministro de Seguridad bonaerense Ricardo Casal. Esos informes oficiales fueron desacreditados por la investigación judicial con la que se llegó al juicio oral en el que están imputados los policías Vega y Gustavo Sebastián Rey. Está confirmado que ambos manipularon munición de guerra, aunque subsiste la sospecha de que otros integrantes del operativo también dispararon con balas de plomo.

El policía Ignacio Gastón Nazario, que en principio estaba citado para declarar ayer como testigo, no fue convocado por decisión del Tribunal Oral 1 de San Martín. Esto se debe a que Nazario figura todavía como sospechoso de haber tenido alguna intervención en los hechos que se están analizando en el juicio oral. El comisario Cortez dijo que llegó al lugar de los hechos cuando habían finalizado y que en esas circunstancias conversó con Nazario, quien le comentó que Vega había disparado “dos veces” con munición de plomo. Lo que se sospecha es que hubo muchos más disparos con munición de guerra.

De hecho, es el policía Gustavo Sebastián Rey el que está imputado por las dos muertes, mientras que Vega lo está por las heridas graves que sufrió Joaquín Romero. A Rey lo señalaron como el tripulante de una de las dos motos que se movilizaron esa noche, como parte del operativo policial. Los testigos afirman que lo vieron ingresar por la calle paralela a las vías donde había descarrilado un tren de carga de la empresa Nuevo Central Argentino. Según la versión oficial, la formación había descarrilado en el lugar por una maniobra de sabotaje con fines de robo.

Rey disparó con su escopeta, desde la moto, según dijeron los testigos, contra un grupo de jóvenes que se habían escondido detrás de una pila de chatarra, para cubrirse de la agresión. Luego Rey se retiró hacia el lado de las vías, desde donde volvió a apretar el gatillo. Según el imputado, lo hizo desde atrás del tren descarrillado, para evitar los supuestos disparos hechos hacia la policía. Los testigos, en cambio, dijeron en forma coincidente que el segundo ataque de Rey se produjo adelante de la formación, muy cerca de donde cayeron muertos dos de los chicos. Rey estaba acompañado por el policía Julio César Carrión, quien debe testimoniar mañana.

Hoy tienen que concurrir los tres jefes policiales que condujeron el operativo: Víctor Uhalde, Carlos Silva y Amílcar Pino.