Jueves, 7 de agosto de 2014 | Hoy
SOCIEDAD › EMOCIóN Y RECLAMOS EN EL PRIMER ANIVERSARIO DEL DERRUMBE DEL EDIFICIO
Hubo lágrimas contenidas y llantos desconsolados. Hubo actos de homenaje a las 22 víctimas que murieron el 6 de agosto de 2013, cuando estallaron dos torres por un escape de gas. Y hubo un escrache a la empresa distribuidora del servicio. También, pedidos de justicia.
Por Lorena Panzerini
Desde Rosario
Entre lágrimas silenciosas y llantos desconsolados, los actos del primer aniversario de la explosión en Rosario, que dejó 22 víctimas, avivaron el dolor de familiares, amigos, bomberos y vecinos presentes. Cecilia Petrocelli interpretó “Honrar la vida” con la voz quebrada. “Ayudame, vecino”, le pidió al público, en la última estrofa, e hizo flaquear a los que habían logrado contener la angustia. Las fotos de los que ya no están y ramos de flores, que dejó la gente, pusieron color al escenario cargado de tristeza, del otro lado del paredón que se levantó donde estaba el complejo de tres torres. Temprano, varios allegados a los fallecidos escracharon a la empresa Litoral Gas, que tiene a una gerenta, un jefe de área y tres inspectores procesados por estrago culposo agravado, provocado por una fuga. Más tarde, desde Salta y Oroño, el vicegobernador Jorge Henn criticó a la firma distribuidora. Por su parte, la intendenta Mónica Fein participó en silencio del acto. Compungida, se limitó a decir que fue sólo para acompañar a los deudos. Alicia Vidal, madre de Maxi Fornarese, leyó una carta de los familiares. “Ellos no podían imaginar que su destino dependía de irresponsables. No hay escuela que enseñe a seguir viviendo con este dolor”, expresó.
Tras la vigilia de anteanoche, con carpas en Tribunales, a las 8.10 de ayer un grupo de familiares llegó a las oficinas de Litoral Gas, en Mitre y San Lorenzo, con carteles con los nombres de cada uno de los imputados: la gerenta Viviana Leegstra; el jefe técnico, Claudio Tonucci; tres inspectores, el gasista Carlos García, que aquella mañana trabajaba en el cambio de regulador, y su ayudante. El tránsito permaneció cortado con una bandera que pedía justicia. Luego de hablar con la prensa y reclamar que la empresa se hiciera responsable por lo sucedido, Claudia Vaio y Fabiana, cuñada de Hugo Montefusco, una de las víctimas, ingresaron a las oficinas de atención al público, hasta donde las siguió el resto de los manifestantes. “Salgan”, gritó Claudia en la sala vacía. “Se nos ríen en la cara. No vamos a ser violentos, porque nunca lo fuimos. Los empleados nos abrazan y nos besan. Ellos son ratas y cobardes; no salen. Espero que la gente tome conciencia, porque esto no lo hacemos solamente por nosotros”, agregó. En tanto, Fabiana pidió “que paguen los culpables. Porque adonde vayan, los vamos a ir a buscar”.
Desde allí, los manifestantes marcharon las 16 cuadras que los separaban de Salta al 2100. La esquina que hace un año estaba repleta de gente que trabajó en el rescate y la ayuda a los damnificados, ayer estaba silenciosa, pero llena de personas que quisieron acompañar el dolor de los familiares: bomberos, rescatistas con sus perros, voluntarios de aquellos días y propietarios de locales cercanos mostraron su solidaridad, como un año atrás.
A las 9.30, el minuto de silencio anudó gargantas. Así lo transmitieron los rostros de padres, madres, novias, novios e hijos. Enseguida, las sirenas de dos autobombas hicieron vibrar a la ciudad como aquella explosión, exactamente a las 9.38. Los nombres de cada una de las 22 víctimas retumbaron en la cuadra y fueron acompañados por un “presente”; aunque muchos prefirieron gritar “justicia”.
La mamá de Fornarese leyó una carta que buscó fortalecer la lucha. “Reclamamos ya, antes de que pase el tiempo y esto se olvide. Poco haríamos si sólo lloráramos por los que perdieron sus vidas, sus alegrías, sus esperanzas, sus sueños y proyectos. No hay escuela que enseñe a seguir viviendo con este dolor. Cada uno intenta cada mañana, como puede. Hay tantos inescrupulosos que se enriquecen a costa de la vida de otros. La soberbia no les dejó ver que no podían con esto. Aquella mañana, en sus hogares, quiénes podían imaginar que sus destinos dependían de estos irresponsables. Estaban confiados, en sus casas. ¿Cómo podían saber que no verían más a sus nietos, que no abrazarían a sus padres, que no apretarían la mano de un amigo ni besarían a una novia? No podemos caminar sobre una ciudad en la que no sabemos qué hay abajo. La vida transcurre en medio de la desidia. Desde este lugar, seguiremos trabajando, para que nuestros días tengan razón de vivirse”, fueron las frases más fuertes que leyó la mujer, ante la mirada vidriosa de los presentes.
Para Marcela Nissoria, esposa de Montefusco, “la gente muere por la impunidad y por lo que no se hace. Queremos que acá haya un lugar para amparar a la gente, para ayudar a quienes les puede pasar lo mismo que a nosotros. Hasta aquí fue una lucha pacífica, pero no sé qué tiene que pasar para que las cosas cambien”, dijo.
Antes del acto, Henn habló con la prensa. “Estamos ante una empresa a la que le importa un carajo la vida de la gente”, criticó a Litoral Gas, como lo había hecho en otras oportunidades durante este año.
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